sábado, 9 de junio de 2012

Wolfe se merienda a Pollock &...


¿Se los merienda?… puntualicemos, se nos merienda, que no tanto a Pollock y demás compañeros aficionados a forrarse a base de estar en el sitio y el momento idóneos, fantástico negocio pluriempleado y consumista, sino que, más bien, se nos merienda a los fans críticos aduladores galeristas aficionados y demás marabunta enterada y a la última y sensible y culta y enfermizamente fashion…

También se merienda, que debía estar famento, a los endiosados creadores de casas inhabitables pero encumbrados a la gloria absoluta del arte con mayúsculas… de eso que Tom nos habla de toda la caterva de genios de la arquitectura que han hecho en toda su carrera una sola casa (inhabitable) y dos museos (estridentes, faraónicos, exagerados, así como muy paletos o provincianos o de nuevo rico los edificios museísticos estos) resultando de todo ello, y en resumidas cuentas, que TomWolfe nos cae bien, estemos o no de acuerdo con su punto de vista, porque tiene gracia contando lo que cuenta y dando la caña que da al canon de lo intocable, de lo sagrado, de lo subido a los altares de la pintura y la arquitectura del siglo XX.

Y hasta molesta a veces, que tampoco nos salvamos los snobs que creemos que no lo somos… como tampoco se salva el mismísimo Le Corbusier, visionario creador del subterfugio teórico cuya consecuencia básica y primaria es que vivamos en casas, digo diseños, invivibles e inhabitables… que empezó el Corbu con lo que empezó, y luego se le subieron a las barbas todos esos grandes pedantes arquitectos hasta nuestros días, que a lo mejor los de la Bauhaus eran genios, que tiene toda la pinta, que hay que ver las cosas y diseños y creaciones sin igual de estos alucinados a salto de mata entre Weimar, Dessau, Berlín y Chicago… pero en qué ha acabado el asunto es cuestión distinta y mucho más delicada… y así, incapaz de parar con la motosierra, Tom Wolfe se despacha a gusto y a sus anchas con todo lo que se mueve… hasta nuestro días…

Pero centrémonos, que me pierdo en aspavientos. Tom, hace  bastantes años, escribió La palabra pintada (el arte moderno alcanza su punto de fuga)¿Quién teme al Bauhaus feroz? (el arquitecto como mandarín)... y vio las cosas relativas a la pintura y la arquitectura con bastante y divertido acierto. Predijo, ojo clínico, que sería más importante la explicación teorizante del pedante artista de turno sobre su obra, ya sea un cuadro o un edificio, que la obra misma, de cuya calidad dudaba bastante. Y mirando en su bola de cristal nos avisó de que, en cuanto a la pintura, el formato museístico por el cual, al lado de un objeto grande, que vendría a ser el cuadro, tenemos un objeto pequeño, que sería la placa con los datos del mismo, a saber, autor, título, año y poco más, decíamos que predijo que este formato se cambiaría por el inverso según el cual el objeto grande sería ahora la inmensa sopa de letras o discurso estúpido empalagoso del artista/chorlito de turno sobre lo que pretendía crear, todo esto en imberbe destilación de conspicuas teorías como la del eterno retorno y el Gran Tres, aderezado el indigesto conjunto con las habituales pedanterías intelectualoides que os podéis imaginar, mejunje putrefacto con el que el chorlito/artista pretende disimular la mediocridad y vulgaridad del Objeto Pequeño que estará al lado, y que ahora no será la placa con los datos, sino la obrita pictórica mismamente… lo dicho, ojo clínico el de Mr. Wolfe… que el editor, no pudiéndose aguantar las ganas, nos ejemplifica de manera paradigmática con lo que ocurre ahora con la gastrotontería, digo gastronomía, en la que el descifrado, no digamos asimilación, de una carta de restaurante cualquiera requiere un cociente intelectual en el comensal de cuatro cifras, más un doctorado cum laude, prácticas en Berkeley, trescientas flexiones diarias y una perfecta dicción en seis idiomas, aparte la lengua vernácula… mientras que la ¿comida?...

De postre, para que tengáis la sensación de que os quiero vender la moto, resulta que cuando en Anagrama se les dio por publicarlo al Míster, tenían un punto con las portadas de sus libros que hay quien odia y hay quien admira… A Tom Wolfe como que le van que ni…





























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