sábado, 25 de junio de 2011

La idea siguiente


Me pasa a mí y creo que le pasa a muchos otros. ¿Pensáis en la idea siguiente? A veces lo hago, me resulta inevitable. La idea siguiente a la que en ese momento es la última. Siempre y cuando esta última sea la que resuelve, decide, soluciona la cuestión de turno. No una idea cualquiera del proceso de toma de decisión/formación de opinión, sino la idea resolutoria, asunto finiquitado. Pues bien, esta última idea, la definitiva, con la que parece arreglado el asunto que nos ocupa, también tiene una idea siguiente, que la mayoría de las veces estropea la anterior, la contradice y hasta la imposibilita. Os propongo una elemental resta: cuatro menos tres. Pues pensad que en vez de quedaros en el pensamiento resolutivo relacionado con la operación planteada, que será Uno, os resultase inexcusable darle la estridente bienvenida a la siguiente idea relacionada con la operación planteada. Y dijerais que es Cero, o que no tiene respuesta, o que es Uno pero con ciertos e importantes matices (que es la respuesta de verdad cierta), o por qué coño me preguntas cuánto es cuatro menos, o por qué no te metes el dedo por el C.

Cambiemos ahora la elemental resta por otra cuestión. ¿Cariño, me quieres? Papelón, tremenda pregunta, tremenda ecuación, Prefiero las restitas naive. Y encima uno con el poblema este de la idea siguiente. Según uno se vea con más o menos ánimo dirá sí o no. Y luego no podrá callarse la brutal idea siguiente, la monstruosa y crepitante idea siguiente, el Caterpillar 500 hp. oruga retráctil que nos pasará por encima, saldrá como alarido millennium por nuestra bocaza, doblará las esquinas que sean necesarias y nos empotrará, hechos trizas, ante la carita de asombro y angustia de nuestra Julieta. Pasada la pala excavadora, sin tiempo para respirar y pedir disculpas, otros 800 cv., ahora en forma de un tranvía llamado que te calles!, se atropellarán en nuestra cabezota, y saldrán también en plan bramido de una boca que no puede ser la nuestra, pues no le queda uno solo de sus dientes. Cómo va a entender la pobre que después de decirle X, le dijera lo que le dije, y que luego cambiase otra vez, y vuelta a empezar, y que luego la apisonase, y es que es normal que me mandara a paseo. Y qué tendrán que ver la pala Caterpillar y el tranvía llamado que te calles! con todo esto, o que me quedara sin dientes. O que Julieta no entienda lo que pretendo explicarle.

Pero la idea siguiente, que hasta ahora no es más que una estupidez pinchada de un palo pringoso de aburrimiento, es cosa sería. Dejemos las restitas naive y las prestaciones de la maquinaria agrícola o de obra civil. Y atended a lo que sigue. Me pasa con frecuencia que cuando salgo de casa, es como si no saliese. Salgo realmente, pero también me quedo dentro. No es broma, es una realidad incuestionable, que, como os podéis imaginar, lo complica todo de manera ilimitada. Porque saliendo de casa, y siendo como si me quedara dentro, uno se puede asustar muchísimo y, al mismo tiempo, ser como si no se asustase, pues en casita se está de lo más tranquilo. Ahí es nada. De vuelta en la calle por la que paseamos después de salir de casa, aunque esto de salir de casa ya lo tenemos más que acotado, podría ser que la calle fuese como una presa llena de agua a punto de rebosar. Nos podríamos encontrar con alguien que se llamase Explosivo aunque no lo fuese, y que pretendiera explosionar la calle que es como una presa y que está a punto de echar por fuera toda el agua que, por otra lado, es como si fuera cemento a granel. Nosotros asustados pero como si no lo estuviéramos pues en casa estamos leyendo un libro como quien está viendo la tele aunque realmente estamos como si no estuviésemos. En resumidas cuentas, ni estamos en casa ni estamos leyendo un libro ni viendo tele, aunque, a lo mejor, sí que estamos en la calle. Y si estamos en la calle, que lo estamos, lo reconozco, aunque lo hago como si no lo hiciese, estaremos ocupados con la idea siguiente tras escuchar la pregunta: ¿me quieres detonar? que nos acaba de realizar una persona en la presa. Persona que aunque se parece al Sr. Boom es como si fuésemos nosotros mismos, que, por lo visto, además de estar en casa y en la calle y no estar en ninguno de los dos sitios, o, mejor aún, estar en los dos pero como si no estuviésemos en ninguno, también somos un tal Herr Boom y estamos al pie de la presa que está llena de un cemento que es como si no saliera de su casa y, al mismo tiempo, fuera agua. A quien no vemos ahora es al Sr. Explosivo, que es como si fuese amigo de Herr Boom, que según cómo nos coja el día se cree que podemos ser nosotros mismitos. Así se puede estar toda una vida, aunque no lo parezca, aunque sea como, si en vez de estar así, estuviéramos asá. A pesar de ello, y sabiendo que en todo esto hay algo que no cuadra aunque pueda parecer que sí lo hace, me pasa con frecuencia que cuando salgo de casa, es como si no saliese. Es como si me quedara dentro, cosa que realmente hago, como también estoy, a la vez, fuera. Si me encuentro con alguien fuera, yo, que aunque hace un instante me llamaba Herr Boom ahora es como si me llamase Witoldo, y que aunque estoy en la calle es como si estuviese leyendo un libro o viendo la tele dentro de casa, el caso es que si me encuentro con alguien fuera, siempre dudo. Porque, cómo comportarme, qué hacer en tales casos. Pues bien, os lo voy a explicar.

