miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Gran Tres y Ken Wilber

Y Los Cuatro Cuadrantes, y mucho más… En la entrada dedicada a las Esferas I del tremendo Peter Sloterdijk se me escapaba la alusión a Ken Wilber. Qué tíos. Habitan otros mundos, aunque distintos. El otro día terminé su “Breve historia de todas las cosas” y me volví a quedar estupefacto… Compendio de buena parte de sus opiniones, en este libro KWilber realiza un esfuerzo de aproximación a quien no está muy metido en estos asuntos (mi caso), para que, por lo menos, uno los pueda entender a grosso modo. Y se entiende. Cien por cien recomendable. Otras cosas que le había leído, impactantes casi siempre, eran, sin duda, más farragosas.

Advertencia: Una persona puede tener en el banco 3.000 € ahorrados. Otro puede tener 300.000 € ahorrados. Alguien podría pensar, sin lugar en su cabeza para duda alguna, que tener 300.000 es mejor que tener 3.000. Otro, por el contrario, podría pensar que tener 300.000 no es mejor que tener 3.000, sino que es más pero no mejor. Sin generalizar, uno de los dos se va a encontar en el libro de KW cosas que, aparte de interesarle sobremanera, le darán más de una clave o pista de por dónde anda o hacia dónde encaminarse

Advertencia: Se puede estudiar durante cuatro años una oposición, en plan masoca/radical, mil penurias y sinsabores… y finalmente aprobarla. Por fín! Qué felicidad! A lo mejor, Uno se embarcó en semejante empresa no sabiendo muy bien qué se hacía, buscando estabilidad y seguridad, y a ver lo que pasaba. A lo mejor, Otro se embarcó en semejante empresa siguiendo a pies juntillas y obcecadamente un dogma irrefutable. Si ese jubiloso día, estúpidamente idealizado por el noventa y nueve por ciento de nosotros como el “óptimo máximo” en nuestras vidas, cae en nuestras manos algo de Ken Wilber, a poder ser un libro, pues una bofetada, viendo lo cachas que está, sería mejor evitarla, decía que, si ese día, el más feliz de nuestra plana existencia, nos topamos con un batacazo Wilber, es posible que, para Uno, la alegría se torne en angustia del estilo: qué coño estoy haciendo con mi vida… Resulta algo arriesgado que alguien, incorporado alegre y plenamente a la estulticia generalizada empaquetada al por mayor que define mayoritariamente nuestro estilo de vida, pero con un resto de cordura en su interior (estamos hablando de Uno, pues Otro, a estas alturas ya Director General, es irremediablemente un personaje chato, vacío, plano, irrelevante), lea un libro de Ken Wilber pues el shock/desbarajuste está cantado, pudiendo llegarse a caer todo el mamotreto vital montado hasta la fecha. Para bien o para mal, eso se vería más tarde. Por el contrario, Otro se mostrará totalmente insensible ante las estrafalarias opiniones de Ken, un loco más.

Aunque de estas cosas no nos enteraremos por medio de periódicos, o telediarios, o adocenados y populistas ¿intelectuales?, o ¿pensadores? subvencionados de medio pelo, o demás batracios, el caso es que, hace ya tiempo, se está produciendo un espectacular y multidisciplinar ajuste de cuentas… Varios dogmas/verdades únicas/maneras excluyentes de entender el mundo están rodando por el suelo. No sólo los consabidos arcaico/mitológico religioso/monoteísta, que derraparon en buena medida desde la ilustración. También quien los hizo derrapar, el cientificismo/empirismo, que hace ya mucho que está pinchando en hueso… Partícipes ambos planteamientos del todo o nada, del blanco o negro, ambos se olvidan, qué bochorno, de que existe el gris. En occidente, y a fecha de hoy, parece ser que las miradas se fijan, entre otros, en KWilber, personaje distinto, elegido, abierto y con una clarividencia acongojante y universalizante: Los Cuatro Cuadrantes, la Transpersonalidad, El Gran Tres, los grados de la Conciencia, Holones, Fulcros… asuntos, planteamientos y propuestas de tal higiene, categoría y esmero que dejan a uno abrumado ante la cerrazón y obcecación egocéntricas que nos definen. Patético.

Coincidiendo con el chapuzón Wilber que me di con “Breve historia de todas las cosas”, el otro día pusieron en La Dos ¿Y tú qué sabes? documental de 2004. Por desgracia, en el colmo del despropósito, pusieron la primera versión del mismo (1 hora 50 min de duración), que, comparada con la segunda versión (2 horas 30 min), resulta un verdadero bluff. Si alguien está interesado en cambiar el chip, porque se lo pide el cuerpo, aunque tenga una hipoteca, da igual, o, aunque no sea cambiar el chip, escuchar por lo menos cosas interesantes, que se pegue un fin de semana con Wilber y con la versión buena de ¿Y tú qué sabes?... ya veréis qué riada.

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