Un saludo para todos esos curiosos que seguís pinchando de pascuas en ramos en el Páramo. Como ya habréis comprobado, las Páramo – vacaciones se extendieron subrepticiamente, me noquearon, me inutilizaron con su prestancia y suculentos entretenimientos. Ni tan siquiera la vuelta al chollo consiguió despertarme de tan agradable alienación. Sin embargo estos primeros chaparrones otoñiles han obrado su consabido efecto…
No os voy a aburrir con las aventuras veraniegas de un pobre hombre como yo, tan carentes de interés. Lo que sí voy a hacer, para desperezarme, es sacar la guadaña. La metralleta. Me voy a vestir con mi traje de quisquilloso antisocial, ribeteado con unos magníficos volantes de antipatía, inquina e intransigencia. Dios, que alivio, qué festín.
Así disfrazado, el exabrupto se hace inevitable, necesario. Y hablando de coña, pero muy en serio, aprovecho para desahogarme ante la expansión hasta el infinito que, en un estado gaseoso, inmundo y asfixiante, determinados vocablos (algunos dignísimos, tanto ellos como lo que simbolizan y representan, otros incomprensibles) adquieren tras su paso por el arcaizante rodillo de los que ya sabéis, los maulas de siempre. Y aunque ello suponga para cualquier hijo de vecino su anatematización político social, eso es nada comparado con el placer que produce dejarse llevar por la fuerza barbárica que, tras leer tres días seguidos el periódico, surgirá en cualquier persona con dos dedos de frente. Dicha fuerza, piroclástica, torrencial, alimentada involuntariamente con la lectura del diario de turno, puede llevar a cualquiera a perder las formas y a descolgarse con un estridente y exquisito: ME CAGO EN, no sé: …en la diversidad. Ala, lo que ha dicho, vade retro, que lo detengan. …y en la tolerancia, y en la discriminación positiva…y en la participación, y en el voluntariado, y en implementar dinámicas y políticas de desarrollo sostenible que reviertan en beneficio de todos ¿? Y en poner en valor ¿? Y en crecer en términos de país ¿?... Aunque involuntariamente, no hay duda de que nuestros políticos están a punto de parir la mayor performance de “arte abstracto” imaginable. Hace años que el surrealismo quedó atrás para ellos. Sus discursillos, todo coletillas y muletas huecas, son, salvando las distancias y en un plano infinitamente mas pobre y burdo, como un lienzo azul de Klein, como un televisor encendido sin sintonizar emisora alguna, como una fotografía radicalmente desenfocada, como un garabato. Esto de los mantras de nuestros mass leaders es superior a mis fuerzas. Y el rebaño venga a repetirlos en coro. Inaudito. Siendo, como son, frases y términos que por su continua inclusión en la diaria vomitona política pierden ineludiblemente cualquier valor o significado concreto, por muy respetable que este fuera inicialmente, resbalando desagradablemente hacía la inmundicia total, no falta mucho para que cualquier día escuchemos asombrados como algún político, henchido el pecho, nos dice impertérrito: “Nací en Tolerancia. Mis padres eran Participación y Discriminación Positiva. A los pocos años nos mudamos a Poner en Valor y cuando cumplí los dieciocho me matriculé en términos de país. Fue en la facultad donde conocí a mi actual pareja, Democracia. Qué guapa era, la más bonita de la clase. Juntos nos fuimos de viaje y conocimos por fin, sueño de adolescentes, Desarrollo Sostenible. Eran los días de implementar dinámicas, ¿los recordáis? Mirábamos al cielo y veíamos voluntarios por todas partes. Rara vez llovía, pero cuando lo hacía, el olor a tierra mojada revertía en beneficio de todos…"
No os voy a aburrir con las aventuras veraniegas de un pobre hombre como yo, tan carentes de interés. Lo que sí voy a hacer, para desperezarme, es sacar la guadaña. La metralleta. Me voy a vestir con mi traje de quisquilloso antisocial, ribeteado con unos magníficos volantes de antipatía, inquina e intransigencia. Dios, que alivio, qué festín.
Así disfrazado, el exabrupto se hace inevitable, necesario. Y hablando de coña, pero muy en serio, aprovecho para desahogarme ante la expansión hasta el infinito que, en un estado gaseoso, inmundo y asfixiante, determinados vocablos (algunos dignísimos, tanto ellos como lo que simbolizan y representan, otros incomprensibles) adquieren tras su paso por el arcaizante rodillo de los que ya sabéis, los maulas de siempre. Y aunque ello suponga para cualquier hijo de vecino su anatematización político social, eso es nada comparado con el placer que produce dejarse llevar por la fuerza barbárica que, tras leer tres días seguidos el periódico, surgirá en cualquier persona con dos dedos de frente. Dicha fuerza, piroclástica, torrencial, alimentada involuntariamente con la lectura del diario de turno, puede llevar a cualquiera a perder las formas y a descolgarse con un estridente y exquisito: ME CAGO EN, no sé: …en la diversidad. Ala, lo que ha dicho, vade retro, que lo detengan. …y en la tolerancia, y en la discriminación positiva…y en la participación, y en el voluntariado, y en implementar dinámicas y políticas de desarrollo sostenible que reviertan en beneficio de todos ¿? Y en poner en valor ¿? Y en crecer en términos de país ¿?... Aunque involuntariamente, no hay duda de que nuestros políticos están a punto de parir la mayor performance de “arte abstracto” imaginable. Hace años que el surrealismo quedó atrás para ellos. Sus discursillos, todo coletillas y muletas huecas, son, salvando las distancias y en un plano infinitamente mas pobre y burdo, como un lienzo azul de Klein, como un televisor encendido sin sintonizar emisora alguna, como una fotografía radicalmente desenfocada, como un garabato. Esto de los mantras de nuestros mass leaders es superior a mis fuerzas. Y el rebaño venga a repetirlos en coro. Inaudito. Siendo, como son, frases y términos que por su continua inclusión en la diaria vomitona política pierden ineludiblemente cualquier valor o significado concreto, por muy respetable que este fuera inicialmente, resbalando desagradablemente hacía la inmundicia total, no falta mucho para que cualquier día escuchemos asombrados como algún político, henchido el pecho, nos dice impertérrito: “Nací en Tolerancia. Mis padres eran Participación y Discriminación Positiva. A los pocos años nos mudamos a Poner en Valor y cuando cumplí los dieciocho me matriculé en términos de país. Fue en la facultad donde conocí a mi actual pareja, Democracia. Qué guapa era, la más bonita de la clase. Juntos nos fuimos de viaje y conocimos por fin, sueño de adolescentes, Desarrollo Sostenible. Eran los días de implementar dinámicas, ¿los recordáis? Mirábamos al cielo y veíamos voluntarios por todas partes. Rara vez llovía, pero cuando lo hacía, el olor a tierra mojada revertía en beneficio de todos…"
2 comentarios:
que tal "venturita en el páramo". Soy Champi, y hace unas fechas conocí tu blog (Modesto tiene la cualpa) y me alegra mucho ver en que empleas tu tiempo libre. Un abrazo y espero verte pronto.
Hola Champi. Qué sorpresa más agradable encontrarte por el Páramo. Un abrazo también para ti y ya organizaremos algo para volvernos a juntar como el día de Pontevedra. Hasta pronto.
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