viernes, 17 de junio de 2011

XXI S. sotertomaM



day – May. ¿quizá, exhibo Me? ¿protagonismo ello con Busco? .hago que esto viene qué a, pasa me qué, pensando yo estaba coño qué En. hundo me, day – may, apestado, gafe, trágico, maldito número un es 1148. derecho hay no que es, tiempo mucho por naringes mis de delante libro un ver quiero No. sé qué yo y, aliados y, O. del y E. del bloques los y, espías varios y, Lang Fritz y, (duda sin, obsesionado estoy) Braun von Werner y, (¿obsesionado estaré?) salía también Peenemunde. lectura flamígera la acabada de después hora de cuartos tres acuerdo me que poco lo de es cohete Del. vida una toda en conseguiré lo no, Comprenderlo. leerlo llevado ha me mes un de Más. gravedad de iris Arco excesivo y elbisnerpmocni el, TPynchon alienígena el por esponsorizado decoro el contra crimen el, intensidad elevadísima de terrorismo el, escrito atentado el acabar para semanas dos de, persona tercera en, sí, sí, hablaba mí de infeliz muy El. …hundo me, day – may, day – May.



miércoles, 15 de junio de 2011

La Luz de los Kirguises


¿Vectores?
No
¿La luz de los Kirguises?
Tampoco
¿Un desembarco en las Torres del Oeste, nº de expediente AX256C?
Pero de qué me está hablando… -Traga saliva, tiene miedo. El otro es de cuidado. Lleva uno de esos trajes de bauxita. Y una tarjeta de acreditación enganchada de la pechera. Pertenece al grupúsculo que detenta el poder socio-mediático-administrativo-nacioanal. Tiene tenazas, escalpelos, martillos, esmeriles, radiales Bosch y taladros. Colgada de la pared, una motosierra Stihl. Más lo que debe haber en esos baúles, todo ferrramenta… Y una cara de joputa que para qué os voy a contar. Ojos castaños y poco pelo. Cociente intelectual bajo mínimos. Es funcionario y, previamente, se ha afiliado a una formación de las llamadas políticas. A un partido, ar, un sindicato, ar, una asociación de asociados, ar. No respira con normalidad y está pendiente de mil cosas. Entre ellas de la aspiradora con que recogerá los restos de su infortunado entrevistado. Entrevistado que podríamos ser cualquiera de nosotros con tal de ser no afiliados. Pendiente también de los botoncitos y pantallitas display del aparato que le proporciona la mezcla de oxígeno que necesita para no asfixiarse debido a sus problemas respiratorios consecuencia de la mierda que de él mismo supura sin cesar y que lo ahoga…

Te lo voy a preguntar otra vez. ¿Vectores?
No
¿La luz de los Kirguises?
Tampoco
Bueno, bueno, bueno… NO te asustes, pero voy a dejar las amistosas preguntas y me voy a centrar en las aberraciones. Si no quieres hablar ni de vectores ni de la Luz de los Kirguises, allá tú, estás en tu derecho, pero tendré que pasar a la siguiente página del manual de instrucciones (el denominado libro blanco). Un momento. Ya está, veamos. Dice aquí: seleccione extrema gravedad o radical extrema gravedad nº de expediente CV00034TS.

