Cuando menos te lo esperas se te aparece
el lóstrego
de luz, el relámpago, y te quedas encantado de tanta claridad que se te
viene encima, te rodea y despeja tanto el ambiente que desde Cabo Vilán
ves Fastnet
Rock… yo por lo menos alcanzo hasta ahí, sin prismáticos y sin cerrar los ojos.
Lo mismito que a Ridruejo y a tantos
otros, a Herr Jünger se le incluyen en el “haber” , aunque otros le
apuntan esto mismo en el “debe”, cambios y rectificaciones y correcciones y demás
parafernalia moralizante de quien vivió y pensó todo un siglo y se dio cuenta
de que trastadas había elucubrado y cometido algunas… en estas agudezas no
entro… pero en el “debe” sí, y ahí le incluía a Ernst, hasta leer este memorable Eumeswil,
que sus libros no cuajan, que aburren y decepcionan, sin más… que estarán bien
pensados, cuestión sobre la que habrá todo tipo de opiniones… pero es que bien escritos
me da que… a lo mejor sus diarios, no sé, pero sus pseudo/novelas, cuentos o
fabulaciones alegóricas, utópicas o lo que sean es que no, no y no; error,
mayday… todo muy claro hasta que luego te topas con el chispazo Eumeswil y a
tomar por saco el debe del tipo…
Porque es que al Gachó Jünger le salieron
cuatrocientas páginas de anticiclón, electricidad, chapuzón, brisa y nubes
altas y escasas, de ésas que de tan bonitas…
Como si te pillan por sorpresa con la
chorrada de qué libro te gusta de veras y lo suficiente como para llevártelo a
una isla
idílica y… no sé… que lo de llevarse libros a la isla de ensueño es una
cosa que siempre me pareció muy toca narices… yo no tengo problemas si se trata
de elegir una isla, hay quien sí, pero yo no… tampoco me cuesta elegir libros… pero con
los libros para la isla me bloqueo…
Si te cuentan que Jünger se larga el
librajo en plan repaso y reflexión vital cuando ya pasaba de los ochenta años, es
normal que la cosa como que asuste un poco… el caso es que me puse con Eumeswil,
que moral me sobra y la portada en plan De Chirico valía la intentona… me
topé la gloria… de estos libros que parece que se editan porque el autor es una
vaca sagrada y se le permite el desvarío, pero que, si no, leches lo iban a
publicar los del Trust. Lo mismito que El hombre aparece en el Holoceno… y
otros muchos. A veces, cuando sus autores están alumbrados o inspirados de
verdad, son los mejores libros que tienen, sin guión ni programa aparentes, sin
horario ni citas ni compromisos, sin cheques ni deudas ni plan de ataque… Gaseosos
y especulativos. Como muchos músicos, los buenos de verdad, que si los pillas
calentando motores e improvisando a rienda suelta disfrutas
más que, luego, en el concierto…
Para islas y portada de Jünger, su Visita a Godenholm... sólo faltaba Bergman en el cuadro.
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