lunes, 7 de diciembre de 2015

Ferrín/ Ancares/ Zodiaque...

Hace poco di otra vuelta por la placa de hormigón, como si bailara alrededor de ella, que da nombre a toda la cordillera, de Porto de Ancares a Penarrubia, pasando por el Mustallar… se lee Méndez Ferrín, se pronuncia Amén… la placa sigue allí, que hubo quien intentó quitarla, romperla, hasta que cayó en la cuenta, pobre imbécil, de que no se puede, basta con leerse Elipsis e outras sombras o Arraianos o Con pólvora e magnolias…

Hay un libro que es una colección de fotos de lo de abajo, tomadas desde arriba, en blanco y negro. Lo de arriba ya os aclaro que son esos libros inigualables del Titán de Ouréns... lo de abajo es lo demás.

Dejando atrás Samos, en dirección a O Cebreiro, se llega al Alto do Poio. Con suerte, le ves los pies a Herr Xosé Luis… allí arriba la cosa y las sensaciones cambian. Muy recomendable para dudar de todo. A mí se me da por pensar en Escandinavia no por nada concreto o especial… sólo por mi estupidez. Con lo de Escandinavia me refiero a esas pelis de Bergman o Dreyer, no al turismo con anoraks ni al sol de medianoche... también me refiero a los libros de Ferrín. Con esas pelis en la chota de uno, llega con entrar en la iglesia de O Cebreiro como mero observador, el otro día se lo contaba a un Compinche, y mirar a la derecha, tiene que ser a la derecha, ojo, que a la izquierda el decorado es otro… pues miras a la derecha y te topas con aquello… igualito a Escandinavia, en serio.

A lo mejor a alguien le suena raro, pero echadle un vistazo a Persona, Los comulgantes, La hora del lobo, Como en un espejo… alguna de esas películas quebranta huesos. Y fijaros en las paredes y en la gente que aparece… Luego haceros el paseíto hasta O Cebreiro y entrad donde os digo, mirad a vuestra derecha… avanzad unos pasos, si queréis… y ya me contaréis.

O leeros alguno de los libros, en concreto los tres o cuatro que son inigualables, de Herr Méndez Ferrín…

Hay gente que se pasa, o nos pasamos, toda la vida obsesionada con un algo, un aquél… o consigo mismo, o con una idea, no sé… que parece única e indispensable, y quince minutos antes del final se da uno cuenta de que ese bloque de granito fundamental que tanto lo perturbó y hasta fascinó es de la misma veta de piedra que te topas en un chamizo, en un cuenco para la sal, bajo tierra o en una isla en medio de un pozo… y piensas que a buena hora se te ocurrió darte cuenta de eso, ya tan tarde, con tan poca luz, es que no me voy a enterar de nada… y, justo en ese momento, secagaunoentodo…

Una vez vi en una librería que parecía un museo dedicado a la testarudez de su propietario la colección de Zodiaque sobre el Ronico… impresionante, una joya, qué mérito. Cojas el tomo que cojas, y mira que son, elijas el lugar que elijas, al azar, lo mismo da el Vilar de Donas que Hospital do Incio, toda Córcega o parte de… te apabullan esas imágenes, es como ver una versión infinita, como una sortija, de la foto fija que sale en las películas de Bergman, la misma que leemos en un relato de Méndez Ferrín… Ediciones Encuentro publicó por aquí parte de la colección de Zodiaque del Románico, todita mallada: mismas láminas, planos, fotos, formato… pero traducida, claro…

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