Recién hace poco me topé con lo que,
entrevistado en 1965, dijo el Tovarich Vladimir florero Nabokov
sobre la literatura del siglo XX… que si:
a.- Joyce y su Ulises (mira que hay que
ser esnob,
Vladimiro…)
b.- Kafka y su Metamorfosis…
c.- Biéli y su
Petersburgo
d.- Marcel y su En busca del Proust
perdido, primera parte del tiempo.
Dos cosas resultan raras, intrigantes,
en esta lista… las demás son lugares comunes, y una un error imperdonable: pues
todos sabemos que a Kafka y a Proust no hay quién les tosa (oiga, yo no estoy
de acuerdo…)... y que Ulises es la gran estafa anglosajona…
seguida y alabada, a pies juntillas, por una recua de onanistas atrapados en
este pueril
fraude piramidal que se nutre de inseguros y horteras, todos nuevos
ricos...
En cuanto a las intrigantes, la cosa primera
es obvia: su ausencia. Lo que le debió costar al Pope Nabokov no
incluirse en la relación de lo mejor… aunque resulta verosímil pensar que, en 1965,
Herr
Vladimir se consideraba lo mejor… pero del venidero S.XXI… que Franz y Marcel estaban superados… por él, claro.
La segunda intriga era Biéli… Lo demás ya
está explicado arriba.
Como Herr Biéli es una intriga,
sólo decir que estaba de la cabeza hasta los pies… en La
paloma de plata hay diversos síntomas y concreciones, varios
deslumbrantes, de esta patología desconocida… de verdad grave. Llamarla
demencia, locura, creatividad o casualidad es lo de menos, salvo que seas un obsesionado
por el orden y las clasificaciones… en cuyo caso te recomiendo que te
leas el dichoso Ulises hasta equivocarte aún más.
La paloma de Andréi es una mezcolanza
de la recta con la curva, o si quieres, del cuadrado con la circunferencia…
siempre hay más de una cosa que de la otra; a ver, si hay muchas rectas hay
pocas curvas, pero cuando aparece una la disfrutas al máximo, medio te mareas,
se te sube el corazón a la gorxa que otros llaman garganta, luego vomitas y
descansas un rato. Pues eso… en La paloma de plata hay mucho de edificio
decimonónico al que, sometido a la mano loca de Biéli, se le saltan las
costuras… y es que hay unos jirones, no muchos, es cierto, por los que se le
ven toditos
los intestinos al asunto. Quede claro que los intestinos del diecinueve
son ese aire estancado de descripción ilimitada que convierte un
librajo que como mucho daría para quince páginas en uno de quinientas… dejando
al margen que, como en todo, también el aburrimiento-nº19 tiene sus
excepciones… No os pongo las más evidentes porque no las conozco...
Acabada La paloma de plata,
escrita por el año 1909… buscando un agravamiento de la demencia de
Andréi, me salté la posterior Petersburgo, escrita alrededor de
1913, recomendada por Nabokov y que queda para otro día… y he acabado en 1916,
con Yo,
Kótik Letáiev… miñanai, qué comienzo abrasador, qué descontrol: Herr
Doktor, este tipo se está saltando su medicación... Tremendo… menos mal
que no lo internaron en el cuarto oscuro y le dejaron escribir al Gachó
Biély o Bely o Biéli...
En Yo, Kótik Letáiev ya no queda ni
rastro del edificio siglo diecinueve… todo se lo ha cargado Herr
Biéli… la mano perturbadora de Andréi campa a sus anchas, de trompo
en derrapada… el librajo es un truco, un enigma, una advertencia en clave Rudolf
Steiner, con eso está todo dicho… no sé, las Memorias de Abajo de Frau
Carrington parecen una nana dedicada a la cordura… de las
habitaciones salen laberintos y de las manos, hilos de luz que no se
ven, que existen pero que no suceden.
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