Me estoy enterando
de cosas tan sorprendentes que es mejor explicarse unomismo, todojunto y alavez.
Me cogí un manual, tres renglones no más, de sincronía… con esos principios
básicos me puse a reinterpretar la ¿realidad? Vaya tontería, diréis…
El resultado es el caos…
me refiero a que encuentro que es un caos lo que, hasta ahora, pensaba que era
el orden. De verdad… que basándolo todo en la sucesión del antes –
ahora – después o en el pimpampum del blanco o negro… lo
único que consigo es un caos, que antes pensaba que era el orden pero que ahora
sé que es el más absoluto e incoherente desbarajuste… una broma pesada. Un trazo
gordo en el que dormirse toda la vida, roncaqueterronca. Lo anterior
resulta tan barateiro que paso al meollo… que es aún más pobre por mi parte
escribirlo y no callármelo.
Con ello quiero
decir que Rosalía, ahora poneros todos de rodillas que lo manda la Administración, vivió su infancia en un plácido palacio báltico y que se
puso a escribir lo mismo que se pudo poner a presentar un programa de
televisión en una cadena pública sobre qué difícil es vivir en este mar de lágrimas
y de dudas y por favor para ya Rosalía de quejarte, detente, sosiégate,
de verdad, habla con un médico o despide a tu representante la Administración que está arruinando tu salud aún más, pero para que es insoportable eso de quejarse todo el puñetero día convertido
en eternidad, descansa un ratito, olvídate del papelón en que te han metido, quejarse siempre y en dos idiomas a la vez, motor de cuatro tiempos, quejarse de lo horroroso y lamentable que es esto de vivir pues pégate a un trueno, o haz tai chi, o viaja algo y déjanos en paz un rato, no, mejor aún, déjame en paz de una vez a mí en concreto y
exclusivamente déjame en paz a mí, ya… adiós ríos adiós fontes.
Precisamente porque
vivía en un plácido palacio en las orillas del Báltico estaba todo el día
quejándose… asísomos. Esto me lo explicó con otras palabras pero igual
diagnóstico un CompincheM.
Quede claro que aún
pienso, ahora en pequeñito y titubeando pero mañana a lo mejor ya cambio de
parecer, que la tipa es una escritora como un piano, quiero decir
buena, hay que ver qué praderas de espuma algunas de las cosas que escribió, a mí
me gustan según qué cosas pero… quede claro, también, que un piano puede estar mareado o servir para tocar como Cecil Taylor, qué gozada, o mismamente para
tocarte las pelotas o, incluso, para que, cayendo estridente desde el ático
hasta la acera por la que caminas, te aplaste hasta el Talón de Aquéllos,
merecido castigo por no hacerle caso a los de la Dirección Xeral y no
estar de rodillas postrado ante el largo, perpetuo y endogámico lamento de la
Frau de Castro. Bueno…
Ingeborg Bachmann vivió su infancia en las orillas del Sar… bonito río, adiósríosadiósfontes,
vio tanques y alambradas, no!, los imaginó… su marido Murguía mugía de noche,
vociferaba de día, después el tipo lo ponía todo por escrito y ahora lo lees y te
mueres de risa y de pavor… luego viene la Dirección Xeral y te dice que es el ABCD
y entonces lo ves más claro y también negro y piensas yo paso... No se
conocieron, qué suerte tuvo Ingeborg… si llega a conocer a
Murguía se le ponen los pelos como escarpias, digo las trenzas como una
catenaria y los de la Dirección Xeral nos la endilgan de tres en tres
tazones hasta en la Sopa de las letras bobas.
En la primera parte de El caso Franza que
escribió Ingeborg, no Rosalía, ojo no os hagáis un lío como yo, nos cuenta Frau Ingeborg
su Retorno
a Galicia, su hogar… Aún no lo he leído, El caso Franza digo, para llevarle
la contraria a los de la Sopa de las letras bobas, una por
papá una por mamá. Ay… Murguía/mugía/y/Rosalía/la/lía suena a canción o a
estupidez para entonar en Las orillas del Sar, del Báltico o de la Ría, ía,ía,ía.
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