Hace dos días me
contaron una historia… quien lo hizo, lo hizo para que no se me olvidara.
Luego me mandó a tomar vientos… La historia era sorprendente y, según me decía,
cierta. Que no se te olvide.
Era igualita, de pe
a pa, al argumento de cierto librajo que me sé de memoria porque recién me lo
acabo de leer.
De estas
casualidades que se dan… porque la historia era de estos días y el
libro es de hace cien años. Pero iguales. La historia es actual
aunque la pongo en pasado, mientras que el libro, que tiene ya más de cien
años, va en presente. La mejor manera de resumir estas tonterías es con un, más tonto todavía,
juego de palabros…
El libro que tiene
más de cien años es Adriano Séptimo, de Frederick Rolfe lo mismo que decir Barón
Corvo. La historia actual os la podéis imaginar, situada en Roma.
Del Barón Corvo me avisó hace tiempo un CompincheM, cuando había que
leerse el libro de Symons sobre el Corvo. Qué bueno…
Pero es más
enrevesado el asunto este sin sentido… porque mientras pasaban los más de cien
años necesarios para que se diese la coincidencia de que os hablo, Guido Morselli
publicaba su Roma sin Papa… Con cosas así: eso del pliegue del tiempo que se repite y
su eterno retorno y su noséqué pero está claro que algo pasa con el tiempo y no
sabemos qué carajo es… pues resulta evidente que Adriano Séptimo y Roma
sin Papa y la historia que a mí me contaron el
miércoles pasado tienen un mismo autor, quiero decir que libros e historia los
escribió y contó la misma persona…
Lo pillé de las
solapas, al tipo del otro día, se hizo cacolas por la patinbaixin, y me dijo: me
moría si no te lo contaba. Luego me reconoció los hechos mientras nos
poníamos las máscaras de gas. Con las máscaras dábamos miedo, los dos. Le
pregunté si me había dicho ¿me moría o memoria?
Te estás pasando,
meu. Que no se te olvide… Corvo y Morselli juegan a eso de
ver en el más allá como si fuera el más acá y ponerlo por escrito para que se
sepa… pasa luego un tiempo… y aciertan porque después de la marea alta viene la
baja, y así sucesivamente, en serio, que esto ya lo sabían nuestros
antepasados cuando aún no habían bajado de la rama de un árbol. Pero que
acierten, me refiero a Corvo y Morselli, nos sorprende…
De Frederick
Rolfe dan ganas de contar más de una… lo mismo que de Morselli.
Hay un libro muy interesante que yo no he leído porque es difícil de encontrar
y que, salvando escepticismos de esos descreídos que siempre contestan que están de vuelta, supuestamente demuestra
que tal y cual autor eran la misma persona… hasta ahí, pasa.
Pero luego, el mismo libro sigue y nos demuestra que esa misma persona ya
estaba pendurando, algo así como colgada mediante un brazo bien peludo
dotado en su extremo distal de dedos retráctiles que se aferran con fuerza, de
la rama de un árbol. Venga ya. A ver ese libro, carajo, dónde está...
Ahora pienso que el tipo que me contó la historia, que es el mismo que Herr Frederick y Herr Guido, se parecía a Philip K. Dick... ¿No?... Sí!
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