El otro día dejamos a Ceroalaizquierda con la pistola en la mano izquierda y la enciclopedia en la derecha. Si os fijáis bien en él lo veréis con los brazos extendidos, como quien está crucificado. En esa posición, ridículo, sudor y calambres son la misma cosa. Recordad que el pobre Ceroalaizquierda era un mar de dudas. Las dudas eran existenciales y el conjunto resulta un verdadero tobogán. Así no hay quien piense. A pesar de ello, Ceroalaizquierda sigue con su botulímica tendencia a la reflexión perogrullesca…
Su mundo se derrumba, sus para él resultonas y atractivas ideas sobre otros “ways of life” tiemblan ante dos agitadores elementos, discretos y persistentes. La consabida tendencia a la a) reflexión y la intuición de que su b) salud mental está en juego.
La reflexión le lleva ineludiblemente y por definición a profundizar en todo. Espíritu crítico y afán de ahondar en cuestiones de lo más intrascendentes que puede resultar absolutamente contraproducente y castrante. Qué lío.
En cuanto a su salud mental, destacado eufemismo de estos tiempos con el que edulcorar locuras, paranoias, melancolías, depresiones, esquizofrenias y un largo etcétera de palabrotas anatemizadas por las imperantes “Consciencias Light”, Ceroalaizquierda baraja la posibilidad de que el manicomio, como las cosas sigan así, no sería un “horizonte al que nunca se llega” sino que, mas bien, estaríamos ante la próxima escala de un proceso que empezó cuando a los diez años jugaba con las muñecas de su hermana y el calzado de su madre, siguió cuando en las fiestas del pueblo se quedaba en casa en vez de salir con la pandilla, pasó luego por soportar eso de que “al cine no voy a filosofar”, luego vino el “tu eres raro” y el consustancial descarrilamiento social y tras trompicones de todo genero y filiación nos encontramos con que corduras y locuras, “no puedo más” y sanatorios mentales no suenan a ciencia ficción para un alterado Ceroalaizquierda.
Pero puede haber una Metasolución Pop para semejante embrollo. “La Ciencia/Conocimiento Comparada/o”, fuente de saber basada en el estudio de los distintos enfoques, planteamientos y soluciones ante las mismas cuestiones o premisas, estaría en el meollo del asunto. Ceroalaizquierda, interesado por la “comparación” desde hace años, está al corriente de que hay un grupo social en el que no se manifiesta este conglomerado desestabilizador que puede acabar con nuestros huesos en el sanatorio mental: la familia convencional, aludiendo con ella a la pareja con descendencia, y poniendo el acento en la descendencia. Entre los cambios y alteraciones, de todo tipo, hormonales, de carácter, etc., que produce el tener hijos, destaca la absoluta falta de capacidad para reflexionar/razonar. Instintos básicos de protección, impulsos entronizados a la categoría de virtudes y dignidades intocables y que siempre tienen como referencia a la descendencia y su cuidado, fin ultimo, justificación de toda una vida, tienen como consecuencia en muchos casos la idiotización absoluta de los progenitores, pero, en todos, su incapacidad para reflexionar. Cosa esta que para nada nos puede sorprender, pues ¿quién le puede pedir a un enamorado que razone? Nadie, si lo hiciese, qué decepción para su pareja, no estaba realmente enamorado. ¿Quién le puede pedir a un padre que razone en las primeras etapas de su adquirida nueva condición? Nadie, si lo hiciese, las dudas… y la prueba de ADN estaría a la vuelta de la esquina.
Tenemos pues la Metasolucion Pop, el antídoto anti manicomios: tener hijos. Eliminada la capacidad/tendencia a la reflexión, dormiremos mejor y disfrutaremos de la vida como dios manda. Desde luego preocuparnos por la salud mental no será para nosotros una realidad, abrumados por nuestro nuevo papel y sus ilimitadas responsabilidades, revestidos del mejor antídoto contra la indefinición y la vaguedad… Es para pensárselo, aunque hemos de tener presente que muchas familias convencionales con descendencia son lo más parecido a un manicomio que uno se pueda echar a la cara, así que ojo.
Su mundo se derrumba, sus para él resultonas y atractivas ideas sobre otros “ways of life” tiemblan ante dos agitadores elementos, discretos y persistentes. La consabida tendencia a la a) reflexión y la intuición de que su b) salud mental está en juego.
La reflexión le lleva ineludiblemente y por definición a profundizar en todo. Espíritu crítico y afán de ahondar en cuestiones de lo más intrascendentes que puede resultar absolutamente contraproducente y castrante. Qué lío.
En cuanto a su salud mental, destacado eufemismo de estos tiempos con el que edulcorar locuras, paranoias, melancolías, depresiones, esquizofrenias y un largo etcétera de palabrotas anatemizadas por las imperantes “Consciencias Light”, Ceroalaizquierda baraja la posibilidad de que el manicomio, como las cosas sigan así, no sería un “horizonte al que nunca se llega” sino que, mas bien, estaríamos ante la próxima escala de un proceso que empezó cuando a los diez años jugaba con las muñecas de su hermana y el calzado de su madre, siguió cuando en las fiestas del pueblo se quedaba en casa en vez de salir con la pandilla, pasó luego por soportar eso de que “al cine no voy a filosofar”, luego vino el “tu eres raro” y el consustancial descarrilamiento social y tras trompicones de todo genero y filiación nos encontramos con que corduras y locuras, “no puedo más” y sanatorios mentales no suenan a ciencia ficción para un alterado Ceroalaizquierda.
Pero puede haber una Metasolución Pop para semejante embrollo. “La Ciencia/Conocimiento Comparada/o”, fuente de saber basada en el estudio de los distintos enfoques, planteamientos y soluciones ante las mismas cuestiones o premisas, estaría en el meollo del asunto. Ceroalaizquierda, interesado por la “comparación” desde hace años, está al corriente de que hay un grupo social en el que no se manifiesta este conglomerado desestabilizador que puede acabar con nuestros huesos en el sanatorio mental: la familia convencional, aludiendo con ella a la pareja con descendencia, y poniendo el acento en la descendencia. Entre los cambios y alteraciones, de todo tipo, hormonales, de carácter, etc., que produce el tener hijos, destaca la absoluta falta de capacidad para reflexionar/razonar. Instintos básicos de protección, impulsos entronizados a la categoría de virtudes y dignidades intocables y que siempre tienen como referencia a la descendencia y su cuidado, fin ultimo, justificación de toda una vida, tienen como consecuencia en muchos casos la idiotización absoluta de los progenitores, pero, en todos, su incapacidad para reflexionar. Cosa esta que para nada nos puede sorprender, pues ¿quién le puede pedir a un enamorado que razone? Nadie, si lo hiciese, qué decepción para su pareja, no estaba realmente enamorado. ¿Quién le puede pedir a un padre que razone en las primeras etapas de su adquirida nueva condición? Nadie, si lo hiciese, las dudas… y la prueba de ADN estaría a la vuelta de la esquina.
Tenemos pues la Metasolucion Pop, el antídoto anti manicomios: tener hijos. Eliminada la capacidad/tendencia a la reflexión, dormiremos mejor y disfrutaremos de la vida como dios manda. Desde luego preocuparnos por la salud mental no será para nosotros una realidad, abrumados por nuestro nuevo papel y sus ilimitadas responsabilidades, revestidos del mejor antídoto contra la indefinición y la vaguedad… Es para pensárselo, aunque hemos de tener presente que muchas familias convencionales con descendencia son lo más parecido a un manicomio que uno se pueda echar a la cara, así que ojo.
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