viernes, 15 de enero de 2010

1208 Wallace DF



Vengo de escurrir mis pobres días a lo largo de la gran traca final. El acabose, el pase definitivo. El “ahí queda eso” con el que ni los más optimistas habrían soñado. Abrumado y agotado porque nunca había cogido entre las manos such a heavy/king size como “La broma infinita”, pepinazo imparable y descomunal de DFW, de 1208 páginas, siendo éstas de formato lo bastante grande, y las letras en ellas impresas lo suficientemente pequeñas, como para poder calificar de machada el haber podido acabar el librito sin ser presa de algún desarreglo mental irreversible, del tipo de sólo poder decir pis y caca durante el resto de mi existencia.

¿Cómo se explica que DFW no se haya suicidado muchos antes, antes incluso de nacer? ¿Cómo puede entrar en una cabeza de nuestro género y especie tanto de todo? Si hubo un politiquillo que osó regodearse con eso de que “el estado le cabía en la cabeza”, lo que yo tengo clarísimo es que la cabeza del fenómeno Wallace no cabría en ningún estado, ni juntando Rusia y Canadá. Portentoso y abrumador. Otra cosa, al margen de gustos, modas y estupideces mix.

Lo anterior lo tengo cada vez más claro. Al comienzo pensaba que DFW sería el final de una cadena o corriente, que su inigualable y tan diferenciable literatura sería el último eslabón o paso, más o menos grande, sorprendente o genial, de la citada cadena o corriente. Critiquillos y editores hablan de él como representante de algo por el estilo, cosas como “miembro más destacado de su generación” y chorradas varias. Pensé, pues, que otros se asemejarían al proyectil sideral. Que lo suyo es de escándalo, sí, pero que antes que él algún compinche ya habría abierto camino, por lo menos hasta escandalito. Nunca tanto autor americano y/o actual leí, enfrascado en esa búsqueda. La de aquellos que en teoría le habían allanado el camino a Wallace. Aquellos con los que lo de DFW, aunque escandaloso, sería algo más comprensible. Precursores de su compulsión obsesiva sin igual. Pero nada de nada. Elevado a los altares de manera vitamínica y unánime, claro está que Don Delillo se sitúa a años luz del portento… ya no digamos esa cantaina de heredero de Pynchon, o Roth o Updike o… cualquiera de ellos, y alguno sólo de refilón, buenos escritores. Pero ninguno un elegido absoluto, distinto, genial. Ninguno capaz de dar semejante salto en forma, en temática, en prolijidad, en rigor, en todo, sino que, a duras penas y en el mejor de los casos, aportando su pequeño granito de arena. Y llega DFW con una hormigonera entera de buena mezcla y se la echa por encima a todos. Plas, plas. Ninguno capaz de coger la literatura de su tiempo y darle semejante remexido como este tío. Pensemos en verde. Pensemos en el meneo que le pegó Eddie Van Halen al mundo del Rock, al mundo de las six strings en 1978. Pues algo así, pero, en vez de sacando el disco en el ´78, sacándolo en 1965, cuando el avant-garde total del mástil trasteado era jorge jarrison.

Con semejantes mimbres, para preservar al máximo la integridad mental de sus futuros lectores, para no morir en el intento, creo indispensable dejar el ladrillazo mayor, osease, “La broma infinita” para el final. Antes es mejor ver si la digestión del suicida total se nos va haciendo más asumible siguiendo un estricto plan endocrino-dietético. El mío consistió en Entrevistas breves con hombres repulsivos – Extinción - Hablemos de langostas – Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer – La chica del pelo raro - La broma infinita. Ahí se acaba lo que hasta la fecha se ha traducido al castellano de DFW. Los tres primeros y el último dejan a uno pasmado. En los otros dos hay relatos impresionantes y otros donde el nivel baja algo.

Acabado el periplo DFW uno coge un libro de, no sé, Updike, Auster, Carver, Mailer, Ford, los beatnicks, etc., etc., vamos, del ´50 para aquí, y solo se me ocurre preguntarles a todos estos: Are you kiddin´ folks? Hasta los güivos me tenéis con vuestros putos divorcios, infidelidades, ombligismo, chistes repetidos y demás fantasmadas… Y va y el que se pega el tiro es el Foster Wallace. No hay derecho, injusticia cósmica.
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