No me quito de encima una de mis tantas obcecaciones. Es más, no hago sino darle cancha para que me siga atosigando…
Hace unas semanas, recorriendo una pobre feria del libro antiguo organizada en Santiago, me encontré con una obcecante delicatessen. Su titulo original alemán es “El año 1945”, no siendo necesaria por esas latitudes mayor explicación para saber de qué coño se está hablando. Aquí, para evitar confusiones (que considero imposibles a la vista de la portada), se adorna el título y se habla de catástrofe. Considerar dicho año como catastrófico es algo que reduce la cosa a los alemanes (y no a todos, evidentemente, pues habrá quien hable de liberación o de catarsis, aunque sin duda son mayoría quienes recurren a debacle, derrota, humillación y horror), así como a grupos a los que pocos meses de vida podían quedar, tales como Vlasovistas y similares.
1945, que sin duda incluyo en la lista que os presenté hace unos meses sobre este asunto, consiste en una selección de artículos, extractos y reflexiones de varios de los más destacados escritores teutones de la época. Desde bacas sagradas hasta jóvenes desconocidos, pasando por promesas que ya despuntaban. Interesantísimo. Entre ellos el hombre que sabía demasiado, Hans Erich Nossack, de quien ya os he hablado en otra entrega. Y Heinrich Böll, autor de such a touchstone relativa a estas enjundias como “El ángel callaba”, libro que aún no he conseguido y del que sufro una inalcanzable y frustrante presencia cada vez que paso por casa de Maicito, pues él sí que lo tiene. No hay derecho, injusticia cósmica.
Hace unas semanas, recorriendo una pobre feria del libro antiguo organizada en Santiago, me encontré con una obcecante delicatessen. Su titulo original alemán es “El año 1945”, no siendo necesaria por esas latitudes mayor explicación para saber de qué coño se está hablando. Aquí, para evitar confusiones (que considero imposibles a la vista de la portada), se adorna el título y se habla de catástrofe. Considerar dicho año como catastrófico es algo que reduce la cosa a los alemanes (y no a todos, evidentemente, pues habrá quien hable de liberación o de catarsis, aunque sin duda son mayoría quienes recurren a debacle, derrota, humillación y horror), así como a grupos a los que pocos meses de vida podían quedar, tales como Vlasovistas y similares.
1945, que sin duda incluyo en la lista que os presenté hace unos meses sobre este asunto, consiste en una selección de artículos, extractos y reflexiones de varios de los más destacados escritores teutones de la época. Desde bacas sagradas hasta jóvenes desconocidos, pasando por promesas que ya despuntaban. Interesantísimo. Entre ellos el hombre que sabía demasiado, Hans Erich Nossack, de quien ya os he hablado en otra entrega. Y Heinrich Böll, autor de such a touchstone relativa a estas enjundias como “El ángel callaba”, libro que aún no he conseguido y del que sufro una inalcanzable y frustrante presencia cada vez que paso por casa de Maicito, pues él sí que lo tiene. No hay derecho, injusticia cósmica.