domingo, 29 de abril de 2012

Edhasa/Woolf/Cortázar/Mann/Pasolini/Huxley...

Al final el diagnóstico tuvo que llegar por correo certificado, que el médico no se atrevía a soltar el conceptito ese que hace las veces de disculpa para sacar la camisa de fuerza del armario y empezar una injusta cacería humana… reconozco que en mis confidencias con el loco acuciante de la bata blanca le mostré los viajes con portada de la Ed. Labor. Luego le recomendé las Narrativas Contemporáneas de Edhasa… ya sabéis cuáles, las de la primera hornada con sus cubiertas tutiplén que tanto gustan… como paso previo para marearlo con otras estupideces encuadernadas… pero ya no me dio tiempo que llegó el mentado diagnóstico y la subsiguiente cacería humana…

La colección inicial sería la que, aquí y ahora, retratamos toda colocadita … luego como que se dieron cuenta que funcionaba y los de Edhasa fueron añadiendo más títulos virgueros a sus Narrativas Contemporáneas (que retrataremos otro día) con la magnífica idea de presentarlos así con sus sobrecubiertas fashion y bien encuadernados y la gente encantada… pero luego cambiaron de ideas, eso que se dice como sin pensarlo que renovarse o morir, y está claro que vaya tontería, y cambiaron las cubiertas y la encuadernación y en general lo cambiaron todo, y entonces dejó de tener gracia lo que antes sí la tenía, y a ver quién compraba luego el cutrerío aquel que uno ya ni se acuerda del estropicio y chapuza que era…

















































































































































































































































viernes, 27 de abril de 2012

Kailash/Lago Chad/Polo Sur

De esto que al final acabas con el ansia de seguir coleccionando viajes con sus respectivas portadas, que no es mi caso, que yo como mucho tengo *** de estos librajos… pero sé de alguno que debe andar plantado a pies juntillas en esa patética situación en la que sólo le faltan uno o dos libros para tener la colección completa, y eso sí que es muy como para no estar contento, que sé que no lo está, y también es como para acabar haciendo esa gran tontería que es pagar por el uno o dos que le faltan esa truculenta y astronómica cantidad de pasta que bien sabéis que no la vale ni la colección enterita, no digamos un solo libro…

Más cuidadoso con sus ahorros sería el tipo que tiene bastante con ver las portadas juntas, que eso ya es más fácil, que para eso están los blogs de todo tipo de tarados, incluidos los que cuelgan los libros de viajes de la Editorial Labor, que a mí tenerlos todos me trae al pairo, que me llega con los *** que tengo secuestrados… pero os digo que ver seguiditas varias portadas sí que es una cosa que me gusta de veras, patologías aparte, que no estamos para diagnósticos ridículos, de esos que si te gustan las cosas ordenadas te endilgan no sé qué enfermedad, y si te gustan desordenadas te endilgan no sé qué enfermedad, lo mismo que si te da igual que estén o no ordenadas o desordenadas las cosas, o hasta la vida en general, que también te endilgan no sé qué enfermedad, por no decir que si no tienes ninguna enfermedad que te puedan endilgar, pues viene el loco acuciante de la bata blanca y te espeta que no tener ninguna enfermedad es la más grave de todas las enfermedades dolencias patologías habidas y por haber e, ipso facto, te endilga el loco acuciante de la bata blanca, de manera purulenta y viscosa y en esa letra indescifrable, otra enfermedad y le pone el sello del centro médico y pase el siguiente y le recomiendo que se olvide de coleccionar viajes con sus portadas que está usted de atar…




















































miércoles, 25 de abril de 2012

Un ejemplo Lispector

Hace tiempo que leí La hora de la estrella… curiosidad, unida a la portada, que la mercadotecnia es terrible…

Pasado el primer sobresalto a La hora de la estrella, hace unos días cayó en mis manos La pasión según G. H., librajo diferenciado y de difícil catalogación que me topé en bonita edición, magníficas condiciones y a precios populares en extremo…

Por poner un ejemplo… podríamos decir que Clarice cuando respiraba se ahogaba y que, al hacer esto último, era como si respirase… A propósito de lo cual podríamos decir que la oscuridad la deslumbraba… y que temía los borrosos y pardos sentimientos que se ocultan tras la claridad, que, quizá sólo a ella, ofuscaba por tenebrosa, sombría y lúgubre...  A propósito de lo cual podríamos estar así toda una eternidad… o dos libros de principio a fin, que sería como decir ninguno, que es la mejor manera de estar en el infinito… puntualizando que en el infinito no estamos sino que existimos, pero que lo hacemos en la nada, que para ella, Clarice, bien os lo podéis imaginar, es el todo… A propósito de lo cual sería importante diferenciar entre ambos conceptos, pero sin distinguirlos, porque al hacerlo los eliminamos, y si los eliminamos, los confundiremos y haremos de dos, uno…

