Desde
el interior se sabe que varios de los libros de Méndez Ferrín, lo
mismo que algunos de Cid Cabido, son como el sendero que se
expande desde la base hasta la cima... estas cumbres nos las encontramos en Ancares y Courel... el
repaso de los mojones allí instalados es un viaje que merece la pena hacer hasta arriba de todo
Bajar, luego, de la
altura a la razón, como repaso inverso de la ascensión, no es lo mismo.
El granito se confunde con el hormigón y el cansancio con el aburrimiento. Vale…
pues probad con Herr Erwin…
La perspectiva como
forma simbólica tiene mérito… Hablo de lo que cuesta leerlo, porque la estructura
del librajo, a saber, tres partes sucesivas de, aproximadamente, la misma
extensión: una de texto, otra de imágenes
y una tercera de notas al texto, es un laberinto en sí misma, una prueba,
un aerosol que se difumina... Tanto el texto como las notas a las que aquél nos
envía se remiten, a su vez, a las imágenes situadas entre ambos… en serio, es
mareante, intrincado, anaeróbico.
Cualquiera que lo
haya acabado sabe que hay premio. Desde el Mustallar se ven Casadios, el Quintopino
y aledaños. Desde Chaguazoso parece que se tocan las Médulas de Caldesiños…
Con el librajo de Erwin Panofsky en las manos, más algo que desinhiba al
lector, se puede deducir cómo el tiempo va, en algunas ocasiones, del futuro
hacia el pasado. En dirección prohibida, como si fuera un piloto suicida, como si NO
fuera tiempo y sí otra cosa. Cuidado con Panofsky... Corriente alterna y no continua.
De ahí que haya quien se pega calambrazos con el tiempo y quien no… eso sí, todo
esto del tiempo en dirección prohibida es una interpretación mía, culpa
de que me desinhibí mucho leyendo el libro, no de Erwin, estaros tranquilos… que Erwin
de lo que habla es, básicamente, de la perspectiva en la pintura y de su
evolución, pero no de estas otras cositas.
Vuelvo a lo mío,
discurso rayado, que uno de los mejores ejemplos de lo que me pareció la dirección
prohibida de la evolución, vendría a ser lo que encuentra Erwin en el río
Jordán, en sus aguas, más en concreto: en las representaciones de las
mismas durante el bautizo de Jesús, en cómo variaron con el paso de los siglos…
De risa la cosa, muy recomendable para mandar todo a reciclar…
La
corriente de agua convertida en montaña… así, un ¿imposible? convertido en sólida forma: en Goslar... Estuvimos allí una vez, hace años… pero, de aquella, no
sabía lo que cuenta Panofsky, si no, lo habríamos buscado, me refiero a esa
representación del río...
Para quien quiera
verlo sin ir a Goslar, Panofsky se remite a Josef Strzygowski y sus
estudios sobre la iconografía del bautismo (Iconographie der Taufe Christi,
1885), llenos de imágenes… entre ellas, la corriente de agua convertida en montaña
que, si somos generosos, confirma que el antes puede ser después. Yo no
os voy a colgar aquí dicha imagen, que así no tiene gracia… cada cual con sus
perezas y torpezas. Lo que sí hago es aclararos que, en esas representaciones
del río Jordán, pasan dos cosas en relación con la claridad y transparencia
del agua:
- cuando la
corriente de agua fluye, se ve perfectamente el fondo del río.
- cuando la
corriente de agua no fluye y se convierte en algo parecido a una montaña, no se ve el
fondo del río, queda tapado por dicha montaña líquida, como si fuera una pirámide.
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