
Para la descripción del profundo
agujero negro tapiado de bazofia hasta la escotilla tenemos, siguiendo
el mismo orden utilizado para nombrar los escritores, los siguientes librajos/
catálogos/ manuales:
Sobre la historia natural de la destrucción.
El brezal de Brand y
Momentos de la vida de un fauno.
El hundimiento (Hamburgo 1943).
Cuentos completos y
Fuera, delante de la puerta.
El primero es una pasada, un nueve
El segundo y el tercero son otra pasada,
sendos nueves
El cuarto más flojito, un seis…
El quinto, un nueve… y el sexto, un
siete…

Con Sebald/Schmidt/Nossack ya hemos
hecho alguna que otra empanada de berberechos en este blog… pero con Wolfgang
Borchert, no…
Manda narices que el tipo Wolfgang
este se haya ido con 26 añitos y en tan sólo dos años haya tenido tiempo para
escribir esos increibles RELATOS, algunos realmente memorables… y también su Fuera, delante de la puerta… pero es que
esos relatos lo dejan a uno con la cosa del thinking más bien congestionada,
pensándose, y mirar que os hablo en serio, que no puede ser, meu, que ya
estamos con otra trampa editorial, que no puede ser que a la gente le salgan
según qué cosas a según qué edades… es que no puede ser, que es como ganarle al
etíope campeón de todo lo atlético que existe y además elegante, pues ganarle
un maratón con sólo siete años, a ver, decidme algo ahora…
Entonces, para convencerme de que no es
una treta editorial yo me leo los relatos del fenómeno Borchert como si el gachó
no tuviera 24 tacos cuando los escribió, venga ya, hombre! imposible, sino unos
cuarenta y pico… y así la cosa me sigue gustando y encantando lo mismo y además
no me marea ni confunde ni me pongo a elucubrar y desconfiar convencido de que
esto tiene que ser una cámara oculta o un montaje del trust…

Lo mejor es que cada uno de vosotros
probéis (yo ya lo he hecho) a que os den dos patadas en las pelotas, ojo! en
todas las que tengáis… la primera un chaval de quinto curso fan acérrimo de Wolfgang
Borchert, y la siguiente, si es que aún podéis con vuestra sombra, un
tractorista de ciento veinte kilos fan acérrimo de dar patadas en los güivos a
imbéciles como nosotros… ¿Ya lo habéis hecho? ¿A que duelen lo mismo?... si es
que es de cajón… pues estos ilustradísimos lectores después del abrupto shock genital no
tienen claro si les están doliendo los huevos o no, y van y preguntan… y si se
enteran de que la patada se la dio uno tipo que, en vez de 25, tiene 45 años,
pues entonces ya no les duele lo que antes les hizo ver las estrellas… es como
milagroso… qué envidia… cuestión extrasensorial y casi tántrica… y les pasa lo
mismo con los impresionantes cuentos de WBorchert…
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