sábado, 11 de mayo de 2013

Houellebecq/El mapa y el territorio

Esto sí que no… el amigo Houellebecq pasa por ser una gran vedette y referente intelectualoide a nivel mundial… tremenda exageración, sí, que el garçon es un pastiche de otros… aunque también es el caso que Michel ha soltado algunas boutades que tienen su terrible y espectacular gracia, y algún que otro libro se ha largado que cuidado con él… pero es que con este tipo, y con otros, uno no se puede quitar de la cabeza que lo suyo es un remedo y una trampa, que Houellebeck suena e imita y falsea y copia a otros y que lo que hace es muy inferior a lo que hacen esos otros, porque si lo que hiciese fuese mejor, o tuviese fuerza, o estuviera lleno de verdad de la buena o lo que quieras de artístico, pues entonces la cosa sería distinta… pero no es el caso…

El mapa y el territorio es libro normal tirando a… pero es que viniendo de un autor del que se dicen las cosas tan elevadas y superlativas que se dicen de Herr Houellebecq resulta entonces que me pongo de mal humor, que si no no digo nada, y me parece que el libro de marras es una tomadura de pelo absoluta, por banal y mediocre y prueba contumaz de las insalvables limitaciones de quien sólo alcanza para copiar, aunque lo haga bien, cosa que tampoco, pero que no es capaz de crear, aunque lo hiciera mal… y entonces Michel se derrumba a lo bestia…

…que haciendo de Louis Ferdinand o de Genet habrá tenido un poquito de gracia, aunque esté a millones de años luz de cualquiera de los dos… cosa que no se puede decir, que tuvieran cierta gracia, de sus copias de otros de sus emulados, porque sus intentos de ir por el camino de ciertos obsesivos compulsivos maniáticos y telemétricos dan literalmente la risa, resultan bochornosos, pueriles… Cuando Houellebecq intenta ponerse en plan sociólogo de la ¿modernidad?, o estudioso de la producción industrial, o analista de los entresijos del consumismo, y lo intenta hacer mediante la enfermiza profusión y minuciosidad en el detalle que otros bordan y que a él no le sale ni por asomo, de verdad que es una infamia, es doloroso y antiestético… se ve que lo debieron impresionar ciertos visionarios… de esos que ahora los ayatolás de la nomenclatura literaria (vaya tarados) llaman postmodernos o meta/escritores… si es que abstrusos hay tutiplén…

Lo de Michel y su El mapa y el territorio es como si a un tipo que está todo el día fardando de que es el gran montañero del último medio siglo, ahí ahí con Messner, nos lo encontramos con dificultades para subir una duna en la playa… o, si el tipo fardara de maratoniano, pues con taquicardias y estertores en el kilómetro siete trescientos… la fantasmada mayúscula del gabacho Michel es eso de anunciar en su libro trallazos visionarios, lugares nuevos e iluminadores, como eso de las fotos de mapas de carreteras… silencio, se rueda… y luego escabullirse, puro efecto hueco, largársenos por los cerros de Úbeda, ser incapaz de contarnos eso que nos anuncia en capitulares y de lo que, ante semejante presentación altisonante, podríamos esperar algo bueno de verdad, algo nuevo: lo único que hay es trampa, bluf, esquinazo, limitación, fantasmada, superficialidad y fanfarronería… un descosido, vamos… y vale que Ampliación del campo de batalla y Las partículas elementales no estén mal, aunque suenen tanto a libros de otros autores, que lo de fusilar debía ser irreprimible para Houellebecq, pero haberse quedado ahí, carajo, que la cosa iba colando y ya estaba instalado en la pomada… al final con este otro ya la enfermedad se le fue de las manos... y claro, le dieron todos los premios...

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