
Antonio Orejudo, qué tipo, afluente
caudaloso, tiene permiso para decir, y escribir, esas cosas que no se
pueden decir ni escribir, y, encima, con una gracia el tío… si a mí me dieran la
autorización indispensable para ello, diría, por fin, que la guerra de Vietnam se
desencadenó y sostuvo, básicamente, por la fuerza ejercida por el Lobby, no de
fabricantes de armas, tipejos anticuados y desagradables, sino por el de empresas
discográficas, con la única finalidad de vender discos como rosquillas
de genios como Dylan o Hendrix… quienes, a pesar de lumbreras
creativas sin igual, y en el mejor de los casos, ni se enteraron de que los
estaban utilizando para forrarse en plan contestatario los de Columbia
Records, MCA o quien fuera… y pongo el cautelar “en el mejor de los
casos” porque, con los permisos o autorizaciones suficientes, se podría decir que
fue idea de ellos, de Dylan y Hendrix, montar la
guerra para hacerse famosos generacionalmente y ganar dólares a espuertas, que
los tiempos estaban cambiando… ahí tenéis la increíble verdad, una guerra urdida
para vender discos, y no armas, que también…

Su versión de la realidad es sorprendente, una maravilla, imposible
no darse un atracón con este tremendo librajo Fabulosas narraciones por
historias… y luego la impagable alquimia esa de que los personajes
verdaderos e intocables (los mismísimos Lorca, Ortega…) hagan, digan, actúen de
tan dispares ¿y heréticas? maneras bajo los designios de Herr Antonio, con
permiso para decirlo todo… desviadas maneras si las comparamos con la
verdad y realidad histórica… pero herejías y negaciones tan bien montadas por Orejudo
que resultan más verosímiles que las… y, desde luego, más jugosas y…voy a parar,
que me está costando tanto no contar lo que cuenta Orejudo que aún se me va a
escapar algo… eso sí, lo que no se entiende es cómo se ha librado el Gachó
Antonio de los pleitos y litigios en cascada
interpuestos por defensores de la gloria en todas sus manifestaciones:
histórica, literaria, de género… Aquí hay gato encerrado… que por mil veces
menos se querellan contra uno y lo meten en la trena trullo.
Leyéndole Un momento de descanso ya
se ve que Orejudo es mucho Antonio aunque el libro sea normalito del todo… este
Fabulosas
narraciones por historias es otra cosa, tremendo zapatazo en la mesa…