domingo, 14 de julio de 2013

Thoreau/Leiris/At the drive-in...

Mi estupidez sin sosiego no tiene medida... hasta se me ha ocurrido ponerme con Walden de Henry David Thoreau después de haberle leído Caminar de Thoreau David Henry

En Walden se confirma lo que en Caminar se intuye, la mugre, que Thoreau habrá sido un personaje con ideas propias y perfiles afilados y notas estridentes y demás contraindicaciones para adocenados e impotentes y civilizados y cuidado con el tipo sin duda interesante... pero es que qué coñazo de libros, así, sin más aditamentos ni bioquímica, bodrios, tediosos...

Caminar se salva porque, aparte de ser una edición bien bonita, son escasas veinte paginitas y uno las soporta pensando en otras cosas... pero es que Walden roza la tortura, la tomadura de pelo… digo las cuatrocientas páginas y entonces sí que no lo aguanto porque estando convencido de las grandezas y encantos de la vida emboscada, a poder ser cerca de la montaña y cerca de la playa y cerca de Ella y cerca de lo que os dé la gana y lejos... producto enfrascado para extraviados sin hijos cuyas virtudes nos pretende ¿vender? el amigo Thoreau en su Walden, pues resulta que al poco de empezar con el librajo ya el tipo me había tocado tanto las naringes que yo soñaba con una tienda de campaña en medio de La Gran Vía y su ensordecedor y urbanizado trasiego como reacción a la insufrible presentación en prosa de Henry David... que una cosa es pensarse las ideas y ponerse luego a llevarlas a cabo… y otra bien distinta pasarlas a limpio por escrito... que para eso, además de las ideas y de la decisión, hay que tener otros atributos que Thoreau no tenía, ni en la cabaña aislado ni en medio de Boston obnubilado...

En la tienda de campaña en medio de La Gran Via me vino por la tangente un tipo con corbata que me recomendó ciertos libros para entendidos que en otro ejercicio de idiotez y pedantería sin límites me agencié y luego me leí y luego se me bajó el ánimo hasta las penumbras del gusto... y me cagué en todo y me puse a escuchar algo de música estimulante para insensibles y zafios… y entonces con toda esa energía atonal arreciando recuperé el ánimo que se me había bajado hasta las catacumbas del gusto y cogí el hacha que recomienda Thoraeu que cojamos y fui en busca del gachó de la corbata que me había recomendado a Michel Leiris laconchaelgabacho qué porquería de libro de culto Edad de hombre... 

Como no hay dos sin tres ni cuatro ni seis el instinto me pidió un poco más de epilepsia atonal, mimá... con esta bofetada de At the drive-in les daba yo en la espina a Leiris y Thoreau a ver si así se enteran de algo, qué vaya bazofía la suya, carajo...

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