Y me pillé un resfriado de tres pares,
que se me quedó la ventana abierta, el asombro en las manos, el ánimo en las
nubes, y yo leyéndome La escala de los mapas… y ojo, que
es su primer trabajo, miña nai, de esos primeros libros que te puedes retirar,
si te da la gana, a vivir dentro de una canción de los Smiths…
Al tercer capítulo ya había llamado a dieciocho
mil personas para que me ayudaran a cerrar filas y correr la cortina. Y
todos menos uno se pusieron a leer a Gopegui… Cuando acabaron hicieron
una encuesta cuyo resultado desconoz co. Con el otro me tomé un café…
Se me vinieron a las meninges, por eso
del primer librajo flamígero e incontestable, Benet y
Laforet… también se me vino El mapa y el territorio… en el que Michel
H amaga, intenta, de manera cutre y fallida, algo que Belén
borda y domina ya en su primera novela… allons enfants… escrita, por cierto,
mucho antes que la del gabacho Michel H, obsesionado, entre otras cosas, con
ese imposible
cacofónico de parecerse a Céline… Dejo a Michel y vuelvo a Gopegui,
que dicen que lo mejor aún estaba por llegar…
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