Me pilló hace unos
días sentadito frente al televisor una entrevista con un personaje desconocido…
fue empezar a hablar el tipo Josef Winkler y quedarme pegado a
las paredes
de mi estómago, flup, flup, que se encogió de golpe…
Lo que decía… cómo
lo decía… miña nai. Busqué, luego, qué había de él por estos lares, en plan
libros publicados… con la esperanza de que en las páginas del gachó austriaco
salieran a relucir las visiones e idas de olla que se le
escapaban por la boca cada vez que la abría a lo largo de la entrevista de marras…
Hay un momento en
el programa de que os hablo… es que es mucho… Winkler aparece medio
lelo en la capilla de Klagenfurt que decoró, en floral
y luciferino, el visionario de Ernst Fuchs… guau… de repente, Herr
Josef abre una de estas puertas
camufladas que sólo ves cuando se torna… al pie de ella una escalera de piedra
que, de lo estrecha y empinada, parecía una enredadera encajonada y terca… que
debe subir
a muy abajo, hasta mi estómago encogido.
Cuando llegue el
momento, librajo impactante, es como la entrevista… una pasada.
Difícil, tensa, repetitiva, obsesiva… llena de imágenes que, sin
alteraciones de la percepción, no sé cómo se le vienen a uno a la cabeza. Un
tipo distinto… La obsesión del Gachó Winkler es religiosa. Su
solución para salir del encierro es puro arte… y alguna píldora de Thomas
Bernhard… El libro es un escándalo magnífico de repeticiones, barruntos
sobre la endogamia y poca ventilación. Él lo vivió en Austria. Hay gente que,
cuando revienta, escribe como si fuera un oráculo, pim pam pum… Winkler
cierra los ojos, coge la pluma de escribir, algo de carrerilla, y ve,
del verbo ver, no del ir… hay otro momento en la entrevista, Winkler está sentado
en un columpio y suenan unas campanas… le da la risa y, en seguida, ve
a Bernhard…
Acabas pidiendo
tiempo muerto… e impresionado, porque la Austria profunda, endogámica e
insoportable que sulfata hasta la aridez Herr Winkler, un país que es como un oscuro
jardín de tanatorios, cabos de año, entierros, desgracias, lutos en vida,
legítimas, herederos mejorados, lluvia y campanazos a muerto… una mugre gris y añeja
que acaba con cualquiera como la humedad con la madera… es el vivo
retrato, pasados los Alpes y los Pirineos, de nuestra endogamia galaica… lume
fúnebre!... qué cosas, meu, apagayvámonos.
Para medir los
tiempos, me acabo de poner con uno de Thomas Bernhard… Acontecimientos
y relatos… la primera en la frente, qué tipo. Goethe en el lecho fatal,
asistido por ThomasB y reclamando la visita de Wittgestein, que lo vayan
a avisar a Inglaterra… vaya una historia de futuro. Cuando se publicó, el
relato se titulaba Goethe se mmmuere… con tres emes… ahora lo cambian,
supongo que con permiso de Sáenz, y le quitan dos. Trampa, que Thomas le puso
tresch...
En Acontecimientos
y relatos sale el original, con sus mmm, como debe ser… para pillarlo
hay que buscar.
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