martes, 1 de noviembre de 2011

Desierto psicototal



Hace años, sí, años, que ahora cuento de doce en doce los meses, que tengo olvidadas mis pobres digresiones socio/cutre/politiquillas, esas con las que aburrí a propios y extraños durante la obsesiva serie de entregas “Historias del ocaso”, dedicada a la molicie por antonomasia: políticos, sus votantes, medios/prensa y sus lectores. Asunto patibulario y cutre donde los haya…

Ni que decir que esto de los blogs tiene un punto de higiénica profilaxis general. Entiendo que, muchos de los que a ello nos dedicamos, le hemos ahorrado a los demás disgustos aún mayores que la lectura de los mismos, que, en última instancia, siempre sería voluntaria. El caso es que mediante la redacción de blogs, los desesperados, o iluminados, o aburridos, o mesiánicos, o pedantes, o vanidosos, o exhibicionistas, o demás fauna concurrente en el fenómeno, que a ello nos dedicamos, no descarriamos por otras vías más costosas en términos de interés general. Porque sí, el blog se lee o no se lee, y punto. El coste para el resto, en cualquier caso, sería espiritual, el de quien se siente ofendido hasta lo más profundo de su ser con las estupideces que en dichos blogs escribimos a diario. Estupideces proporcionales a la del escandalizado lector de blogs que, voluntariamente, se dedica a leerlos sin mesura, para luego indignarse, también sin mesura, por lo que acaba de leer, sin reconocer que gran parte de la culpa es suya por leerlos una y otra vez, y a sabiendas del predecible disgusto. Y es que él no es más que un amargado profesional, sujeto insoportable y abundantísimo…

Pero es que a más de uno de los que se dedican a la redacción de blogs, de lo soliviantado y encendido que está, y de no tener la opción blog a mano, con lo que de sedante y neutralizadora tiene, es posible que en escasos tres meses nos lo encontrásemos poniendo bombas tutiplén, que merecimientos encuentra en muchos potenciales objetivos. Así que dejadle con el juguetito blog de marras, que nos ahorramos ingentes disgustos en forma de destrozos de todo tipo: emocionales, personales, económicos y demás.

Pero cuidado, porque sí, el soliviantado y encendido redactor de blogs está neutralizado. Con la elaboración de su panfleto online en el páramo lo tenemos sedado, toma juguetito, meu rei, y déjanos en paz…. Como el burro y su zanahoria pinchada del palo. Ese mismo palo que era guiado por la mano de un jinete que nunca se veía en la imagen. Vale, muy bien, pero ¿qué me queréis decir con eso?... Ahora, sin embargo, con el soliviantado y encendido redactor de blogs neutralizado por la propia elaboración de su petardo escrito, y ojo a la vulgar pirueta, quien se convierte en potencial desestabilizador del interés general es el otro miembro de esta relación emisor/receptor: el estupidísimo personaje supremo, el obsesivo lector indignado de blogs elaborados por todo tipo de soliviantados, iluminados, y demás anormalidades adyacentes. Porque este individuo, tan interesado en el interés general, mantra intocable para él, sin tener a su alcance la opción de elaborar un blog, pues la descarta de raíz ya que es cosa de gente sospechosa, acabará, en esos mismos escasos tres meses, cometiendo algún tipo de desahogo físico-trompada-explosivo-conspirador. No sé cuál, pero alguno de los que, luego, volverán a ser pasto argumental para otro soliviantado redactor de blogs, que sí, se relajará, pero que encenderá a algún acérrimo amargado profesional preocupadísimo por el interés general y así ad infinitum, de tres en tres meses…

Pero me estoy yendo por vericuetos que no me interesan. Os decía que las “Historias del ocaso” pasaron a mejor vida. Momentáneamente, aclaro ahora. En aquello tuvieron buena parte de culpa, entre otros, Bernhard, Woolf, Cioran, Céline, Foster Wallace, Celan, Ferrín, Sloterdijk, Houellebecq, Pynchon, Hamsun, Sebald, Vonnegut, Pasolini, Von Braun, Peenemunde, la bomba H, y…

Y es que ando con el pie cambiado, tanto sublime literato del carajo, que estos años de personal indiferencia cutre política me han impedido disfrutar del impactante surgimiento de personajes y fenómenos tan flatulento bochornosos que es que no hay derecho a que me haya distraído en otros menesteres… Cómo pude dejar pasar su esperpéntico surgimiento, proceso trompeteado por mis amigos los mass media y sus acólitos chorlitos, ambos insuperables, políticos y votantes… Y es que les voy a coger ojeriza a Bernhard y demás plenipotenciarios de las letras. Habrase visto, escapárseme las entendederas por mares remotísimos y deshabitados teniendo aquí, asambleariamente reunido, el “desierto psicototal”. Qué oportunidad para la abstracción de contenido teórico argumental igual a cero…

Pero, con permiso de Thomas, David, Louis Ferdinand, Virginia, Paul, Xosé Luís y Emil, me he cogido unos días vacacionales. Y estos días festivos los he aprovechado al máximo. Como cuando me enfrasco en los librajos de esos geniecillos sin par. Pero ahora nada de libros. He fijado la vista en la realidad cutre política que nos rodea, infinita y océana, y he tomado una decisión: secuestrar a unos cuantos miembros de lo que se ha denominado, sin ton ni son, como M. I., iniciales que podrían pertenecer a mierda impositiva, o marabunta invertebrada, o mediocridad insufrible, o masa imponente, o menuda indigestión, o, inclusive, movimiento no sé qué….

