
De esa conversación me acordé el otro día cuando me agencié Un
bárbaro en Asia, de Henri Michaux… lo hice, el
acordarme, porque al compinche lector le gustan estas ediciones de Tusquets y
sus Marginales,
que a mí también, he de aclararos, que a ver a quién no, que salen Emil
y Samuel
y otros sacrílegos e incendiarios y portentos y demás renglones torcidos…
Bueno, pues llegan dos o tres páginas del librito marginal para
meterse un treeemendo pum!! topetazo… gloria pura, que lo
detengan para hacerle una lobotomía, que vaya manera de desenvolverse este
belga atroz… que así da gusto que la gente se vaya de viaje y luego nos lo
cuente en sus libros personales y distintos y brillantes y hasta estrafalarios
y bulímicos y disculpadme un momento que es mucho empacho… que vaya cosas que
se cocinaban entre meninges y palabras en el organigrama del belga… conexión
algo sui generis, desacostumbrada, echada en falta, de esas que ahora ya no
gustan porque dejan al lector como sin saber si ponerlo a parir al Henri
o hacerle un homenaje al Michaux… a ver, que os lo puse en
plan figurita arabesca que a lo mejor ni yo, que os lo acabo de poner por
escrito, entiendo en su plenitud de chorrada… y todo porque no me dejan decir
la harapienta y mayúscula verdad que sigue: que
hay una gran grandísima tendencia a la autocensura,
no se vayan a enfadar los políticos o las redes sociales o los votantes de los
políticos o los rústicos lectores que escribimos basura online o nuestros
vecinos o quién sea… y entonces uno no opina lo que opina (si es que opina
algo, claro está) sino que opina lo que cree que le puede suponer algún
beneficio, subvención, rédito, ventaja o prebenda… así, dicho en plan
general, sí, de eso que os dirán que es odioso hacer generalizaciones… pues
eso… que no digo que tú o yo nos autocensuremos, que seguro que lo hacemos, pero
es que no hablo de particularidades o casos concretos sin valor alguno, que lo
que digo es que, en general, se hace, carajo ya…

Entonces debéis coger el libro anunciado: Un bárbaro un Asia… que
es, volviendo sobre la chorrada en toda su plenitud que arriba os largaba, un
libro algo sui generis, desacostumbrado, echado en falta, de esos que ahora ya
no gustan porque dejan al lector como sin saber si ponerlo a parir al Henri
o hacerle un homenaje al Michaux… a ver, un libro espectacular
y un escritor tremendo…
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