domingo, 27 de mayo de 2012

Bluff... y Hunter S. Thompson

Acabo de terminar un víacrucis que me diréis que soy imbécil. Y tenéis toda la razón… Una eternidad atrancado con un escritor intocable y una novela sacrosanta, dispendio de hojas interminable y decepcionante… decir coñazo o tomadura de pelo sería generoso… No hay derecho, carajo, que bien sé que el concepto que de sí mismo tenía el autor era elevadísimo, tanto en lo personal como en lo artístico, que era un pedante de la peor calaña, de esos que van de generosos y razonables y entregados a las causas más altruistas y encantadores y ejemplares y samaritanos, y además lo son, todo lo anterior, vamos, un dechado de virtudes, a ver, un tipo atacante… que bien sé que la novelita de seiscientas aburridísimas páginas aparece en la lista de lo indispensable de cualquier crítico adocenado – avieso… junto a otras obras kilométricas y decimonónicas del mismo pájaro… que seguro que están mejor que ésta, resulta estadísticamente inevitable…
  
Ya está, no hay más, ni autor ni novela bluff, que no se merece la curiosidad ajena, olvidaros de él y de lo suyo…

Justo antes me había leído un libro de un individuo con gafas, de profesión periodista, alucinado y rockero, y que ahora, como por generación espontánea, todo el mundo dice que leía y admiraba desde siempre… y resulta que yo no sabía ni quién era el sujeto, es que no me entero, y me puse a estudiar para poder mirar a los ojos de los snobs que lo leían desde antes de que hubiera publicado nada el tipo, mirarles a los ojos, os aclaro, mientras les doy con la estaca de ferro en el cráneo, que no está ni bien ni mal, el libro digo… aunque de estar algo, decídase usted por favor, está más bien que mal… pero como la naturaleza es por definición cambiante, resulta que rematado el viacrucis decimonónico, con el trastorno que me ha producido, os aseguro que el libro del periodista de profesión, alucinado y rockero de vocación, está muy bien, espectacular, os lo recomiendo, que esto es como lo de los vasos comunicantes, que Hunter S. Thompson, no digamos en comparación con el otro, es un portento de lo divertido y ocurrente y tenso que puede ser. Mañana o pasado, cuando acabe el libro que tengo ahora encadenado al pescuezo, y que me está gustando muy mucho, seguro que Hunter S. me parece cosa distinta a las dos que os acabo de contar, e inferior, cosa distinta e inferior a las anteriores… seguro.

martes, 8 de mayo de 2012

El poeta asesinado

De esta sí que suelto algo sobre Guillaume… voy a aprovechar la circunstancia puntual de haberme tragado hace nada El poeta asesinado, libro que me encontré en la lindísima edición de Sirmio/La nueva caja negra, con su prólogo ramoniano de la serna y demás decorado…

Porque con El poeta asesinado la dentellada está autorizada, que se le engancha toda la mismísima yugular y se puede quedar el autor como empaquetado dentro de una de esas trincheras centroeuropeas que tan bien conoció, disque… porque el caso es que con los Caligramas yo ni me atrevo a decir esta boca es mía, que son tan suyos y algunos tan bonitos y en general tan como frescos y vistosos y aquí estoy yo con mi arte que diría Guillaume cuando los paría que os digo que mejor nos estamos calladitos que en boca cerrada no entran… siendo eso mismo lo que me pasa con las obscenidades y procacidades y violencias y desahogos y maltratos y mujeres objeto y humillaciones y empalamientos y sadismos y aberraciones y demás surtido infinito de arbitrariedades sexuales que nos presenta Guillaume a bocajarro en, por ejemplo, Las once mil vergas o Las hazañas de un joven Don Juan, que os digo que tampoco me decido al comentario… que ni se me ocurre por dónde empezar, que habría que apartar tanta lujuria y visceralidades y sabanas enrolladas y como que abstraerse, también, de ese olor a humanidad sudorosa y reconcentrada en habitación cerrada, que yo paso…