Espera, ten piedad, tengo mujer e hijos, no sé de qué me hablas, no tengo nada que ver con nada que te pueda interesar, soy un pobre hombre, soy un deshecho social, soy un fracasado, soy virgen, mis hijos son de otros hombres, de otros con los que mi mujer se entiende, y le llegan quince minutos para entenderse con ellos, lo haría incluso con mi peor enemigo, si lo tuviera, le gusta humillarme, y entenderse con todos, le pone hacerlo, mis padres me pegaron toda la vida, mis vecinos me escupen aún hoy, y se entienden con mi mujer, y con mis hijas…

Para, coño, que das asco, rata, cagado, desperdicio, escoria, te voy a enseñar yo lo que es dolor… Perdona, aún no. Aquí pone (en el libro blanco) que antes de las aberraciones te vuelva a formular las preguntas

¿Vectores?
Sí, de acuerdo, fui yo.
¿La luz de los Kirguises?
También, tienes razón, yo lo hice. Descubrimos cuál era la longitud de onda de las emisoras nanopolitizadas. Tropocientos kilohertzios por metro cúbico de palpaciones y contigüidades. La información estaba encriptada en los polímeros más habituales, los que utilizáis para alienar a la gente. On/off. Conseguimos esos datos a través de cualquiera de ellos, de cualquiera de vosotros-estorninos. Sois tan estúpidos, todos vosotros, idiotas, engreídos, mediocres. Al elegido, os pudo haber tocado a cualquiera, pena que no fueras tú, pelotudo, le pusimos una becaria cachondona, tenías que verla, y, con tal de que se dejara meter mano, le soltó de carrerilla todas las claves, los datos, el mejunje, todito con tal de sobarla un poco. Luego sobarla no le llegaba, ella sabía hacer las cosas, y el pobre salido necesitaba más. Ahí sí que fue el acabose, mequetrefes, aficionados, lo que nos pasó ese estúpido fue increíble, infame, cómo vendéis a vuestra gente, qué pandilla de la gran mierda que sois. Me preguntas por los vectores, pero es que vuestro hombre consejero delegado teniente de alcalde secretario general y demás titulaciones que expectoraba a cada orgasmo que tenía con la becaria, qué merito el de ella, nos lo contó todo, no sólo lo de los vectores. Nos lo pasó toditito, os vendió a todos, os traicionó. Los vectores, las longitudes de onda de las emisoras, las claves del tungsteno, la Luz de los Kirguises, el libro verde y el azul y el multicolor, el recorrido de los metrosideros y bambúes, el libro blanco de las políticas para converger en términos de afianzamiento del proceso de implementación de todas esas estupideces que ponéis por escrito y luego venga con que poner en valor y recuperar y fomentar y difundir y demás batracios abstracto administrativo nacioanales con que os lleváis toda la puta pasta por el puto morro y hoteles de cinco estrellas y cochazos y las zorronas que os ríen las gracias mientras os desnudan sin que mováis vuestro esclerótico dedito reproductor medio amputado del pedazo de O. que te voy a dar, panoli… Pero ya es tarde, IMBECIL, busca eso en tu puto manual de la gran bazofia, sí, pasa la página, no me vengas a mí con chorradas de motosierras Stihl y con gran radical hiperextrema gravedad, que me da la risa, hombre, que yo no siento, que soy un profesional, que me meo por encima de vosotros, que se os ha acabado el chollo, despediros de vuestra milongona, que cuando acabe contigo vas a ser un agujero negro andante, busca eso en tu manual, a ver si lo encuentras que me da la risa. Mira que chupasteis del bote, desgraciados, pero eso se acabó, meu, es hora de despedirse, ora por nosotros, estamos en tu funeral, en el de todos vosotros, soy tu ángel negro, lo sientes, eh?, parásito, sabandija, te cuesta respirar, eh? Te voy a explicar, resulta que te estás asfixiando, cariñito, mira que supuras mierda, habrase visto, te estas ahogando en tu propia mierda de tanto que chupasteis de los demás, tú y todos los tuyos, ladrones. Con vuestros presupuestos y subvenciones y dinámicas e implementaciones y proyectos sectoriales y trienales y desarrollo sostenible y todo lo demás con el único fin de robar, chorar, afanar de la cosa pública, elegantemente, comisionadamente, macanudamente, mediante persona interpuesta, qué latrocinio el vuestro. Llama ahora a tus amiguitos de formación, cómo, no te cogen el teléfono, cómo es posible, vosotros tan leales a la porquería que tanto os gusta, y tú ya tan podrido de muerte, maloliente, cheirento, y tus compinches no te cogen la llamada, cómo, qué me dices, que encima te tuercen la cara y no te conocen, que te niegan el saludo, que tus hijos se han quedado sin sus amigos, que se acabaron el tenis y el golf y la clase business y los regalos de empresa y la visaoro, que estáis apestados tu mujercita, tú y tus hijitos, ¿cómo es posible? Pero no te preocupes, que ellos, los que ahora no te saludan, qué majos, irán detrás de ti, todos juntitos al tacho, al depósito, como en una iguala de las de antes. Y sí, busca en tu puto manual, en cualquiera de vuestros libros blancos o multicolores, confírmalo, busca las esquelitas tutiplén, y no hagas ruído que estamos en el funeral, tierra quemada, a traición, qué bacanal, justicia celestial, material, formal, divina, temporal, secular. Y dime tú, qué carajo importa ahora la Luz de los Kirguises, acémila.

