José María Arguedas, lo
mismo que Onetti, se nos escapa de lo tremendo que es... No sé de dónde
les vienen a estos tipos el tono y las maneras y el todo lo demás que es
imposible de definir, que nos dirán los cursis que el eso indefinible es
como una melodía o como un espasmo en el amanecer o como una débil luz amarilla
o hasta como la brisa y la sal en la piel, que yo os claro que lo que pasa es
que estos dos son unos geniecillos totales tocados por unas
varitas mágicas que hacen que lo que les sale por escrito sea tan distinto y
tan suyo y tan bueno y tanta congoja le da a uno cuando los lee que parece
mentira que nos vengan hablando del boom hispano hasta en la sopa y a Arguedas
ni nos lo mencionen… menos mal que a JCOnetti sí… aunque mucho menos que a
otros que para qué mencionarlos
Y eso que José MaríaA como que se contuvo, o debió dudar, o pensar en los
demás, o le dio por ahí, que vete tú a saber. Y el caso es que Los
ríos profundos está muy bien, alucinante, una pasada... Pero es que
podría haber estado no muy bien, sino insuperable, obra maestra intocable, a
poco que Arguedas se hubiera dejado llevar por lo que tenía dentro,
visto que debía ser un geniecillo, en vez de hacer ciertas concesiones al
convencionalismo o a la ortodoxia de lo trillado, de esto que a lo mejor fue el
editor que le dijo: coño Arguedas, eres bueno y distinto y personal y haces que
la garganta se le quede como atorada con una castaña al más
pintado y exigente lector, todo lo que tú quieras, que es verdad que pones los
pelos de punta y los ojos vidriosos y el corazón en un puño y la mente la
troquelas y sobre todo ese nudo en la garganta que se nos pone cuando leemos lo
que escribes… pero los dineros y el emprendimiento mercantil los pongo yo y a
lo mejor tanta calidad de golpe y a manos llenas no sería tan fácil de digerir
y van y me arruinan porque el libro no me lo compra ni dios… lo de siempre,
vamos.
Volviendo a la topografía tenemos que Los ríos profundos
empiezan con 77 páginas escandalosas de verdad, apabullantes, una cosa tan
impresionante que lo deja a uno buscando a Arguedas en la lista de los mejores
escritores del mundo mundial… y luego sigue muy bien, con varios ramalazos
llenos de formulitas euclidianas de la congoja, ésas que tanto nos
impresionan cuando nos las topamos entre las frases de estos geniecillos, que
parece que estos tipos, Arguedas u Onetti, han vivido y sentido y desamado y se
han dado batacazos por toda la humanidad junta, y aparte de haberlo
hecho, pensad lo que puede ser eso, lo saben decir y contar mejor que nadie, que
eso se les nota aún cuando dan la hora o dicen gracias… luego, hacia el
final del libro, Arguedas debió cansarse de las cortapisas y chorradas del
editor y volvió a dejarse llevar, y venga a soltar lo que llevaba dentro sin
recato alguno, inspirado y emocionante, frase tras frase, lo que el cursi de
antes definiría como lírico, aunque llamar cursilada a esto último y no a lo
demás que os cuento yo es un buen atrevimiento por mi parte…
Resulta, también, que Jose María se pegó un tiro en el año
1969, así, para que nos vayamos haciendo cargo de que estamos hablando de cosas
de verdad... Cuando se enteró del aciago acontecimiento, pues apuntó bien
Arguedas, nada de amagos, Juan Carlos parece ser que lloró un rato amargo…
Tales circunstancias las cuentan en un programa sobre Onetti que circula por La 2.
Lo dice Eduardo Galeano, y hasta contándolo se le vuelve la castaña a la
garganta a éste también, y se le entrecorta el discurso, que el nudo le aprieta
mucho, que es que leyendo a Arguedas, o recordándolo, la cosa no es broma… Si no os lo creéis, pinchad aquí el documental que os digo e iros a 01:02:45 para ver qué es eso del nudo en la garganta que se le queda al Galeano contando lo de Arguedas y Onetti... ojito. Para ya me voy a agenciar El zorro de arriba y el zorro de abajo…
que me da a mí que debe ser mucho artilugio…
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