Cuidado, no tocar, manténgase a distancia… biohazard… qué pedazo librajo,
enfermizo, padeciente… Cesare Pavese, relatos de su
juventud. Apártense, que hace explosión… Cómo sobrevivió el gachó hasta los
cuarenta y pocos si escribía estas cosas con 20 añitos… un misterio… cómo
aguantó tantos años sin acabarse a sí mismo por la vía rápida, salto al vacío,
piscina sin agua… ni idea… debía ser su falta de decisión y de empuje, porque
parece que la cosa estaba más que resuelta y zanjada ya desde rapaz: el virus
del ombligo, pensante en negatifo…
borrarse, levantar la mano sobre uno mismo: diga 33, no puedo… diga A,
tampoco puedo… tómese esto que le sentará bien, no soy capaz de tragarlo… como
se llama, endogamia… váyase a la mierda hombre…
Los relatos de Cesare están tremendos, en su línea,
que a mí me encanta, para sustos: ansiolíticos; para maratones: anfetaminas… y para
Pavese el cuarto oscuro por pensar esas cosas que pensaba y sobre las
que luego escribía así de bien… monocasco, digo monotema… el atropello
voluntario como ¿solución?… apa rte de eso (lo que
llaman su vicio absurdo), pues las escapadas de mocedad, las colinas, las
dudas, la velocidad, la inexperiencia, los terribles amores imberbes que se
sienten al máximo pero se viven al mínimo, los descensos exprimiendo el
Alfa Romeo y las curvas… y vuelta al absurdo
fatal… lo de siempre en él, qué maravilla, y con ese aire tan fresco…
A Herr Pavese vamos a conservarlo a
destajo en la fábrica de terciopelo… con esos otros tipos y autores que parece
que sintieron por todos los demás, aunque algunos no hubieran vivido casi nada,
que manda truco de magia… y que supieron contarlo de esa manera artística en que
su congoja es nuestra congoja como quien se planta delante de un espejo… y ni
rastro de melodrama barato, al contrario, que la cosa cuaja y es asunto serio y
el
tormento se nos viene encima y nos asalta el recuerdo de… y el monocasco
de Pavese
golpea y asedia con dureza la costa a nuestro lado… vendrá la muerte y tendrá tus ojos… que
pase el siguiente por sus páginas y que se mire al espejo las tripas…
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