lunes, 6 de junio de 2011

Eichmann en Jerusalén



Estuve viendo el video de las tormentas en las Halligen, todo tan gris, todo tan de plomo, tan anegado… para acabar de entumecer la cosa, para parar el tiempo en la desgracia, para qué sonreír, con más gris, tirando a negro podredumbre, negro infamia, uno se podría encerrar en casa, y entre chapuzones de chapapote, mientras la marea del Mar del Norte toca nuestra puerta, y la embarra, la embadurna, qué peste, de dónde sale todo esto, encerrados definitivamente, echado el candado, coger la hamaca del otro día, acercarla a la ventana de guillotina por la que entra la luz gris que busca la oscuridad, y coger un tomito, también gris, también embadurnado de brea: Eichmann en Jerusalén. Animal, suelta eso, que apesta. Tíralo por la ventana, que se lo lleve la marea, no ves que es veneno, que está podrido, que hace pupa. Todo eso ya pasó, que se lo lleve la marea, igual que el mapa de los territorios del Este, que se vayan todos remando en lo oscuro…

Atrapado el personaje, Adolph Eichmann, en el cono austral, trasladada su gris presencia a la nueva Capital, y sentado en el banquillo/cadalso, te vas a enterar Adolfito la que se te viene encima, nos las vas a pagar todas juntas, la señora Hannah Arendt se fue a presenciar el asunto, iba con ella la cosa, a tomar sus notas, a acumular datos y más datos, a reflexionar un poco, a abrumarse otro tanto y, finalmente, a publicar el mamotreto de turno. Del mamotreto, la gris marea de datos, la espectacular e inconmensurable marea de datos, es absorbente: cientos de funciones, subfunciones y disfunciones organizativas, de organigramas del Reich, de nomenclatura abstracto administrativa, de optimización de medios, de obediencias debidas y de vida, de infinitos tranvías de hacinamiento, de todo lo peor de lo peor, a estas alturas ya casi banalizado, de kommandos y soluciones al problema, de hay que quitar a esta gente de en medio… buf.

Hannah no sólo juntó y recopiló datos, también los valoró y les dio alguna que otra vuelta, intentando ser rigurosa y objetiva. Y llegó la polémica, claro está. Por muy de la familia, de la tribu, que fuera. En su caso, de las dos; ni a Teutón ni a Sión gustaron las cosas de HArendt. Cuidado con el asunto. Difícil cometido. Para estrellarse en vida, sin cajas negras que puedan explicar lo sucedido. Luego están los mapas de la infamia, con esos nombres que parecen sinfonías completas de la catástrofe, de la hecatombe, también banalizados, qué desfachatez, aquí tenéis a un cualquiera escribiendo tonterías sobre algo así, imperdonable, fachendoso.

El siguiente paso llama a la puerta: Raoul Hilberg. El dato, gris, negro, pero nunca multicolor, elevado a la enésima potencia. Un día de estos me pongo.
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