martes, 15 de septiembre de 2015

Los bravos/Fernández Santos/Cerulleda

Tengo una empanada de tal calibre que no sé si estoy delante del Monte Fuji o cerca de Riaño, provincia de León, metido a pico y pala entre esas montañas sin igual… mentira, que la confusión no lo es entre esos dos lugares, sino entre Kenzaburo Oé y Jesús Fernández Santos…  ¿?

Los bravos me cayó en las manos porque pocos sitios conozco más bonitos que esa franja tremenda del mapa que ni es Picos de Europa ni es la Meseta, se llame como se llame la cosa al sur de la Cordillera Cantábrica… Herr Fenández Santos, que el terreno se lo conocía bien, parió un librajo como la copa de un pino: Los bravos… pura montaña, todo verdad… de esos libros que te ponen en guardia, que te crees de cabo a rabo, que dices así son las cosas, qué maneras, verdad de la buena y mejor escuchar lo que me están contando… a ver, cosa seria, recia… en plena sierra, lugar de Cerulleda.

Es una de esas trompadas que, el día que la acabas de leer, te vas un mes de excursión al sitio, a dormir al raso, a coger una pulmonía… o te lo traes a casa, el sitio, porque lo llevas puesto. No sé… hay tipos que se sientan a escribir y paren una montaña, o un espejo, o un candado… de pura verdad, sin epidural. Como Kenzaburo, Xosé Luis, como tantos otros… Si ves una foto de Jesús Fernández Santos no te lo acabas de creer. Si lo oyes, menos… un algo de anodino que echa para atrás… mejor cogerse Los bravos, la mochila, la pasta de dientes y a patear trocha arriba…

Este libro padece de estar archiestudiado por mareas de especialistas en desnudarlo y catalogarlo todo… qué pena. No lo sabía, lo cuentan en la edición de Castalia. Dicen que con ella, con Los bravos, se inicia no sé qué movimiento literario y que luego Jesús, Rafael, Ignacio, sin duda todos unas máquinas, resulta que se convierten en la generación de no sé cuánto… muy interesante, sí, pero casi se te quitan las ganas de leer… qué responsabilidad, cosa tan seria según quién nos la cuente.

Las fotos de Cerulleda no engañan a nadie… hay que ver el río, el puente y el molino a pie de la corredoira… El frío también se ve, y el hambre, el miedo, la bilis, el rencor y las ventanas cerradas en casas abiertas... El libro es más claro que las fotos…

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