miércoles, 1 de julio de 2015

Ridruejo bajo cero/Los cuadernos de Rusia

Había que leérselo de todísimas todas, para ver qué se decía el Gachó Dionisio en medio del tráfago metálico a 40 grados bajo cero, muerto de hambre, frío y codo con codo con el ogro teutónico de ojos azules y muerte al por mayor…

Rusia adentro a finales del verano es como el peor invierno en el resto del mundo… en otoño ya no te cuento, no sale en las estadísticas. De enero a mayo no se sabe cómo es la cosa de fría porque nadie sobrevive… lo de ir a pegar tiros y morterazos en esas condiciones es de muy voluntarios a la fuerza, y algo jamaos…

Como a Dionisio lo han subido a los altares de la pureza tras enmendar su escabroso inicio, Los cuadernos de Rusia se reeditaron hace poco… por lo que aproveché para agenciarme el librajo original que, coincidiendo con la citada reedición, te venden por la cuarta parte de lo que te pedían medio año atrás… me lo topé en Urueña, ojo al pueblo, auténtica Bastida en medio del desierto… Los cuadernos son como las Tempestades de acero pero con dudas y crisis internas, en plan inadaptado.

Herr Ridruejo llega al frente sano, animado, combativo, haciendo laudas y poemas por doquier, insufribles todos ellos… y acaba enfermo, pesando 35 kilitos de tuétano y pellejo soriano, fermentando giros vitales, cortes de mangas y con más cicatrices y decepciones de las esperadas en principio.

Esa primera parte del librajo, en la que todo pasa por el filtro del idealismo y el pecho henchido, es, más bien, insoportable, de cartón piedra, un espejismo y mil chorradas… la otra, no. Porque llega un punto en el que Dionisio se deja de tonterías, poemitas y soflamas, y empieza a llamar a las cosas por su nombre… y lo hace cuando el nombre de muchas de esas cosas y barbaridades aún no existía, ojito con el tipo, que eso tiene su mérito… y entonces el libro se te acaba... Hay quien no le perdona sus inicios de brazo extendido y beligerante, y hay quien se olvida de ello para sólo cantarle su posterior rectificación… mesmo ten. Cada cual con su espantapájaros parroquial. Como artista parece que Herr Dionisio andaba bastante limitado… pero sus barruntos y exorcismos, su búsqueda y sus crisis, son otra cosa… varios de sus libros, los no ¿artísticos? por favor, están repletos de diversas abominaciones y exploraciones, a dentellada limpia.

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