Me acabo de leer Á rebours. Podéis
leer el libro, pero no debéis leer lo que se dice aquí a partir del tercer párrafo del post. No lo hagáis. Y
sigo: Esto del título del libro lo pongo en plan repelente, no por serlo, que
lo soy, sino porque con la traducción del buque insignia de Joris Karl Huysmans resulta que sus
traductores/editores no se ponen de acuerdo. Que el gachó lo titulo Á rebours, pero éste debe ser palabro
que permite el juego de matices, por lo que los repelentes editores en minueto
aprovechan para se diferenciar…Que en castellano la novela, en su primera
edición, empezó siendo Al revés, que
luego, en la segunda, pasó a ser Contra
natura, y, que ahora, viene siendo A
contrapelo… Tremendo bochinche que tienen montado entre Tusquets, Cátedra y
demás. A quien no le han cambiado el nombre, se ve que carece de matices
noticiables, es a Joris-KarlH. Será por lo estético, que hay que ver qué nombre…
La fama que tiene el librajo, moita, moita, ésa misma que nos obliga a
leerlo aunque no nos apetezca, podría estar justificada. O no. Cosa que sabéis que no nos importa, que para gustos estamos en este mundo. Lo que sí está muy bien
es esto del personaje protagonista que acaba hasta las mismísimas narices del
criterio fashion imperante en su entorno social. Los motivos del shock no nos son
desvelados. Qué más da. Y acabando hasta las narices, decide sonarse toda esa
inmundicia. Y una vez sonado, decide que eso no llega y opta por reventar. Tras
lo cual, poco estruendo el que ha conseguido, vienen episodios más bien relacionados
con la salud mental del individuo…
Punto este: el de su higiene mental, que
es determinante para que nos guste e interese lo de la decadencia del
interfecto y, también, la novela Á
rebours… Porque el deambular al
revés, contra natura o a contrapelo
del sujeto harto de todo, que he de deciros que estamos ante un detalladísimo relato
de dicho hartazgo, no sería suficiente para evitar que uno se enfadara consigo
mismo por haberle hecho caso a la fama del libro y haberse puesto con Á rebours, que los años que tiene el
librito le vienen pesando un poco bastante, más bien por el tono, un tonillo
que no sé, no sé... pero pasó que,
cuando estuve a punto de hacerlo, de enfadarme, pues resulta que no me dio ni tiempo,
que al momento se da uno cuenta de que el Sr.
protagonista es un neurasténico,
o un neurótico, o algo por el estilo…
sin llegar a asesino de masas, que eso no tiene apenas gracia, pero sin ser,
tampoco, un tipo anodino, como cualquiera de nosotros, hablando de sus
desesperos. Y entonces la cosa es como más interesante y actual, que los
gustos, convenciones, estilos, dejes y demás florituras de hace más de cien
años, como que me suelen aburrir, aunque no siempre, que hay quien te deja
flipado…
Pero es que las ida de olla, obsesiones y locuras, ésas, como que por
ellas no pasan los años. Están siempre conjugadas en presente, a la última. Son
fresca actualidad. Y entonces damos un salto de cientoypico años y ya estamos
como en casa, y hasta parece que el tipo nos habla de tú a tú, ojo qué
confianzas, y venga a enterarse uno de cosas y más cosas. Hasta que las andanzas
y peculiaridades del personaje de ficción, al que endilgamos lo de neurasténico, se van pareciendo a las rarezas de uno mismo, y entonces el absorbente
interés crítico de observador aséptico y neutral, que nos guiaba hasta el
momento, se torna en la preocupación de quien se da por aludido…
…Desde que leí el libro me preocupa una cuestión: ¿estaré viviendo del revés? Y sé que no lo hago, pero… Y os digo
que no me preocuparía nada vivir A
contrapelo o Contra natura, que
eso carece de hondura, que es más bien como un uniforme de quita y pon, algo
así como la chorrada de quien quiere destacar y no sabe cómo. La chorrada de un
notas, de un farsante a lo intrépido barateiro, de un aventurero de butaca y salón…
Cosa distinta es vivir del revés. Glub.
