De nuevo me armé de calculadora y
anfetaminas… como hice con el Testamento geométrico de Rafael Dieste.
Esa experiencia ya la conté; quien quiera aburrirse que busque en el blog… o
que se agencie el libro de Dieste.
Juntar esos dos términos en forma de
título de un manual de mates, me refiero a Testamento y geométrico, tuvo
consecuencias. Muchas de ellas negativas...
También otros juegan a juntar palabras
que se repelen… recién he terminado de no comprender la Breve
historia del Infinito… a qué viene eso de reunir en el mismo título infinito
y breve
¿?... Disimular, luego, la emboscada con “…historia del…” me parece chapucero
y… Habría que explicarle a Paolo Zellini que no vale. Que se
envaine la historia y que se aclare... Empecé el libro de Herr Zellini con
tantas ganas que, ante semejante desbarajuste, me convencí de que Paolo
confunde breve con infinito. Error mío, sin duda… Pero trampa tras trampa me
acabaron tocando las morales sus continuas alusiones a Borges, Novalis y otros
tipos de semejante calibre… Zellini, algo medroso, parece que juega a: me dijeron que comentaron que habían oído a no
sé quién decir que otro fulano dijo que creía que… Zellini, meu, un mínimo
de.
DFW lo dijo mejor,
más claro: Todo y más… aunque luego viene una cloaca del editor, en
este caso el subtítulo en castellano: Una
breve historia del infinito…
porque, en el original, el palabro trampa “breve” no aparece por ningún lado,
que el original se decanta por “compact”… ahora que cada cual elija
entre ir al diccionario o mandarme a paseo o las dos cosas.
El caso es que librajo de Zellini
lo pillé convencido y me llevé una trompada… el de Foster Wallace (en plan
profe de mates, igual que Dieste) lo pillé pensando en la trompada que me
esperaba y al rato me tenía pasándolo no veas qué bien… muy divertido,
no hay color. Algo así como El diablo de los números, de Enzensberger,
aunque en plan obsesivo y prolijo y/o pedante y frondoso y para darle de comer
aparte… Puro DFW.
Entre Breve y Compacto, me quedo con que
Los
libros de Ciencia para tipos de Letras si salen bien son una gozada…
si, a mayores, hay aprietos y conflicto y explosiones, entonces te agarran por
las pelotas que otros llaman balls y te lo pasas a garrotazos… como
cuando jugabas de chaval a ser chaval... Un ejemplo de lo anterior, conflicto y
explosiones: Las guerras del uranio, una rivalidad científica que dio origen a la
era atómica… qué gozada. Una pasada, de Amir Aczel.
No se me ocurre mejor sobredosis
de pantallazos que verse o leerse o tragarse de carrerilla una terna
sobre el asunto salvaje e infame de los científicos que en nombre del ¿progreso?
y de la ¿paz mundial? inventan y preparan bombas inimaginables que luego van y
funcionan y explosionan a 600 metros de altura y achicharran a todo quisque
debajo de ellas en tierra firme durante dos compactos y breves infinitos
de luz cegadora sitos, ambos, en sendas localizaciones en Japón. Dobleces…
El terceto: entonces, si quieres saber
algo sobre la carrera mundial entre Aliados y Eje en pos de la bomba
nuclear y sus tropocientos millones de kilotones de mugre a borbotones,
empiezas el empacho y te coges el
novelón impagable de Volpi En busca de Klingsor que es una de
esas ficciones que resultan más reales que la realidad misma, libro que hay que
leerse sí o sí (pinchad aquí)… luego sigues con el manual de Aczel Las guerras del uranio…
que es el complemento ideal del libro de Herr Volpi, que Aczel, de tanta realidad,
circunstancia, dato, medida e información, parece que nos cuenta una pura
ficción… entre Volpi y Aczel de verdad que os desmenuzan el mejunje
subatómico, el uranio, la bomba y a Heisenberg, Bohr, Fermi, Otto Hahn
y demás abajo firmantes… para rematar el socavón, como
nuestro breve infinito es de tres, te
coges de nuevo Trinity and beyond y te dejas acongojar delante del televisor…
Punto nuclear: El resumen de
todo ello, mira que lo he dicho veces, está en manos de Don DeLillo… que va
dejando un rastro, ínfimo y moroso, por desgracia, de la verdad definitiva
sobre el achicharramiento nuclear colectivo en algunos de sus libros… qué pena
que Herr
Don no se atreva, que sólo amague, que no se decida a coger
el kilotón por la rampa de lanzamiento y dedicarle un libro entero a esos voluntarios que, de tanta radiación que tragaron durante las
pruebas atómicas en los desiertos del medio/oeste, cerraban sus ojos
y veían a través de sus párpados, pura visión de rayos X… así, realidad y ficción en
uno.
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