Vengo de rematar la faena esferológica del loco-de-atar
Peter Sloterdijk… que es un librajo, el tal Esferas III (espumas),
que a numerosos estudiosos del saber mundial toca las narices hasta decir
basta… narices que también toca a muchos de sus lectores, entre los que no me
encuentro porque a Sloterdijk yo no lo leo que lo escucho y entonces lo
incomprensible y lo impensable se convierten en armonía y música para mis ojos y
aunque no entiendo ni pío me suena bien…
Pero es que estoy exagerando porque
parte del libro SÍ que la ¿entiendo?… entiendo qué es el atmoterrorismo,
espectacular asunto que desmenuza el loco-de-atar teutón, por no hablar de la
escalofriante disección de la guerra de gas, por no hablar de los atentados con
gas sarín… también entiendo los aerimotos… y eso del estar retenido
en la máquina de habitar, y las incubadoras de mundo, y el aire en lugar
inesperado, y el quirotopo o el nomotopo… y el invernadero de confort y la
escala de mimo abierta hacia arriba y las islas atmosféricas y las islas
antropógenas y las arquitecturas de la espuma y los colectores para humanos y
los sínodos discretos… también os puedo espetar que “la modernidad aparece como un
experimento de levitación expansivo y transcultural: con el acento puesto en la
espumización de lo real gracias a la introducción de momentos de impulso hacía
arriba en el complejo de gravedad…” con lo que supongo que no os creéis
que haya ¿entendido? apenas una o dos de las miles de cosas impensables e
incomprensibles o totales absourdites que suelta el loco-de-atar a lo largo
de las casi 700 paginazas del tercer tomo de la novela brutal de las Esferas,
y acertáis, que os repito que a este tipo no lo entiendo, pero cómo-hipnotiza…
Sabiendo que los tres tomazos de sus Esferas
se pueden leer independientemente y por separado, también del derecho o del
revés, lo más aconsejable es no leerlos, sin más, mejor aún, ninguno
de sus libros, añado… después, lo siguiente más aconsejable, pero nada
recomendable, sería leer sólo uno de los libros de la trilogía… en ese caso el
primero y el tercero son más cortos que el segundo, que es demasiada golfería
junta… por último, el pauperizado lector que tenga los tres tomazos en casa
porque un día aún no se explica cómo-por qué-quién se los compró, regaló o
endilgó, es mejor que se tome la cosa con calma y anfetaminas… porque merece
mucho la pena y es mejor no desfallecer o gripar…
Y vuelvo sobre algunos de los expansivos
y especulativos temas que trata el loco-de-atar, que resulta que el atmoterrorismo,
os repito que tremendo asunto, se inaugura con ciertos acontecimientos bélicos
acaecidos en Ieper (Ypres) el 22 de abril de 1915, pero a ras de tierra. Más
tarde, este atmoterrorismo a ras de suelo se convierte por primera vez en guerra
aeroquímica en la confrontación bélica del Rif, en el Marruecos
español, entre los años 1922 a 1927… y hay que ver que nos cuenten estas
historias el loco-de-atar y Rolf Dieter Müller, autor al que nos
remite Sloterdijk y del que hace tiempo nos leímos su entristecedora La
muerte caía del cielo…
Resulta que Rolf Dieter debe ser un
claro ejemplar de teutón-encerrado-en-su-habitación que se dedica a diseccionar
todo lo que se le pasa por la cabeza… y a Rolf se le pasó por la cabeza la guerra
de gas aérea, y entonces sucede que nos dice que la primera vez que tal
lindeza tuvo lugar fue por estos lares; y este espumoso suceso nos lo
cuentan estos tipos del norte que, si no, como que ni nos enteramos de que
también aquí se hacen salvajadas técnicamente avanzadas…
quien quiera embarrarse con los datos que se
busque el librito Gas venenoso contra Abd el Krim. Alemania, España
y la guerra de gas en el Marruecos español, 1922-1927 (Friburgo, 1990),
librito que no encontrará traducido pero del que sí hay ciertas referencias
castellanizadas, algunas serias y otras tramposas e interesadas, como de
costumbre, y que cada cual se trague la píldora que le vaya mejor para
conciliar su sueño-de-tranquilidad-seborreica…
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