Sigo intentando aprender matemáticas por entregas. Supongo que así podría desvelarle el secreto aritmético que esconde el fenómeno Onetti. Porque os digo que Juan Carlos es un milagro geométrico, aparte de poseedor de una serie de formulitas euclídeas irrefutables, incuestionables, propias y personalísimas, que dejan a uno estupefacto ante el despliegue de sus encantos…
Ahora se me dio por El astillero… sin comentarios. Cuando
uno se pone con su Tan triste como ella y otros cuentos, se pregunta si semejantes
quiebros y sinsentidos y nubarrones se podrían trasladar a novelitas completas,
en plan más páginas que las quince, veinte o treinta del relato, que a veces un
minuto parece una eternidad y viceversa... Pues uno se coge El
astillero y, sepa o no matemáticas, está apañado, porque el gachó del
Uruguay sí que sabía mucha mate y mucha formula numérica del desencanto, del estupor,
del pudo ser o del será… y aunque recién nos venga de tocar la alegría mayor
del reino, veremos que, una vez que nos meten el jeringazo con la enfermedad vírica
Onettiana en forma de ecuaciones de resultado igual a indeterminado, la cosa es
borrosa y fantasmal y es como si se nublara nuestro cielo…
Le sale todo muy suyo, que no se confunde con lo de otros, desde un
cuento hasta un testamento a JCOnetti las palabras le salen muy a
su manera… desde los nombres de sus personajes, las filias y disgustos que
padecen, las localizaciones por las que deambulan, sus conexiones neuronales,
todo suena a que estamos hablando de verdad de la buena, que esto es muy serio
en el sentido de que no son tonterías ni superficialidades ni banalidades con
las que perder el tiempo, cosa muy recomendable, también, por supuesto, lo de
perder el tiempo, a mí me encanta, ya no digamos con un libro de Onetti
en la mano… eso que otros resumirán con que denso, que el uruguayo es denso, y
al final es lo mismo, que denso sí o denso no, cada uno lo entiende como quiere,
que con eso, aparte de no decirnos nadita, algunos le escapan y otros se le
abalanzan al cuello para desgañitarse con la emoción. Y tenemos algo que no sabemos lo que es… salvo que
Onetti
es una pasada verdadera… y encima El astillero está escrito de verdad
de la buena, de esto que con diez años dices te lo juro, pero luego te
instruyen con que eso no se dice y ya más mayorcito se te da por decir, en vez
de lo de antes, que a lo que te recuerda Juan Carlos es a un grupo musical,
uno de esos escasísimos grupos que acongojan con dos acordes nomás… y te dices voy a pinchar aquí, te lo
juro, de verdad de la buena, como en el otro post dedicado a Onetti,
pero en una canción distinta.
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