A propósito de lo cual, debemos olvidarnos de los estúpidos ejemplos, que a mí no me salen y que a ella sí, algunos muy bien… pero que aunque a mí no me salgan como a ella, es y da lo mismo… y seguimos con el desbarajuste… hasta que suene la campana, que claro, no oiremos, porque sabéis que ella sólo oía el silencio, que, por cierto, le resultaba ensordecedor, pero no una campana con su dindón… aunque estuviesen a su lado

… y tengo que reconocer que a propósito de todo lo anterior preparé un martillo mecánico de mil toneladas de fuerza bruta de palanca motriz asesina para destaponar su oído… y de paso atizarle en el pescuezo porque había conseguido tocarme las naringes… pero claro, como bien os podéis imaginar, a la rapaza la caricia y la lisonja le hacen daño, pero es insensible al dolor o a la violencia física más irredentas… con lo cual, un zafio como yo se queda sin argumentos, que a Clarice le duele un beso pero no siente ni padece mi martillo mecánico de mil toneladas cuando impacta contra su pescuezo desarrollando una fuerza por milímetro cuadrado solo comparable en magnitud a la consternación que me invadió en sus manos, libro abierto mediante…

A propósito de lo cual te cansas de esperar a que, aparte de una sopa de letras que es siempre la misma, la autora se digne comunicar o transmitir algo más, que seguro que lo hace, pero es que no es apto para que todos lo entendamos, supongo, y vas y te cansas... pero claro, te dirá Clarice que nada más emocionante que la soporífera espera en el tedio, que nada más aburrido que la acción trepidante… que no hay mejor libro que la hoja en blanco ni mayor cúmulo de ignorancia que la enciclopedia, el saber popular o la verdad infinitesimal… y el caso es que acabé este segundo libro después de un considerable esfuerzo sobrehumano que ni noté pues, tras él, me encontraba fresco como una lechuga… con lo que se confirma que la autora me contagia, que ahora nada me cansa más que el reposo y nada me relaja más que el esfuerzo heroico…

A propósito de lo cual os digo que tiene una manera de escribir así como de esa manera que otros bordan y nos encantan pero que en su caso falta algo bastante e infranqueable para que el resultado sea el deseable... y vendrán otros que dirán que faltando algo es que lo tiene casi todo, pero también podría decirse que tenerlo casi todo es como no tener nada… y venga más sopa de letras… y lo dicho, te cansas

sábado, 21 de abril de 2012

Emile Durkheim/Bill Thomas

Esto de la descripción de lo fatal es de lo más interesante… Leyendo El rey pálido, su autor, indiscutible maestro en el tema, va y coloca en manos de uno de los personajes de su libro póstumo la magna obrita de Emile Durkheim: El suicidio… glub, así, titulado en plan categoría, para que nos peguemos un tiro cervical…

Por estos lares nos gustan las disquisiciones de Amery, Cioran, Quintanilla, Pavese  y otros… como paso previo para el gran salto teórico que daremos luego, que por ahora no nos hemos atrevido con Jankelevitch, que le tenemos miedo, que su libro tochazo categórico no es el suicidio que es la muerte, y eso como que aún es más fatal asustadizo…

Bueno, a lo que vamos, que lo de Durkheim tiene dos vertientes, que era un científico infectado de empirismo y estadística y numerología y demás dogmas que bien conocéis… y entonces en su magna obra tenemos el reflejo de esas dos vertientes, que el Emile nos apabulla con datos, y os digo que ésta es la parte que se mantiene incólume más de cien años después, que es una pasada de fenomenología aplicable al caso… la otra, que es en la que Emile como que se nos pone a interpretar los datos y va y teoriza y va y deduce leyes generales… pues tenemos que aquí sí que cien años son muchos años que se notan sobremanera y como que varias de la deducciones del gachó se han oxidado y cantan y pueden llevar a que más de uno se cuestione ciertas peripecias argumentativas en su afán suicida…

Cosa que, si somos muy quisquillosos, también se puede aplicar al tema estadístico, porque a la hora de apabullarnos con las tablitas numéricas comparadas se podría decir que también se ha oxidado y chirría la elección de las variables a estudiar… pero qué más da, estúpidos, seréis ridículos con vuestros miramientos… me vais a decir que no os interesa saber si el porcentaje de suicidios en personas que leen blogs es inferior o superior al de aquellos que escuchan a Justin Bie… y si comparamos a los que prefieren el marisco a la carne magra… quién se suicida más, quien corre con Mizuno o quien lo hace con Asics… quien tiene una novia pelirroja o quien no la tiene, con lo que el color de la cabellera es indiferente… quien lee el libro de Durkheim o quien no lo conoce… quien tiene ganas de matarse o quien no teniéndolas lo hace igual… a ver, qué… en todo esto, y en mucho más, pensó Emile…

