lunes, 3 de junio de 2013

Ágape se paga/Gaddis... Bernhard & Gould

Memorable… vaya latigazo, vaya calambrazo de amperios mix al por mayor que es este librajo de William Gaddis. Una pasada, acoso y derribo, diez total… miña nai… Me lo leí a pelo, ni prólogos ni explicaciones ni advertencias ni monsergas ni demás mierdas light, que lo de explicarnos a Herr Gaddis, cosa en la que se empeñan tantos incluido uno, es como que nos expliquen un solo de Coltrane imposible…

En la primerita página ya te pierdes, qué gozada… misma página en la que, tras perderte y resbalar y embadurnarte, llegas a lugares nuevos e hipnóticos y deslumbrantes llenos de gominolas… daquela, para qué carajo las puñeteras explicaciones, que cada cual se lo pase como le venga en gana…

Gótico carpintero es brutal hasta la neuralgia… Ágape se paga es radical hasta la neuralgia… podría decir dolor de cabeza, pero no… Herr Gaddis, vaya libros! atiza como pocos, pedal a fondo, trecemilrrevoluciones, árbol de levas, diferencial…

En esa misma primerita página en que ya te pierdes y luego apareces en lugares algo así como los de Esferas, se te viene a la cabeza cierto portento mayor e insuperable al que Mr. William parece estar adorando de manera altamente especializada… luego lo confirmas, que aparecen en el librajo de Gaddis, como quien dice una explosión termonuclear… y de repente te los topas delante: a Thomas Bernhard y su libro sobre Glenn Gould y las Variaciones Goldberg y su Hormigón y el pianista virtuoso compañero del pianista genial que, ante su evidente inferioridad, acaba con sus días, Wertheimer o sea El malogrado… y el complejo de ser el Steinway para sentir cómo Bach te toca… a ver, todo eso nos lo repasa Gaddis en su calambrazo Ágape, que lo que pasa es que William se leyó a Bernhard y dijo Eureka!…

Resulta que Gaddis estuvo la vida entera obsesionado con un tema (el que trata en Ágape se paga: ¿?)… sin saber cómo abordarlo en un libro, juntando fichas, recortes, artículos, documentándose, pensándoselo, lo mismo que Arno Schmidt… resulta que luego descubrió al genízaro mayor Thomas Bernhard, se leyó sus pepinazos ombliguistas en forma de libro… y flipó y se dijo qué pasada y pensó that´s it, digo lo tengo… y se puso con Ágape se paga, desatascó por fin el ronroneo que lo acompañaba… y le sale lo que le sale: primo hermano de Thomas, rotundo y salvaje y tan sólo de ochenta y pocas páginas, aire comprimido, silencio se rueda acción kilotones blast cuerpo a tierra bunker… si no es por el desencadenante Bernhard no me sale el solo flamígero, pensaría Gaddis, como si fuera el mismito Coltrane, qué chaparrón de fusas sin control… entonces resulta inevitable pensarse que eso de las influencias en todas sus vertientes hasta la emulación cuasi plagiaria, aparte de inevitable y necesario vaya perogrullada la mía, es cojonudo cuando de eso se vomita algo noivo, perdón, nuevecito y apabullante… no como en el caso de…

…si habéis llegado hasta aquí, despistados, os diré que no hacéis ni puñetero caso, porque os he dicho arriba, no más empezar la estupidez de comentario esta, que a Gaddis hay que leerlo a pelo, carajo, sin más condimentos ni comentarios… o en todo caso, antes de leéroslo, un buen mareo sonoro de Gould o Coltrane… luego veréis a Herr Gaddis y Ágape qué versión altamente especializada del ombligo Bernhard y del fin del mundo mecanizado… espectacular, en serio, de verdad, a la librería, a la biblioteca, anfetaminas... fiirmes!.











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