Del derecho entiendo que no se debiera uno preocupar. A partir de ahí, dependiendo
del grado de inclinación, vendría quien vive algo torcido, como aquellos
renglones, que no le valían a nadie… pero es que del revés, ¿cómo sobrevivir?…
¿Con los pies para dónde? Podría decirse que lo fácil es identificar lo del revés con los pies arriba, para
pensar, y la cabeza abajo, para pisar la mierda, como haciendo el pino en un cenagal.
Pero valdría también un giro de 180 grados, no del eje norte - sur, sino del
este - oeste… giro que tendría un resultado inmediato, que sería vivir de espaldas,
y otro mediato, o si se quiere, hasta literario, que sería que mi mano derecha,
en mi nueva vida del revés, sería mi
mano izquierda. Lo mismo para ojos, pies, corazón… El siguiente giro que nos permite estar del
revés sería: sacar para afuera lo que
tenemos dentro, y meter dentro lo que estaba, antes, afuera. Y vamos a
parar con el listado, que éste es el revés que me preocuparía si resultase que
estoy viviendo de tal manera, cosa que sé que no hago, pero... De los otros dos,
el primero me marea y el segundo, en
sus dos variantes, me desorienta,
sensaciones, ambas, que creo poder controlar. Mareo y desorientación… Pero el tercer
revés es, definitivamente, otra cosa.
Yo estaría revestido exteriormente de médula espinal. Cosa que creo que podría ser
dolorosísima. Imaginaros leyendo un periódico cualquiera, con la marabunta de
chorradas por renglón cuadrado que contienen, con esas fotos en las que prima
enseñar la truculencia escabrosa más impactante, a poder ser sangrante y
desmembrada, pero cerca de su antiguo portador, para que en la misma imagen de
la gran mierda se pueda captar también la cara de dolor hectométrico de esa
persona, aún viva, a la que le falta ese miembro, y luego, encima, el rollo ese
de magníficos encuadre y composición que le dirán los amigos del reportero en
el Flickr, todo ello considerado como obra de arte, realizada por un personaje
repelente que dícese intrépido y que larga grandes discursos sobre el derecho a
la ¿información? antes que ayudar… bueno, ya veis lo dolorosísimo que sería. Acto
seguido, estando toda mi vida del revés de esta manera tan anatómica,
tendríamos que dos páginas de puto periódico me habrían ofendido tanto tantísimo
más que ahora, porque estaremos de acuerdo que, si ya leyéndolos con la vista, los
periódicos ofenden, qué no sería leídos con la médula, puro nervio, que yo,
simplemente, no lo soportaría y querría ¡¡matar!! al fotógrafo y quemar la imprenta
o rotativa o redacción o cómo se llame el descampado erial donde editan estos
acémilas llamados periodistas sus chorradas por escrito, quemar el lugar, que quede claro, con todos estos tipos dentro, y a la parrilla. Deseo imperioso del
gran titular criminal que no se me ocurre cómo canalizar o llevar a cabo, toda
vez que, del revés, mis brazos y manos, con los que empuñaría el arma secreta y mortífera
con la que todos estos periodistas de la conchasumad se iban a cagar pantalón abaixo en coro desafinado de nenazas antes de ver, por unos segundos, a sus señores miembros manos y pies hacer
vida independiente chorreando su sangre frente a ellos, todos esparcidos antes
de expirar en la misma foto, qué encuadre y composición, están dentro de mí,
las manos! sí, las manos! y los brazos! carajo, que por fuera sólo soy médula, ya os lo dije,
y cómo coño me los voy a cargar si soy un saco de médula que sólo sabe sentir y
sufrir, pero sin manos para empuñar ratatás, fofetadas o bidones de liquido inflamable, que las tengo dentro, las manos, como los ojos… no me
fastidies, que me los quiero cargar a todos en coro, y no sé cómo y no puedo qué. Toma sufrimiento, qué impotencia, qué injusticia… Y mis ojos, también dentro, no me mortifiques
con esto del revés, carajo, que ya está bien, perdidos en mí
los ojos, contemplando todo esta catástrofe personal desde su interior y siendo
parte de la misma. Y los periodistas, la conchasumad, publicando el siguiente panfleto diario... y en las tertulias soltando su resinoso y pegajoso blablablá con el que alagar al politicastro al que sirven sin excepción, haciendo así como de indispensable y necesaria vaselina con la que el diputado o el director general nos meterán, nos escurrirán, el supositorio de turno... no!
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