Entre Pynchon y el Rakete V2 y Von Braun y el Báltico y el Saturno V y El arco iris de gravedad… me he hecho la
picha un lío. Fruto del lío, este verano me até las manos al volante del coche,
me atornillé las cachas al asiento, tragué varios complementos vitamínicos
hiper estresantes que me impidieron conciliar el sueño durante tres
kilométricas e internacionales jornadas de conducción ad hoc, y conduje y
conduje kilómetros coma area. Para soportar el citado trance automovilístico,
mi mente, hiper estresada por las pastillas y los continuos adelantamientos, se
centró en una idea fija:
Al segundo día de pastillas y continuos
adelantamientos, a la altura de Koblenz,
tras varias paradas en áreas de servicio para repostar, tras más paradas, aún,
en peajes para retratarme, y tras algún bocadillo en mal estado, la idea fija,
unida a las pastillas hiper estresantes, no eran suficiente alimento para un
viajante demente, desmoralizado y agotado. Os lo creáis o no, llevaba perdidos
tres kilos de materia cárnico/adiposa y quintales de moral y disposición de
ánimo. Para continuar con el inexplicable experimento en forma de viaje
veraniego, tuve que engañarme y auto convencerme de que en la isla de Usedom ya no me esperaban Thomas Pynchon y Von Braun y Peenemünde y el
resto de infamias voladoras tipo V2. Nada de eso, que yo daba media vuelta ya
mismo… Por el contrario, y como remedio casero, se me metió en la cabeza que quien
esperaba en el sitio de marras era Bettina Rheims con intención de presentar, a
quien llegara tan al norte, a la señorita que aparece en la portada de una de
las ediciones de su libro/fetiche: Chambre
Close… señorita muy recomendable como leit motiv fantasioso imaginario a
los efectos de justificar maratonianas jornadas al volante, atiborrados de
adelantamientos, peajes, áreas de servicio y pastillas hiper estresantes
La señorita de la portada, hay que ver
qué armoniosa y centrada que sale, si hasta tiene un único pecho, me valió como disculpa para
conducir, apenas, quinientos kilómetros más, tras los cuales, la señorita en mi
mente aparecía tal cual esta otra
Llegamos a Peenemünde, sitio impresionante que da mucho miedo y
que es muy recomendable y que se ve que, en parte, lo dejaron tal cual estaba
en 1945, y es esa parte que dejaron tal cual la encontraron los aliados en el 45 la que da
miedo de verdad. Y después de visitar esa parte de que os habló, y las demás
también, que para eso estábamos ahí, decidimos hacer dos cosas: a) comprar una
maqueta del V2 que resulta que ni la hay ni se vendería si la hubiera porque se
considera apología de eso que estáis pensando, y vale, no hay problema, y b) comprar
el dichoso libro de Bettina Rheims que resulta que ya no se vende con la
portada que nos ayuda a conducir en estados de hiper estrés, que resulta que ahora
se vende con una portada tan sosa, pero tanto tanto, que entonces sí que
Peenemünde me empezó a tocar las narices, y qué coño hacemos aquí y qué carajo me importan a mí Pynchon y los otros… y encima con recochineo porque lo que
sí se vende en plan pijo snob que decora su casa a la manera moderna porque
está forrado de pasta, que si tuviera la guita me la compraba yo y os ibais a
enterar, es la foto de marras en plan firmada por la autora y demás sellos de
garantía, y a mí que más me dan la firma de la autora y los demás sellos de
garantía, que lo que vale pasta es la dirección o el número de teléfono de la
señorita retratada
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