sábado, 7 de febrero de 2015

Fabulosas narraciones por verdades... Orejudo

No sé a quién hay que pedirle permiso para hacer ciertas cosas que parece que están prohibidas… Y quiero que alguien me lo explique… ya mismo…

Antonio Orejudo, qué tipo, afluente caudaloso, tiene permiso para decir, y escribir, esas cosas que no se pueden decir ni escribir, y, encima, con una gracia el tío… si a mí me dieran la autorización indispensable para ello, diría, por fin, que la guerra de Vietnam se desencadenó y sostuvo, básicamente, por la fuerza ejercida por el Lobby, no de fabricantes de armas, tipejos anticuados y desagradables, sino por el de empresas discográficas, con la única finalidad de vender discos como rosquillas de genios como Dylan o Hendrix… quienes, a pesar de lumbreras creativas sin igual, y en el mejor de los casos, ni se enteraron de que los estaban utilizando para forrarse en plan contestatario los de Columbia Records, MCA o quien fuera… y pongo el cautelar “en el mejor de los casos” porque, con los permisos o autorizaciones suficientes, se podría decir que fue idea de ellos, de Dylan y Hendrix, montar la guerra para hacerse famosos generacionalmente y ganar dólares a espuertas, que los tiempos estaban cambiando… ahí tenéis la increíble verdad, una guerra urdida para vender discos, y no armas, que también…

Vale, pues ni Vietnam… ni el film Zapruder, ni el Gólgota, ni Voodoo Child, ni na que el Gachó Orejudo, con el salvoconducto bien amarrado, nos cuenta, por fin, la verdadera historia de la vanguardia… Residencia de Estudiantes, Generación del 27, coletazos de la del 98, años 20 y 30… la verdad sobre Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna, Lorca, D´Ors, Ortega, Mallo y demás catenarias y electrificaciones de la época…pero nos lo cuenta con permiso para matar, para hacer sangre, para inflamar y tocar las pelotas de varios de ellos… que Herr Orejudo escribe con propulsión a chorro, a diestra y siniestra… a borbotones, como se prefiera: riada, aluvión, avenida o anegamiento… suelto, fácil, atrevido, que da gusto, no hay más… como un triple sobre la bocina del gran Drazen…

Su versión de la realidad es sorprendente, una maravilla, imposible no darse un atracón con este tremendo librajo Fabulosas narraciones por historias… y luego la impagable alquimia esa de que los personajes verdaderos e intocables (los mismísimos Lorca, Ortega…) hagan, digan, actúen de tan dispares ¿y heréticas? maneras bajo los designios de Herr Antonio, con permiso para decirlo todo… desviadas maneras si las comparamos con la verdad y realidad histórica… pero herejías y negaciones tan bien montadas por Orejudo que resultan más verosímiles que las… y, desde luego, más jugosas y…voy a parar, que me está costando tanto no contar lo que cuenta Orejudo que aún se me va a escapar algo… eso sí, lo que no se entiende es cómo se ha librado el Gachó Antonio de los pleitos y litigios en cascada interpuestos por defensores de la gloria en todas sus manifestaciones: histórica, literaria, de género… Aquí hay gato encerrado… que por mil veces menos se querellan contra uno y lo meten en la trena trullo.

Leyéndole Un momento de descanso ya se ve que Orejudo es mucho Antonio aunque el libro sea normalito del todo… este Fabulosas narraciones por historias es otra cosa, tremendo zapatazo en la mesa…
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