martes, 26 de febrero de 2013

Francisco Taxes y O velorio (psycho)

La cosa se le escapa a uno de las manos. Parece que lo que nos vamos a topar es una escenita de velatorio, de esas que imaginamos llenas de convención, algo de hipocresía y bastante llanto… pero, en vez de quedar ahí el asunto, os digo que en O velorio la cosa se tensa y da miedo y se pone brutífica… y duele, porque ciertos crímenes lo dejan a uno como con el cuerpo desencajado… y ciertos comentarios lo dejan a uno aún peor… y todos juntos no os cuento… y es que FTaxes sacó la bilis y la tralla y la repartió a espuertas, cuerpo presente…

Si O velorio, en vez de hace cuarenta años, se hubiese escrito hace cinco o diez, ya más abducidos por el titulismo iñaki, digo yanqui, el editor, pensando en modo moneda, no habría permitido que la obra se titulase sólo así… habría adjetivado el velatorio con alguna advertencia estresante de lo que se viene encima… Porque uno se va a un velatorio en el que pasa y se dice lo que sucede y se oye en O velorio, y de velatorio a secas, nada. Que eso es un ajuste de cuentas telúrico, una catarsis, una terrible carnicería, una cuchillada hormonada durante años… y entonces llamarlo velatorio a secas como que se queda naive. Como si nos dicen que con un patadón en los güi lo que se siente es hipo… Aunque quizá mejor así, porque sin la advertencia, el sorpresón es aún más abrupto e inquietante.

Cuando el asunto se pone espinoso, y de verdad que en O velorio cáustico se pone, que empieza y parece que no pero luego se intuye que eso puede estallar y luego estalla y estalla muy a lo bestia y luego ya es irreparable… aparte de quedarte como sin saber muy bien de qué lado sentarte, parece que estás viendo una de esas pelis que te dejan de la misma manera: acojonado, porque las cosas pasan de verdad… esas pelis en las que te ríes al comienzo y luego empieza el rollo serio y violento, pero esa violencia que te crees, nada de fantasmadas sobrehumanas o intergalácticas, que también están bien, pero no, esa otra violencia que hasta reconoces o has vivido o sabes que te ronda o que cualquier día te la topas… y ahí la cosa acojona glub…

Pues Herr Taxes se anda con esas en su velatorio virulento… leyendo el libro me quedé con la sensación de que el gachó Taxes como que veía el asunto en pantalla grande, gran angular, en color, con sus momentos de lirismo y con sus toneladas de metralla granítica. Pim, pam y un buen boquete en el suelo, hasta el sótano... Si el editor fuera un tipo de verdad avispado y con espíritu atrevido lo que habría hecho es montar una tremenda peli de esas que se hicieron algunas… y nos habría pegado un telefonazo a algunos para colgar los carteles del estreno llenos de titulares pshyco y slaughter y sus traducciones y fotos de la performance electrizante con pedales wah! y alfombras y chicas con tacones y faldas asesinas y venganzas siderales y cuchilladas arrepiantes… tremendo show O velorio Taxes

viernes, 22 de febrero de 2013

Gide y su diario...


Estoy hace unos días con el diario del gabacho entronizado a la categoría de genio universal por sus paisanos y también por varios comentaristas del género esquizoide… que llega con coger cualquier suplemento cultunoséqué para ver que siempre le ponen un diez al diario del gachó André… lo mismo que a ochoymedio o a…

De entrada ya os digo que el diario del tipo Gide, del que cosas tan excepcionales se dicen, es un bluff mayúsculo y clásico… Aunque no llega a alcanzar las profundidades inescrutables del aburrimiento a las que llegan otros engreídos autores “indispensables” que se ponen con su anquilosamiento vital a escribir chorradas de diarios luego editados entre fuegos de artificio, André Gide no se queda corto… Estos tarados que cuando tienen veinte años se comportan, piensan y actúan como si tuviesen cincuenta; y que cuando tienen cincuenta se comportan como si los tuviesen… a veces, que no siempre, escriben una cantidad ilimitada de aburrimiento por página digna de estudio… toneladas de un aburrimiento, encima, nada artístico…

Luego estamos los tarados que cuando teníamos veinte nos comportábamos y actuábamos y ¿pensábamos? como si tuviésemos cincuenta… y que además, ahora, leemos estos libros dedicados a viejos de veinte años… a ver, gente de lo peor…

