

El amigo Vonnegut fue de los pocos afortunados que salió con vida del Valkiriano bombardeo de Dresde, a comienzos de 1945. Allí se encontraba, junto con otros compatriotas yankis, prisionero de los Nazis tras ser capturado deambulando entre líneas. Aquella orgía de fuego Vonnegut la vivió en el Schlachthof fünf, osease, el matadero nº 5 de la ciudad de Dresde. Cuando acabó el interminable y fáustico redoble, Kurt asomó sus vidriosos ojitos fuera de la cueva y pensó que estaba on the moon.

Pues bien, Kurt es distinto. Es de esos elegidos capaces de regurgitar un libro deslumbrante de una experiencia como la indicada. Cosa realmente difícil debe ser el abstraerse del redoble fáustico, el evitar apabullarnos con las escandalosas cifras y estadísticas de la tropelía, etc., cuando has estado allí. Aún más complicado es hacerlo de manera tal que el resultado sea como el que es en este caso. Merece la pena leerlo. Vonnegut, dotado de una imaginación Cunqueirana, se descuelga con el planeta Trafalmadore, con Kilgore Trout, con la ausencia del tiempo, y realmente deslumbra. Un diez.



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