
A los que sí les venían las ideas era a otros, entre los que hay que
ver aquello que dijo sobre Proust el fenómeno Ortega, a bote pronto y sin las
estrecheces propias de los teóricos sesudos, recién acabada su lectura de la exageración
quietista de En busca del tiempo perdido, como quien
dice hablando de sus sensaciones, y va y nos suelta José lo de que el tema
del Marcel era el recuerdo de las cosas, que no las cosas que se recuerdan…
silencio, se rueda. Así de clarita, efectista y epidural la soltó José para
aplacar los despendolados ánimos teorizantes y dogmatizadores de los estudiosos
de la literatura que estaban dale que te pego a la cuestión de adónde nos
llevan el Marcel y otros jamaos de las palabras, dale que te pego al qué es
esto, al cómo, y al preparen las hogueras y demás farándula contrarreformista
que nos tenemos que cargar a estos personajes y sus barbitúricas tropelías
noveleras.

Aunque también hay que aclarar que sus maneras literarias pueden ser
variadas. Que tiene una que, siendo muy buena y presentable en sociedad, nos la
podemos imaginar y entender sin tener que recurrir a milagros y fenómenos
indescifrables, llamémosla a ésta: manera convencional, que hasta tiene un punto
de ridiculez afectada que podríamos detestar… y luego está esa otra manera
inexplicable e inasumible y fuera de serie mediante la que lo imposible se nos
echa encima de forma anfetamínica y palmaria y real, y nos deja sin respuestas
ni argumentos ni nada salvo un estupor anestésico que nos absorbe… siempre,
claro está, barrenando sobre el tiempo, que lo de Virginia más que fijación era
obsesión…
Pasemos, entonces, a la toma de decisiones: los personajes a los que no
les vale nada salvo las dosis extremas y radicales deben saltarse, o dejar para
otro día más apropiado, Orlando, Entre actos, Flush, La señora
Dalloway… que estando bien, que lo están, que algunas, no todas aviso,
ya les gustaría haberlas firmado a varios de los intocables del escalafón,
decíamos que estas novelas no son lo que son otras dos, porque hay dos
que es que son de otro mundo… en el que si queremos nos podremos encerrar en el
laboratorio con la insuperable e inexplicable Al faro… o la virguería
en despilfarro bemol Las olas… con estas salidas de tono
la rapaza suicida como que se debió sentir realizada, suponemos, que vaya cosas
que se le dio por escribir y lo redondas y radicales y tridimensionales que le
salieron…
No hay comentarios:
Publicar un comentario