Y entonces, supongo que en un despiste, Apollinaire se deja trincar, o embestir, que los hay muy bestias, porque El poeta asesinado podría uno atreverse a decir que es cuestión menor, lo que ahora gentes aún más pedantes que nosotros dicen obra alimenticia… pero cuidado, leed con detenimiento el artefacto, que tampoco es así de fácil la cosa, o sí, a saber… Lo que sí os digo es que debéis leer una edición en que acompañe al relato principal del poeta asesinado todo el conjunto de relatos más cortos que se publicaron inicialmente con él. Y os lo digo porque hay ediciones que os ratean estos otros relatos más cortos, y como que formando una unidad múltiple, cosa que no sabemos qué es, en el fondo resultan necesarios e indispensables para enterarse de con quién estamos tratando, por no decir que así lo concibió el autor… porque lo mejor que tiene El poeta asesinado es el espectacular y excepcional colofón que Guillaume se sacó de la manga, supongo que ya heridísimo en la cabeza tras sus avatares durante la Gran Guerra y pensando en plan broche de oro. Gloria pura, pues… de esto que llega uno al último relato, presto para meterle el chante en la carótida al autor, y se topa con la joya suprema que sería ese último relato, compendio y desenlace del resto del libro: Caso del sargento enmascarado, es decir, el poeta resucitado, que es una cosa por escrito tan buena y bonita y llena de tanta congoja que, cerrado el libro y tras entonar La marsellesa por unos instantes, te quedas relamiéndote de tu estupidez y pensándote tu ignota soberbia de hace un rato con eso de que le ibas a pegar un mordisco al fenómeno apolíneo este, nacionalizado gabacho y heridísimo en su cabeza en 1916 mientras paría semejante fin/broche de oro por escrito a su poeta asesinado. Allons...


lunes, 7 de mayo de 2012

Onetti/El astillero


Sigo intentando aprender matemáticas por entregas. Supongo que así podría desvelarle el secreto aritmético que esconde el fenómeno Onetti. Porque os digo que Juan Carlos es un milagro geométrico, aparte de poseedor de una serie de formulitas euclídeas irrefutables, incuestionables, propias y personalísimas, que dejan a uno estupefacto ante el despliegue de sus encantos…

Ahora se me dio por El astillero… sin comentarios. Cuando uno se pone con su Tan triste como ella y otros cuentos, se pregunta si semejantes quiebros y sinsentidos y nubarrones se podrían trasladar a novelitas completas, en plan más páginas que las quince, veinte o treinta del relato, que a veces un minuto parece una eternidad y viceversa... Pues uno se coge El astillero y, sepa o no matemáticas, está apañado, porque el gachó del Uruguay sí que sabía mucha mate y mucha formula numérica del desencanto, del estupor, del pudo ser o del será… y aunque recién nos venga de tocar la alegría mayor del reino, veremos que, una vez que nos meten el jeringazo con la enfermedad vírica Onettiana en forma de ecuaciones de resultado igual a indeterminado, la cosa es borrosa y fantasmal y es como si se nublara nuestro cielo…

Le sale todo muy suyo, que no se confunde con lo de otros, desde un cuento hasta un testamento a JCOnetti las palabras le salen muy a su manera… desde los nombres de sus personajes, las filias y disgustos que padecen, las localizaciones por las que deambulan, sus conexiones neuronales, todo suena a que estamos hablando de verdad de la buena, que esto es muy serio en el sentido de que no son tonterías ni superficialidades ni banalidades con las que perder el tiempo, cosa muy recomendable, también, por supuesto, lo de perder el tiempo, a mí me encanta, ya no digamos con un libro de Onetti en la mano… eso que otros resumirán con que denso, que el uruguayo es denso, y al final es lo mismo, que denso sí o denso no, cada uno lo entiende como quiere, que con eso, aparte de no decirnos nadita, algunos le escapan y otros se le abalanzan al cuello para desgañitarse con la emoción. Y tenemos algo que no sabemos lo que es… salvo que Onetti es una pasada verdadera… y encima El astillero está escrito de verdad de la buena, de esto que con diez años dices te lo juro, pero luego te instruyen con que eso no se dice y ya más mayorcito se te da por decir, en vez de lo de antes, que a lo que te recuerda Juan Carlos es a un grupo musical, uno de esos escasísimos grupos que acongojan con dos acordes nomás… y te dices voy a pinchar aquí, te lo juro, de verdad de la buena, como en el otro post dedicado a Onetti, pero en una canción distinta.

martes, 1 de mayo de 2012

Edhasa/Céline/Camus/Beauvoir/Gombrowicz...

Seguimos con la camisa de fuerza y de coleccionistas… fueron los de la editorial y pensaron que no eran nadie si no incorporaban a su lustrosa colección de autores al desgraciado por anatomasia, al apestado mayor e innombrable que pensaba del revés pero escribía como nadie lo hacía, y ficharon al anatema gabacho y a su viaje nocturno… querían hacer caja con gente impopular que, de tanto que lo era, era de lo más popular, que eso es así, bucle cilíndrico o lo que queráis y tenemos que, al final, la mugre se reparte a prorrata…


















Estos serían dos librajos que se dicen indispensables si queremos entender lo del bucle cilíndrico y lo que es pensar del revés, o, como mínimo, de manera angulosa, y escribir del derecho, digo bien pero hay ejemplos de otra manera de hacer las cosas, que en la editorial, después de la tanda inicial de portadas narrativas y contemporáneas que colgamos en la entrada anterior, siguieron haciendo pasta con ejemplos como los que siguen a continuación…
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