lunes, 11 de enero de 2016

Lectura al vacío: Askildsen/Los perros de Tesalónica

No lo entiendo, y me quedo en fuera de juego… En Los perros de Tesalónica no hay nada… Hay cosas vacías en las que hay de todo. También hay cosas llenas en las que hay de todo... lo mismo que las hay vacías en las que no hay NADA; ni rastro. Las cosas llenas de nada se dejan para otro día…

Por no decir que hay auténticos artistazos en esto del menos es más… aunque también los hay que no valen para eso. Apagad las luces y que no entre oxígeno.

Creo que lo único que hay en Los perros de Tesalónica es lo que dicen del libro. Lo que dicen otros, claro está, que el libro no dice nada, ni se lo calla, na de na, partitura en blanco, muerte cerebral… hoy me apunto a decir.

El experimento sería leerse el libro de Askildsen entiéndase por esto leerse un hueco, un estornudo, un ventilador apagado o un plato de caldo… o no leerlo, que viene a ser lo mismo tratándose de Los perros de Tesalónica… pero, en caso de hacerlo, leer dicho hueco en el sentido en que se ¿puede? bailar la arquitectura… y, una vez situados en el desierto (os aclaro que el desierto es leerse el libro, que no os enteráis!), pasarnos un rato repasando las diversas interpretaciones del hueco/libro de Askildsen, comentarios que abundan en internet... vaya experiencia…

Me parece que el libro de Askildsen es una versión más del experimento ese de darle a probar a un experto en vinos (personaje fanfarrón hasta el anegamiento) una copa de vino de mesa, espeso y peleón a más no poder, pero servido de una botella de Chateau Laconchamismuelas año 1947 reserva de la familia por supuesto carísimo y francés… y ver cómo, el brillante especialista en el maridaje del esnobismo y la literatura, nos canta las excelencias de ese vino de tres céntimos servido de una botella de quince mil eurazos… cómico.

Hay un paso más en el experimento, se lo debemos a Askildsen… os lo explico ya mismo: que la botella, digo libro, esté vacía; a ver, que no haya vino dentro de ella, sólo aire… con el mismo resultado, un milagro de la sosería, por parte de los exégetas: cantarnos la milonga de qué vino tan excelente, mon dieu, qué aroma, qué buqué, es que no entendéis, todo se pega menos el buen gusto y demás Monsergas Kitsch de estos bebedores de medio pelo…

Después del ejercicio chapucero, un descanso… Y se empieza a entender más y mejor que haya gente tan pasada de rosca... que, pensando en libros, opine que Cristian Crusat es el mejor escritor que hay por estos lares… otro ejemplo de esta interesantísima carrera que consiste en ver quién vacía más la botella... Me refiero a vaciarla de firmamento y llenarla de metralla barateira y fashion y clichés y partituras en blanco… en blanco, sí, en blanco, pon la mente en blanco, que le decían a… para dar luego a probar el contenido de esa botella vacía como si fuera vino del mejor. Moito… el que hace el experimento tiene un pase, o no lo tiene, según de qué se trate… pero el que se bebe un trago de aire y dice, todo campanudo, qué vino más bueno… a ver, ése es tooonto de remate…

Acabo de registrar el experimento, con su copyright y todo… se llama: Sobre el vicio del vacío... no, muy malo. ¿Lectura al vacío?... tampoco. Lectura, vicio y vacío riman con te odio. Y con muchas cosas más.

domingo, 3 de enero de 2016

Eduardo Haro Ibars/Empalador...


No sé qué tienen algunos librajos, y éste es uno de ellos, que llega con saber que existen para estar de fiesta continua… como el K2, los solos eléctricos de no más de veinte segundos o el... lo de menos es pasarse a visitarlos; que estén, con eso llega. Especie en vías de…

Si tienes la suerte de que caiga en tus manos, hablo del libro, tampoco es necesario leerlo para estar convencido de que si lo haces, a lo mejor te remata de matarte.

A Empalador le precede el relámpago de su autor, aviso ya que os va a triturar el limón… y los dibujos de Ceesepe, Aguts y El Lirio. Y la editorial que los paseó a todos por las librerías al filo del clamor: La Banda de Moebius… y los calambrazos que la realidad pegaba durante esos años movidos en según qué páginas y no digamos a pie de acera o carretera.

Lo mejor que puede pasar con uno de estos artefactos perfectos, me refiero a Empalador viva Eduardo Haro Ibars, es abrirlo, no entender nada y quedar deslumbrado con su música, damnificado volunatrio, digo voluntario… qué maravilla, fogonazo en trío, batería, bajo y piano, un día os pongo la lista.

Herr Eduardo, Haro e Ibars, tres en uno milagreiro, o milagroso, como prefiráis, artilugio poco habitual que, cuando se te presenta, ves la luz dentro de él; en serio… como un monolito en el espacio, qué tipo. Si fuera director le hacía una peli inolvidable, mezcla de otras varias, con un pasillo inmenso, con una trinchera en blanco y negro, con un Desierto Rojo y con una montaña que se llama la torre del demonio.

Hay quien escribió la biografía, Los pasos del caído de J. Benitez Fernández, lo mismo hizo con Leopoldo María Panero… la de este último, El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo María Panero, es una gozada, ya os lo he contado. La de Eduardo Haro Ibars no lo sé, que no se encuentra así como así…

Vuelvo al libro. Si os dicen que no, decid que sí… si os dicen que sí, pedid dos, luego un bis y, al final, aplaudid hasta reventar… en Empalador corean vampiros a galope de colores, de versos y arrebatos… una joya y no sé cuántas cosas más… todas bonitas e inflamables.
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