Estamos tras las huellas del descomunal David Foster Wallace, elegido absoluto, deslumbrante arco iris entre los pardos gatos de la noche. ¿Qué haría este profeta involuntario, galeno mayor de lo que va de S. XXI, ante una serie de síntomas como los que a continuación resumiré, y que afectan todos a un mismo personaje, llamémosle: ceroalaizquierda?
a) Apatía, inhabilidad, falta de pericia y hasta negligencia en el desempeño de lo que, tras alegres y exprimidos años de estudiante, se ha convertido en su profesión. Apasionado de lo teórico, ceroalaizquierda odia la práctica de su quehacer diario. Debido a ello, por puro afán de subsistencia, ha ido acompañando sus descarriados bandazos profesionales con otras actividades con las que mantenerse a flote. También debido a ello, se ha ido apartando de cierto “common sense”, espectro fantasmal que agarrota a compañeros y semejantes que con mayores capacidades (indiscutibles y evidentes) han sabido amoldarse/adaptarse con éxito a las mismas circunstancias.
b) Apatía, inhabilidad, falta de pericia y hasta negligencia en el desempeño de lo que, tras trompazos varios en sus inicios profesionales y ante su continua busca de alternativas, se podría haber convertido en su nueva profesión. Apasionado de lo teórico, ceroalaizquierda odia la práctica. Debido a ello, por puro afán de subsistencia, ha ido acompañando sus descarriados bandazos iniciales así como sus referidas intentonas posteriores, con otras actividades con las que mantenerse a flote. También debido a ello, se ha apartado definitivamente de cierto “common sense”, espectro fantasmal que agarrota a compañeros y semejantes que con mayores capacidades han sabido amoldarse/adaptarse con éxito a las mismas circunstancias.
c) Ceroalaizquierda agota sus posibilidades en lo que a dedicación profesional se refiere. En dicho asunto, su apatía e inhabilidad, unidas a su pasión por lo teórico, le han obligado a subsistir en un curioso equilibrio entre lo precario y lo ocioso. Tras años de bandazos ceroalaizquierda reconoce desorientado que en él no se manifiestan ambiciones laborales o profesionales, por desgracia, figuras totémicas e indicadores de la “categoría” personal de los individuos. Finalmente, ceroalaizquierda ha adquirido la condición de inútil.
d) Aunque ceroalaizquierda es un inútil, no es un ignorante. Su pasión por lo teórico se adorna a estas alturas con una desaconsejable tendencia a la reflexión, aunque esta sea perogrullesca y parvularia. Ambas abusan de su ociosidad y ante tan favorables condiciones se apropian de él y lo van convirtiendo, además de en inútil, en pedante y quisquilloso. Su apatía, tan desarrollada en ciertas facetas de su personalidad, convive con una destreza y afán que se desenvuelven abiertamente en otros campos. A diferencia del Papa, ceroalaizquierda sabe que los pájaros que tiene en la cabeza no son el espíritu santo, sino algo mucho más prosaico.
Pensándolo bien, recurrir a D. F. Wallace en estas lamentables circunstancias podría suponer para nuestro protagonista adoptar medidas de lo más drásticas. Los síntomas que lo aquejan, más comunes de lo que este inútil pedante y quisquilloso cree, pueden llevar a ceroalaizquierda a un callejón sin salida. Y sabido es que, dependiendo de la intensidad con que se vivan los callejones sin salida, el elenco de reacciones ante los mismos puede ser igual de variado y diverso, abarcando desde el estornudo hasta la decapitación.
¿En que acabará convirtiéndose ceroalaizquierda? Peor aún, ¿en que se ha convertido ya? ¿Tenemos en ciernes a un peripatético neorrural? ¿A un tronado de los que acaban cociendo pan en Agadir o en el Atlas, auto convenciéndose del gran paso que ha dado, mientras no puede vivir sin el portátil y mil pijadas más? ¿A un clásico “perjiseiro” o un no menos clásico “cagapoquito”? ¿A un potencial estilita o a un decadente y endogámico pusilánime?...
Fijaros en el patetismo caricaturesco y estereotipado de las bochornosas alternativas vitales que se abren como oscuras bocas de lobo en el horizonte más cercano de nuestro quijotesco ceroalaizquierda. Cualquier inútil en el que destaque su pasión por lo teórico, adornada por una desaconsejable tendencia a la reflexión, unido a una más que probable hambre de lectura, debe tener muy claro que antes de elegir entre un neorrural, un tronado que acaba cociendo pan en una Kasbah, un perjiseiro cagapoquito y hasta un estilita o un decadente pusilánime, es mejor pegarse un tiro en la sien. Aunque también es cierto que si ceroalaizquierda es realmente un apasionado de lo teórico, sabrá perfectamente que por definición al “horizonte” (línea que en apariencia separa el cielo de la tierra), constituido en este caso por sus alternativas vitales, “no se llega nunca”, pues a medida que nos acercamos a él, en esa misma medida, él se aleja de nosotros. Esta paradoja es pasada por alto hasta que boquiabiertos caemos en su campo de influencia. Para algunos puede ser su salvación y para otros la gota que colma el vaso. Ceroalaizquierda aún no ha decidido en que grupo alistarse, pues, con la pistola en la mano izquierda y la enciclopedia en la derecha, es un mar de dudas.
