jueves, 15 de octubre de 2009

Autumn leaves


Agua pasada no mueve molino. Pasó la marola, pasó la mar toda. Bueno es culantro, pero no tanto. Sarna con gusto no pica, pero mortifica…

Repaso ahora, pura nostalgia estival mientras uno se prepara ya para disfrutar del Autumn y sus leaves, las lecturas caniculares. Recomendaciones, descubrimientos, must haves, y de todo un poco. Punto de partida, o más bien epicentro de la cuestión: el pozo de nuestra huerta. Punto neurálgico en el que me abandono. Palabra clave con la que allegados resumen mi dispersión ante realidades para ellos importantes, aunque para alunizados como Venturín, simples tonterías. Ante la negativa persistente a dedicarle un minuto de actividad mental a sandeces del tipo de las que nos encontramos en los telediarios, estos queridos allegados, frustrados ante semejante desprendimiento e indeferencia telediaria, entonan sus armoniosos: “qué te va a importar a ti, si no vives en este mundo. Ahí, sentado al lado del pozo, leyendo a Nietzsche” Esta magnífica definición de lo que es estar en el Páramo está transcrita literalmente. Me la espetaron, casi les doy las gracias por su capacidad de síntesis, mis padres, un día cualquiera, mientras se indignaban por cualquier estupidez del telediario, y más aún, ante mi absoluta indeferencia ante la misma. Eso sí, les aclaré que de Nietzsche, yo tan solo leí dos libros.

Pero volvamos al inicio. Vengan las listas, tan apreciadas por alunizados de todo género. Entre otros menos relavantes, pasaron por el pozo, y sus diversas sucursales:

Orlando de Virginia Woolf, El Juego de los abalorios de Hermann Hesse, Diccionario de los ismos de Juan Eduardo Cirlot, el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, Rayuela de Julio Cortazar, El siglo de las luces de Alejo Carpentier, La torre herida por el rayo de Fernando Arrabal, La misteriosa desaparición de la Marquesita de Loria de José Donoso, El desierto de los Tártaros de Dino Buzzati, En busca del Barón Corvo de A.J.A Symons, La niña del pelo raro de DF Wallace

Como veis, algunos de los anteriores son de esos libros que según con quien hablemos, el no haberlos leído, nos dirán, es como no saber cuánto es dos más dos.

Pero vengan más listas; hoy es mi santo, barra libre

Cuáles me gustaron más:

Rayuela: me dejó patidifuso, por lo menos hasta el ínclito capitulo 56 en el que te encuentras con ese pedantesco “fin” a mitad de libro. A partir de ahí, la cosa, también pedantesca, pierde mucho. Ante las divergencias en cuanto al orden que seguir al leerlo, como os podéis imaginar por lo que cuento, lo hice como cualquier otro libro, nada de andar saltando de un lado para otro como también recomienda el autor… Palabras mayores este libro.

El desierto de los tártaros: Inspiradísimo obsequio de Maicito. Qué bien está este libro. La fortaleza, la ascensión hasta llegar a sus puertas, los baluartes, el conflicto que no llega… un diez

La torre herida por el rayo: Qué divertido. El amigo Arrabal en estado de gracia total. De tener que recurrir a etiquetas de esas que se ven a diestro y siniestro cuando se publicitan libros, no habría suficientes. El caso es que engancha de mala manera. Una partida de ajedrez que enfrenta a dos tipos muy raros, un paranoico perdido y el otro un fundamentalista de la guerra fría. Y a los dos se las va la pinza muy seriamente… mucho estrés me parece a mí.

La niña del pelo raro. El menos bueno de los libros de DFW es impresionante. Aunque no está al nivel de los demás, hay varios cuentos/historias/ensayos en esta recopilación que dejan a uno totalmente extasiado-sorprendido-confuso-abrumado-… Lyndon, sobre el ex - presidente de los USA, La niña del pelo raro, inimaginables peripecias de los asistentes (gente realmente particular) a un concierto de Keith Jarrett, Hacia el Oeste, el avance del imperio continúa, incalificable narración sobre la reunión celebrada por todas las personas que a lo largo de la historia de McDonalds (y son miles) han participado en cualquiera de sus anuncios… Lo dicho, lo menos bueno de DFW es punto y aparte, excepcional. Este tío juega en otra liga. Qué perdida la suya.

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