El libro de Manuel Seixas ganó un
premio. El premio lo otorgó la misma editorial que publicó la novela, lo cual
de por sí pues qué os voy a contar… pero luego resulta que en el jurado que
entrega el premio estaba, como secretario sin voto, el fenómeno Xosé
Cid Cabido… y entonces la cosa cambia, que más me dan a mí mis
principios, lo de la editorial y demás monsergas light… que el tipo
Cid es de lo más grande que se lee por estos lares mundiales y, con un
poco de suerte, algo habrá visto en A velocidade do frío…
El librajo de Herr Seixas vale la pena…
y habría sido una cosa para darse un buen chapuzón y echar varias bombas al
cielo si se le hubiese hecho una pequeña poda, hablo del
libro… poda de unas cincuenta páginas de andanzas de barra americana que no cuajan
ni con anfetas… qué pena… que llega un momento en que la cosa pierde el
trallazo y la sorpresa que le sobran durante mucho tiempo y se nos escurre
entre los dedos o se nos viene abajo o como queráis… remontando, de nuevo, al
final, viaje a Australia incluido.
Pero lo del bajón es nada si lo
comparamos con los tremendos lóstregos digo relámpagos que suelta el Gachó
Seixas… algunos impresionantes. Hay un algo de inspiración, se masca,
de ésta que te deja descolocado, feliz de verte en semejante fregao con el
librajo entre las manos… y venga unas cuestiones que yo ya no sé si son
de pura ficción metafísica o de búsqueda de la paradoja por lo criminal o de
visionario
entre la caverna y la cima de la montaña o en ambos sitios a la vez… y
de verdad que hay en el libro de Herr Seixas algunos alumbramientos y otras
iluminaciones que no se le ocurren a cualquiera… cosa moito seria y deslumbrante
hasta para quien lee con gafas de soldadura, como es mi caso…
De esto que te lees A velocidade do frío y te
parece parte de un montaje o experimento aún mayor… que eso de que Herr Cid
Cabido ande por el medio… y bien sabemos que la lectura de una parrafada del
tipo Cid es una de esas alegrías que compensan mil años de penitencia,
y entonces yo creo que el libro de Seixas y el Jurado Editorial y lo
descentrado que estoy yo en estos momentos y, en general, buena parte de la
historia inimaginable que nos cuenta A velocidade do frío no son más que
un juego imposible pero cierto llevado a cabo por Xosé Cid… quién sabe. Cosas
como las que cuentan inspirados creadores de thrillers extracorporales; cosa, la del thriller extracorporal, que no tengo ni idea de qué es, pero que,
sin embargo, la va muy bien al novelón de Seixas, que tampoco sé qué
carajo es, pero que está quetecagas…
Lo de Cid Cabido sí sé lo que
es:… una pasada… de escritor.
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