a) Apatía, inhabilidad, falta de pericia y hasta negligencia en el desempeño de lo que, tras alegres y exprimidos años de estudiante, se ha convertido en su profesión. Apasionado de lo teórico, ceroalaizquierda odia la práctica de su quehacer diario. Debido a ello, por puro afán de subsistencia, ha ido acompañando sus descarriados bandazos profesionales con otras actividades con las que mantenerse a flote. También debido a ello, se ha ido apartando de cierto “common sense”, espectro fantasmal que agarrota a compañeros y semejantes que con mayores capacidades (indiscutibles y evidentes) han sabido amoldarse/adaptarse con éxito a las mismas circunstancias.
b) Apatía, inhabilidad, falta de pericia y hasta negligencia en el desempeño de lo que, tras trompazos varios en sus inicios profesionales y ante su continua busca de alternativas, se podría haber convertido en su nueva profesión. Apasionado de lo teórico, ceroalaizquierda odia la práctica. Debido a ello, por puro afán de subsistencia, ha ido acompañando sus descarriados bandazos iniciales así como sus referidas intentonas posteriores, con otras actividades con las que mantenerse a flote. También debido a ello, se ha apartado definitivamente de cierto “common sense”, espectro fantasmal que agarrota a compañeros y semejantes que con mayores capacidades han sabido amoldarse/adaptarse con éxito a las mismas circunstancias.
c) Ceroalaizquierda agota sus posibilidades en lo que a dedicación profesional se refiere. En dicho asunto, su apatía e inhabilidad, unidas a su pasión por lo teórico, le han obligado a subsistir en un curioso equilibrio entre lo precario y lo ocioso. Tras años de bandazos ceroalaizquierda reconoce desorientado que en él no se manifiestan ambiciones laborales o profesionales, por desgracia, figuras totémicas e indicadores de la “categoría” personal de los individuos. Finalmente, ceroalaizquierda ha adquirido la condición de inútil.
d) Aunque ceroalaizquierda es un inútil, no es un ignorante. Su pasión por lo teórico se adorna a estas alturas con una desaconsejable tendencia a la reflexión, aunque esta sea perogrullesca y parvularia. Ambas abusan de su ociosidad y ante tan favorables condiciones se apropian de él y lo van convirtiendo, además de en inútil, en pedante y quisquilloso. Su apatía, tan desarrollada en ciertas facetas de su personalidad, convive con una destreza y afán que se desenvuelven abiertamente en otros campos. A diferencia del Papa, ceroalaizquierda sabe que los pájaros que tiene en la cabeza no son el espíritu santo, sino algo mucho más prosaico.
Pensándolo bien, recurrir a D. F. Wallace en estas lamentables circunstancias podría suponer para nuestro protagonista adoptar medidas de lo más drásticas. Los síntomas que lo aquejan, más comunes de lo que este inútil pedante y quisquilloso cree, pueden llevar a ceroalaizquierda a un callejón sin salida. Y sabido es que, dependiendo de la intensidad con que se vivan los callejones sin salida, el elenco de reacciones ante los mismos puede ser igual de variado y diverso, abarcando desde el estornudo hasta la decapitación.
¿En que acabará convirtiéndose ceroalaizquierda? Peor aún, ¿en que se ha convertido ya? ¿Tenemos en ciernes a un peripatético neorrural? ¿A un tronado de los que acaban cociendo pan en Agadir o en el Atlas, auto convenciéndose del gran paso que ha dado, mientras no puede vivir sin el portátil y mil pijadas más? ¿A un clásico “perjiseiro” o un no menos clásico “cagapoquito”? ¿A un potencial estilita o a un decadente y endogámico pusilánime?...
Fijaros en el patetismo caricaturesco y estereotipado de las bochornosas alternativas vitales que se abren como oscuras bocas de lobo en el horizonte más cercano de nuestro quijotesco ceroalaizquierda. Cualquier inútil en el que destaque su pasión por lo teórico, adornada por una desaconsejable tendencia a la reflexión, unido a una más que probable hambre de lectura, debe tener muy claro que antes de elegir entre un neorrural, un tronado que acaba cociendo pan en una Kasbah, un perjiseiro cagapoquito y hasta un estilita o un decadente pusilánime, es mejor pegarse un tiro en la sien. Aunque también es cierto que si ceroalaizquierda es realmente un apasionado de lo teórico, sabrá perfectamente que por definición al “horizonte” (línea que en apariencia separa el cielo de la tierra), constituido en este caso por sus alternativas vitales, “no se llega nunca”, pues a medida que nos acercamos a él, en esa misma medida, él se aleja de nosotros. Esta paradoja es pasada por alto hasta que boquiabiertos caemos en su campo de influencia. Para algunos puede ser su salvación y para otros la gota que colma el vaso. Ceroalaizquierda aún no ha decidido en que grupo alistarse, pues, con la pistola en la mano izquierda y la enciclopedia en la derecha, es un mar de dudas.
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