Toma tremendo libro, monumental silabario, que me acaba de dejar
temblando, así como sin saber por qué carajo no me había leído yo esto antes,
preguntándome por qué nadie me lo había recomendado, por qué nadie se dedicó en
ventilar sus grandezas a los cuatro vientos…
Herr Onetti tiene una fórmula secreta
que según el cómo, el cuándo, el quién y el porqué de sus lectores, los puede
llevar, nos puede llevar, de manera inevitable, a la debacle emocional y
afectiva más estrepitosa. Andaros con ojo… A ver, me explico: si os acaba de
dejar la chavala, ni se os pase por la cabeza leer a este monstruo uruguayo,
por lo menos no el mentado Tan triste
como ella y otros cuentos… porque, aparte de que os va a encantar, además
de que lo leeréis dos o tres veces seguidas, descontando, también, otras
chiribitas y exaltaciones del gusto, las formulitas
propiamente Onettianas, contenidas repetidamente y sin rubor en estos relatos,
qué bueno el tipo, qué personalísimo, si parece un elegido total, cómo juega con lo incomprensible, dándole
esquinazo al normal devenir de las cosas, que este tío es un fenómeno… os
decía que sus formulitas de portento adoraticio os harán mucho daño, mucha pupa
emocional, que os dedicaréis a pasarlo todo por el tamiz sensiblero bucólico
enamoradizo de vuestros momentos
estelares… que el libro este, aparte de encantaros, os va a tocar esa fibra
que ya sabéis a qué me refiero…
Que os advierto que Juan Carlos
Onetti, según sean vuestro cómo, cuándo, quién y porqué, os puede
arrastrar por el río de la obsesión sensitivo repetitiva. Y entonces, algunos
os podréis bañar en los amenos y divertidos recuerdos que os vendrán a la cabeza
mientras pasáis las páginas del magnífico libro, qué suerte en este caso...
Pero otros, dejadlo, hacedme caso, no lo leáis, poneros con cualquiera menos
con éste, lo más probable será que Tan
triste como Onetti os zambulla y sumerja, de golpe y porrazo, en el ponzoñoso e insatisfecho recuerdo de lo dejado sin
hacer, de la oportunidad desbaratada, y cómo duele eso… O en el, aún peor,
castrante y bulímico recuerdo de lo perdido…
ahí me mataste, meu!… Jopé, qué panorama la formulita Onettiana. Yo paso, que no
estoy para grandes escarpaduras.
A ver, que es posible que me esté
explicando de manera algo hermética. Coged vuestros discos de The
Smiths… ya me entendéis. Poned seguidas: 1) Well I wonder 2) This night
has opened my eyes 3) I know it´s
over… me he pasado, esto es demasiado, que nos pueden venir aspiraciones
protosuicidas al por mayor… Tranquilos, probad con otras canciones igual de
geniales pero con algo más de tempo vital: 1) This charming man (versión de Hatful of hollow) 2) There is a light that never goes out 3) Half a person… Y aunque compararlo con The
Smiths es una morrocotuda exageración, que Marr
y Morrissey vienen siendo de lo máximo
que ha habido, el caso es que Juan Carlos
Onetti está dotado de una sulfurosa varita de la congoja total, y se dedica
a escribir unos relatos monumentales, que uno los lee y se pregunta: coño
Juanca, de dónde sale esto, quién carajo te contó todas estas interioridades
mías… y a qué viene airearlas así…cómo me haces esto tú a mí… a qué viene
hipnotizarme de esta manera… ni que fueras: pinchad aquí
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