Se me ocurren pocos sitios más en el
umbral que Chaguazoso, Concello de Vilariño de Conso… hay que verse. Una
vez aparecimos allí sin saber de su existencia... Tampoco sabíamos qué era eso
de las torres o chimeneas de equilibrio; al verlas recorriendo el
monte, no entiendes nada… Buscábamos indicios del paso de Cid Cabido por las piedras
del Invernadoiro
o
Manzaneda… me diréis vaya delirio. Al rato te piensas lo de quedarte
allí… cuidado con el lugar. Cuando, en medio de aquel panorama, descubres la
dichosa presa del río Cenza, se te cae el invento al suelo, convertido en espuma
verde… qué espanto.
De los varios libros sobre dentelladas
licantrópicas me agencié hace poco Manuela Branco Romasanta, O lobishome asasino, de Mariño
Ferro. Cuánta información… y cuánta novedad. Empezando por el género del
archiconocido ¿Hombre? Lobo de Allariz… vaya una cuestión a dilucidar, no
tenía ni idea de la porfía.
El libro no tiene desperdicio… de lo
mucho que cuenta, me quedo con lo que no aparece por ningún lado… la trocha, el
camino, el deambular, el reguero de fino hilo que, sobre la carta,
trazarían las andanzas del Licántropo… estuve traduciendo al mapa dicho paseo
infernal. Los datos los coges del librajo… los conviertes en
trigonometría plana y elemental, nada de tecnicismos, y… quede claro que iba
buscando a Cid Cabido en esas piedras y páginas.
Lo que me sale es un dibujo,
que para algunos será un garabato y, para otros, una premonición…
el caso es que aparece Chaguazoso… cúspide y vértice oriental
del mapa, lo tengo delante de las narices… la presencia en dicho pueblo del lobo
humano sin género definido, nos la cuentan algunos de los testigos del
juicio celebrado contra Romasanta, cuyas actas y detalles desmenuza en su libro
Herr
Mariño Ferro… testigos vecinos de Chaguazoso.
Me da que ese lugar en las alturas, de
nombre inverosímil, colgado de las montañas oscuras, podría haber salido de un relato de
Méndez Ferrín… pero en ese relato no encajarían las chimeneas de equilibrio,
estructuras de ciencia ficción en medio de aquel paréntesis de roca negra…
con ellas, con esos artefactos verticales, el relato deja de ser del Titán de
Ouréns y pasa a ser de Cid Cabido… vaya dos, seguro que
encerrados diez minutos en una de esas torres, con los pies hundidos en roca
negra y los brazos en las nubes, inventarían elnovamásallá de
Chaguazoso.
El no vas más acá podrían ser Los Hombres-Lobo…
recopilación de cuentos y aullidos de la colección El ojo sin párpado.
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