Me pasa a mí y creo que le pasa a muchos otros. ¿Pensáis en la idea siguiente? A veces lo hago, me resulta inevitable. La idea siguiente a la que en ese momento es la última. Siempre y cuando esta última sea la que resuelve, decide, soluciona la cuestión de turno. No una idea cualquiera del proceso de toma de decisión/formación de opinión, sino la idea resolutoria, asunto finiquitado. Pues bien, esta última idea, la definitiva, con la que parece arreglado el asunto que nos ocupa, también tiene una idea siguiente, que la mayoría de las veces estropea la anterior, la contradice y hasta la imposibilita. Os propongo una elemental resta: cuatro menos tres. Pues pensad que en vez de quedaros en el pensamiento resolutivo relacionado con la operación planteada, que será Uno, os resultase inexcusable darle la estridente bienvenida a la siguiente idea relacionada con la operación planteada. Y dijerais que es Cero, o que no tiene respuesta, o que es Uno pero con ciertos e importantes matices (que es la respuesta de verdad cierta), o por qué coño me preguntas cuánto es cuatro menos, o por qué no te metes el dedo por el C.
Cambiemos ahora la elemental resta por otra cuestión. ¿Cariño, me quieres? Papelón, tremenda pregunta, tremenda ecuación, Prefiero las restitas naive. Y encima uno con el poblema este de la idea siguiente. Según uno se vea con más o menos ánimo dirá sí o no. Y luego no podrá callarse la brutal idea siguiente, la monstruosa y crepitante idea siguiente, el Caterpillar 500 hp. oruga retráctil que nos pasará por encima, saldrá como alarido millennium por nuestra bocaza, doblará las esquinas que sean necesarias y nos empotrará, hechos trizas, ante la carita de asombro y angustia de nuestra Julieta. Pasada la pala excavadora, sin tiempo para respirar y pedir disculpas, otros 800 cv., ahora en forma de un tranvía llamado que te calles!, se atropellarán en nuestra cabezota, y saldrán también en plan bramido de una boca que no puede ser la nuestra, pues no le queda uno solo de sus dientes. Cómo va a entender la pobre que después de decirle X, le dijera lo que le dije, y que luego cambiase otra vez, y vuelta a empezar, y que luego la apisonase, y es que es normal que me mandara a paseo. Y qué tendrán que ver la pala Caterpillar y el tranvía llamado que te calles! con todo esto, o que me quedara sin dientes. O que Julieta no entienda lo que pretendo explicarle.
Pero la idea siguiente, que hasta ahora no es más que una estupidez pinchada de un palo pringoso de aburrimiento, es cosa sería. Dejemos las restitas naive y las prestaciones de la maquinaria agrícola o de obra civil. Y atended a lo que sigue. Me pasa con frecuencia que cuando salgo de casa, es como si no saliese. Salgo realmente, pero también me quedo dentro. No es broma, es una realidad incuestionable, que, como os podéis imaginar, lo complica todo de manera ilimitada. Porque saliendo de casa, y siendo como si me quedara dentro, uno se puede asustar muchísimo y, al mismo tiempo, ser como si no se asustase, pues en casita se está de lo más tranquilo. Ahí es nada. De vuelta en la calle por la que paseamos después de salir de casa, aunque esto de salir de casa ya lo tenemos más que acotado, podría ser que la calle fuese como una presa llena de agua a punto de rebosar. Nos podríamos encontrar con alguien que se llamase Explosivo aunque no lo fuese, y que pretendiera explosionar la calle que es como una presa y que está a punto de echar por fuera toda el agua que, por otra lado, es como si fuera cemento a granel. Nosotros asustados pero como si no lo estuviéramos pues en casa estamos leyendo un libro como quien está viendo la tele aunque realmente estamos como si no estuviésemos. En resumidas cuentas, ni estamos en casa ni estamos leyendo un libro ni viendo tele, aunque, a lo mejor, sí que estamos en la calle. Y si estamos en la calle, que lo estamos, lo reconozco, aunque lo hago como si no lo hiciese, estaremos ocupados con la idea siguiente tras escuchar la pregunta: ¿me quieres detonar? que nos acaba de realizar una persona en la presa. Persona que aunque se parece al Sr. Boom es como si fuésemos nosotros mismos, que, por lo visto, además de estar en casa y en la calle y no estar en ninguno de los dos sitios, o, mejor aún, estar en los dos pero como si no estuviésemos en ninguno, también somos un tal Herr Boom y estamos al pie de la presa que está llena de un cemento que es como si no saliera de su casa y, al mismo tiempo, fuera agua. A quien no vemos ahora es al Sr. Explosivo, que es como si fuese amigo de Herr Boom, que según cómo nos coja el día se cree que podemos ser nosotros mismitos. Así se puede estar toda una vida, aunque no lo parezca, aunque sea como, si en vez de estar así, estuviéramos asá. A pesar de ello, y sabiendo que en todo esto hay algo que no cuadra aunque pueda parecer que sí lo hace, me pasa con frecuencia que cuando salgo de casa, es como si no saliese. Es como si me quedara dentro, cosa que realmente hago, como también estoy, a la vez, fuera. Si me encuentro con alguien fuera, yo, que aunque hace un instante me llamaba Herr Boom ahora es como si me llamase Witoldo, y que aunque estoy en la calle es como si estuviese leyendo un libro o viendo la tele dentro de casa, el caso es que si me encuentro con alguien fuera, siempre dudo. Porque, cómo comportarme, qué hacer en tales casos. Pues bien, os lo voy a explicar.
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