
Jopé con el documental que escribió
nuestro Hombre en el meollo, Tom Wolfe… absorbente chupinazo con
ciertos detalles de lo más técnico: alturas, potencias, órbitas, velocidades; y
ciertos otros de lo más populoso: jolgorio de masas, rollo testosterónico,
cazadoras de cuero, confeti en las calles de las ciudades, chicas descocadas y
países enfrentados. El asunto gloriosamente documentado por escrito por TWolfe
acaba con el propio final del proyecto Mercury… que, a partir de ahí, el Hombre
en el meollo no nos cuenta más y hay que recurrir a la tele para ver lo
de la llegada a la luna, la definitiva bajada de pantalones yanqui ante el
indispensable Von Braun y sus acólitos de Peenemunde y demás sucesos escabrosos
en pos del progreso y del interés general…

Aunque lo anterior es por criticar algo,
porque las cuatrocientas páginas del documental te succionan tan rápidamente
que el libro te encanta, y esto de buscarle las cosquillas kitsch al
autor y a su tono lo hago por revolverme un poco en plan finolis y
enteradillo… y vuelvo sobre el rollo patriotero camp, que estoy pensando
que en todo caso habría que reconocerle al Hombre en el meollo el hecho
innovador, incuestionable y distante de utilizar el tono kitsch
patriotero con ambos bloques este-oeste enfrentados en la carrera cósmica,
porque así lo hace el gachó, cogeros el libro y veréis… y esto sí que es vanguard
puro y duro… con lo que tenemos a un visionario, a un masoquista o a un topo…
porque la parte de la historia que Wolfe cuenta, básicamente hasta 1962,
acaba siempre con la consabida victoria de Tobaris CCCP en la carrera
espacial… o también esto debería leerse con segundas?... no sé... A ver, dónde
carajo nació Tom?... entonces, a qué viene el tono del libro?... qué coño es un
agente doble?... Houston?
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