También lo hizo nuestro Quintanilla Ulla, pensar en todo digo, qué delicia su libro, qué cercana su elección de variables, qué chaparrón de nordés, qué marejadón atlántico…

Bill Thomas también pensó muchísimo, a lo mejor no en todo, que para eso están los estudiosos, que Bill pensó básicamente en el CÓMO… y salió ocurrente Bill y a ver quién le discute el ingenio como diseñador de artefactos o artilugios tendentes a la consecución del resultado final… El de la foto de arriba es sólo una muestra. Para más, pinchad aquí

jueves, 19 de abril de 2012

Un bárbaro Henri Michaux...

Un día le daba al palique con un amiguete que padece de similar tendencia al desquicie lector… de esto que te invade una leguminosa etérea… y uno ya no sabe qué es blanco y qué negro qué está arriba y quién abajo…

De esa conversación me acordé el otro día cuando me agencié Un bárbaro en Asia, de Henri Michaux… lo hice, el acordarme, porque al compinche lector le gustan estas ediciones de Tusquets y sus Marginales, que a mí también, he de aclararos, que a ver a quién no, que salen Emil y Samuel y otros sacrílegos e incendiarios y portentos y demás renglones torcidos…

Bueno, pues llegan dos o tres páginas del librito marginal para meterse un treeemendo pum!! topetazo… gloria pura, que lo detengan para hacerle una lobotomía, que vaya manera de desenvolverse este belga atroz… que así da gusto que la gente se vaya de viaje y luego nos lo cuente en sus libros personales y distintos y brillantes y hasta estrafalarios y bulímicos y disculpadme un momento que es mucho empacho… que vaya cosas que se cocinaban entre meninges y palabras en el organigrama del belga… conexión algo sui generis, desacostumbrada, echada en falta, de esas que ahora ya no gustan porque dejan al lector como sin saber si ponerlo a parir al Henri o hacerle un homenaje al Michaux… a ver, que os lo puse en plan figurita arabesca que a lo mejor ni yo, que os lo acabo de poner por escrito, entiendo en su plenitud de chorrada… y todo porque no me dejan decir la harapienta y mayúscula verdad que sigue: que hay una gran grandísima tendencia a la autocensura, no se vayan a enfadar los políticos o las redes sociales o los votantes de los políticos o los rústicos lectores que escribimos basura online o nuestros vecinos o quién sea… y entonces uno no opina lo que opina (si es que opina algo, claro está) sino que opina lo que cree que le puede suponer algún beneficio, subvención, rédito, ventaja o prebenda… así, dicho en plan general, sí, de eso que os dirán que es odioso hacer generalizaciones… pues eso… que no digo que tú o yo nos autocensuremos, que seguro que lo hacemos, pero es que no hablo de particularidades o casos concretos sin valor alguno, que lo que digo es que, en general, se hace, carajo ya…

Y entonces, me siento medio mareado porque HenriM escribe como los ángeles y opina como una lupa que, enfocada al sol un día despejado, apunta al trasero de lo masificado y adocenado y ramplón… y me viene a la cabeza el portento Josep Pla… y no porque escribiera lo bien que lo hacía, que eso queda para otra jornada, sino porque hay gente que debería estar opinando todo el día a voz en cuello, por pura higiene cósmica y salutífera, porque dicen esas cosas angulosas e imaginativas, nada tumultuosas, que es que es mucho cuando te las encuentras… que hay tipos que dedicándose a escribir están tocados por esa varita mágica tan caprichosa a la hora de dejarse ver… que abres sus libros y te topas con eso que es anguloso e imaginativo y que ellos dicen a la manera escrita y te pasa que, entiendas o no, estés de acuerdo o no, qué más da esta otra particularidad, la realidad es que te dejan estupefacto, abraiado, aplacado… encima el Sr. HMichaux con una gracia el tipo que hay que ver qué cosa…

Entonces debéis coger el libro anunciado: Un bárbaro un Asia… que es, volviendo sobre la chorrada en toda su plenitud que arriba os largaba, un libro algo sui generis, desacostumbrado, echado en falta, de esos que ahora ya no gustan porque dejan al lector como sin saber si ponerlo a parir al Henri o hacerle un homenaje al Michaux… a ver, un libro espectacular y un escritor tremendo…
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