El problema me lo vienen de diagnosticar estos días, que dicen que se puede nacer viejo… Mimá… Me han recetado la práctica de varios exorcismos selectos para pedantes… y estoy embalado con la quema de todo lo que el gurú me ha indicado que debo arrojar al fuego purificador… empezando por uno mismo

Los exorcismos selectos de que os hablo curarían al practicante, le producirían importantísimas quemaduras en el 90% de su cuerpo y le devolverían la juventud que nunca tuvo al haber nacido ya con cincuenta años… Hay un chino muy conocido en China y también aquí, un referente cultural a la altura de André Gide en Europa, haceros una idea, que nació con setenta y tantos años, pero no metafóricos, sino reales. Ahí queda la machada… El embarazo se extendió durante todo ese tiempo. Al nacer, el chino tenía canas y la madre pasaba de los cien… Ella, desconcertada ante el retraso obstétrico y su falta de dientes, escribió un diario a lo largo de todo ese tiempo, aunque nadie se lo publicó.

Pero vuelvo al gabacho. Entre el tedio generalizado se cuela, de vez en cuando, alguna declaración que consigue despertarlo a uno por un segundo que es tiempo suficiente para volverse a dormir irremisiblemente… hay ciertas catalogaciones de filias libidinosas algo divertidas y escabrosas y retrógradas… y algunos comentarios ante eventos históricos que retrasan un poco el bostezo porque, no todos, pero los hay que, carajo, van bastante a la yugular contracorriente todoterreno tangente dejadme solo chirrían qué bestia eres André… esos comentarios merecen la pena, pero son bien pocos, pero merecen la pena… me cae bien el tipo…

martes, 12 de febrero de 2013

HPL en La Antártida


El otro día decidí agenciarme un libro de Lovecraft, el que fuese, con tal de que estuviera bien… entré en la librería con la idea de La llamada de Cthulhu o cómo se diga y salí de ella con En las montañas de la locura… en una edición alucinante con todo tipo de cosas extras o de yapa o de lleve dos y pague uno, y fotos e ilustraciones y mapas, con lo que dejé para otro día a Cthulhu y me decidí por ésta…

Convencido de que me iba a encantar, acabó aburriéndome de manera ártica. Me crionizó el ánimo. El tipo HPL, hombre de culto y con acólitos de toda pelambre, se dedica a describir durante todito el santo libro una especie de mundo primigenio, pero avanzadísimo, sito en la Antártida… algo parecido a un cuadro del Kailas o del Tibet de Nicholas Roerich, según el mismo Lovecraft nos indica. Cada pocos renglones el autor nos avisa de lo horroroso del espectáculo que luego nos pasa a describir... Cuando acaba con su descripción, plana y aburrida y decepcionante y bombástica y básicamente centrada en detalles arquitectónicos insufribles y tediosos, nos advierte de cuán inimaginable resulta lo siguiente que se pone a describir… luego nos avisará de cuán horrible es lo siguiente de lo siguiente y nos avisará también de las paralizantes imágenes que seguirán a éstas… y así hasta el final del papelón sin que en ningún momento del librajo suceda o ocurra absolutamente nada… y sin que en ningún momento acabe por explicarnos o describirnos de verdad y de una santa vez qué es eso tan horrible e inimaginable que se toparon en la Antártida los protagonistas… hallazgos que no se cansa de anunciar como el no va más de lo horripilante… puro amago, puro teatro, puro aburrimiento, puro fraude… llamadme zoquete, sí

Acabé quemado con tanta arquitectura y zaguanes y bajorrelieves y zócalos y tapias y torres y para recuperar el tono me zampé tres relatos de otro autor infinitamente más entretenidos, los relatos, que el citado En las montañas del aburrimiento y como que me volvió el riego sanguíneo al cerebro y así ya estoy en condiciones de recomendaros el libro de Lovecraft, de verdad, leedlo sin falta, mejor ayer que hoy, y veréis la diferencia entre Celcius y Fahrenheit…

He visto por ahí un tremendo libro que le dedica el infante medio/terrible Houellebecq al visionario HPL… creo que lo pone por la nubes…

Al margen de las opiniones de Houellebecq, que serán muy suyas…  lo que no tiene desperdicio es la edición esta de En las montañas del aburrimiento antártico. El libro trae todo tipo de entretenimientos y complementos a la última moda. Parte de este aderezo es una pasada detallada y concienzuda… filmografía, ilustraciones, cómics, biografía, panegíricos firmados por intocables vacas sagradas y demás rumiantes… de esto que se palpa que HPL está vivo…



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