Y como suele pasar habitualmente, mejor quedarse con una idea superficial del asunto, que hasta podría tener un pase, que hoy es mi santo, soy generoso porque estoy de buenas. Pero es que ni se os ocurra escarbar ni un poquito en la cuestión del movimiento este, porque se os va a cambiar el semblante. Putrefacción total. Dejemos al margen a unos cuantos: que si marginales o inadaptados o antisistema o filobestias, revoltosos impenitentes o impertinentes que se apuntan a un bombardeo de izquierdas, o de derechas, o de centro, pero sin la más mínima veleidad moralizante. También algún iluminado hace años descabalgado del main stream, aunque no lo suficiente… o algún iluso de buena fe, más bien simplote, o ilusionadísimo, o pasando un mal momento, el pobre. Al margen de estos perfiles, con los que no tenemos ninguna intención de polemizar, y que, de por sí, son minoría en la menuda indigestión asamblearia, el resto de acantonados tiene un cacao ¿mental? de famélicas proporciones.

Y es que salvo escasas excepciones como las que arriba mencionamos, y alguna más, los miembros del movimiento menuda indigestión son unos pobres cínicos casi involuntarios, desorientados embaucados/ embaucadores de exactamente la misma especie o ralea o casta o linaje, que los políticos y sus votantes, pues son las mismas personas. Iguales que los ávidos zoquetes consumidores de prensa escrita y tertulias TDT, pues son las mismas personas. Igualitos que todos esos a los que dicen querer pasar por la piedra los del movimiento indigesto, pues son las mismas personas. Todos ellos los mismos, pues todos forman parte de la consabida gran cutre representación, cara y cruz, trasuntos unos de otros, calcos, remedos, copias, imitaciones y complementos. Argumento ideal para el gran relato de veinte páginas que alguno de nuestros grandes héroes escribiría sin despeinarse en Buenos Aires o Mondoñedo. Los unos justificaciones de los otros, y, mutuamente, indispensables en la performance flatulento bochornil. Partes complementarias que se retroalimentan en la triste tomadura de pelo, ahora aderezada asambleariamente en las aceras…

Pues a unos cuantos de estos miembros de la selecta junta rectora de Menuda Indigestión, los he subido en una embarcación llamada “hace unos años” y los he llevado, rumbo 270º, a la islita atlántica gallega que algunos ya conocéis. Sólo para hablar con ellos un rato. En relación, precisamente, con lo que hacían ellos mismos, exactamente, “hace unos años”… Y de verdad, no aguantan un pase. Apropiarse de tan totémica palabra empezada por “i” es cosa seria. Lo emparenta a uno con tremendas cuestiones y actitudes, que esto de estar “i” no depende de moditas fashion, arrebatitos pueriles, ni, mucho menos, puntuales coyunturas económicas, laborales o sociopolíticas, que viene siendo el anémico caso que se ha dado por aquí. Lo que les pasa realmente a muchas de estas personas es que están desempleadas, cosa seria y grave con la que no se nos ocurre frivolizar, hasta ahí podíamos llegar. Pero cosa muy distinta a estar "i". Porque quien está realmente "i" lo está, en la mayoría de los casos, con independencia de que trabaje o no. Y, en relación a nuestro caso, lo está porque la mierda circundante abundantísima (poder, líderes, medios, hiperutilitarismo, etc.) le hace irresperable el ambiente, con independencia, en buena lógica, de que trabaje o esté en el paro. Sin embargo, todos estos "i", que están "i" sólo desde que están desempleados, dejarán de estar "i" cuando encuentren un trabajo. Recuperado su empleo, sólo el suyo, que los demás le importan un güivo, dejarán de estar "i" aunque toda la abundantísima mierda circundante, la misma que, según ellos nos dicen, de repente les hizo estar "i" cuando quedaron en paro, misma mierda contra la que se rasgaron las bestiduras a grito pelado en la calle, se mantenga igual. Lo cual viene a ser lo mismo que decir que la verdadera situación de estas personas, que realmente no están "i", resulta obvio, es que están desesperadas, cosa tremenda y salvaje, atenazadora y castrante. Y mucho peor que estar indignado, que, al final, podría pasar por ser una pedantería más, tirando a refinada e intelectualoide. Nada que ver con la desesperación... (To be continued)

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...