martes, 20 de marzo de 2012

Taxes/Lenta raigame

Este libro totémico apareció por casa cuando tenía once o doce años. Estaba en la habitación de mis padres. De aquella, la casa estaba en Lima, lugar que se diría lejano. Las cosas que aparecen en la habitación de los padres, cuando ésta se encuentra lejos, y da igual que tú vivas en la misma casa, que no por eso el lugar deja de ser lejano, que es un viaje de tres pares de narices, y qué bonitos que se ven los picos nevados y desérticos al sobrevolarlos con ocho años a lo largo del pasillo, y me diréis que oye, para un momento, que lejano se dice de algo cuando se toma como referencia otro punto, que, si no, lejano no quiere decir nada… pues las cosas que aparecen en esa habitación son distintas de las que aparecen en dependencias comunes de la misma vivienda. Como la sala, el recibidor, la cocina. Hasta la huerta, que por ahí también andan todos…

El caso es que Lenta raigame me lo topé en la mentada habitación. Fruta prohibida, reservada para otros. A escondidas, medio a oscuras… Con el libro en la mano me pregunté de qué iría el asunto. Lo de lenta lo entendía con once años, lo de raigame se me escapaba por completo, lo tuve que preguntar y me descubrieron la incursión… Un hombre remangado sachando na terra, preciosa portada, se entiende desde que a uno lo paren…

FTaxes fue como un tremendo bloque de granito galaico trepidando desiertos andinos, corrientes de Humboldt, líneas de Nazca y cebiches. Preciosa excursión, e inmejorable compañía. Exprimida durante varios años. Compañía que a lo mejor se diría milagreira, que hasta suena a portento lo de andarse con esas edades por esos lugares tan lejanos y con estas compañías tan cercanas… De aquella, con doce trece añitos, lo que es leer, como que aún no se me había pasado por la cabeza hacerlo, menos mal, que llegó mucho más tarde la afición…  pero mi Lenta raigame era otra cosa, digamos que un mojón piramidal, una familiar presencia en medio de las arenosas monotonías que se extienden a lo largo de semejante distancia. Para quien quisiera apoyarse desde tan lejos, para jugar con su sombra a las geometrías improbables, para abrigarse en ella… O para darse de cabezazos y aprender, hasta rozar el punto de ruptura, momento en que es recomendable parar, o seguir, que lo de verdad recomendable es decidirse, mojarse y estrujarse a vivir…

Pasaron unos años, no pocos, y como que fui entendiendo algunas cosas, también el libro totémico, que disfruté sin remilgos, a grandes cucharadas, como buen lambeteiro. Y confirmé sus dotes milagreiras, que allá me parecía hecho de robusto y protector granito, y aquí de fina y trabajada plata andina… Como también se disfruta la bonitísima edición do Castro… De lo que resulta, no quedaba otra, que me acabé comprando el libro para tenerlo conmigo, que el que nos acompañaba en la distancia era de mis padres, y con ellos sigue... El mío lo tengo instalado en casa como inolvidable mechón rizado de aquellos años de incursiones en dependencias ajenas en Chacarilla del Estanque

…pero volvamos a estos lares, que sentándole bien a Lenta raigame la portada que le eligieron en Edicións do Castro, sé de quien habría preferido otra, parecida pero no igual, que sachando na terra nos deberíamos topar con una Ella mejor que con un Él… y estamos de acuerdo y es ahí cuando uno se da de bruces con un retrato de Taxes, el que cuelgo obra de X. Iglesias, y resulta inevitable quedarse como quietecito y diciéndose: quirillo, vaya presencia que se gastaba el gachó… pues imaginároslo de granito y en medio del desierto… pirámide.

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