…o Maiakovski, o como queráis. El asunto se convierte en inevitable. En la entrada del 4 de Febrero (How is Possible?) os amagaba con su nombre totémico, como quien no quiere la cosa, para que se os hiciese la boca agua. Mientras, en la entrada anterior a ésta, andábamos a vueltas con lo que ya sabéis. En vista de todo ello, sería inexcusable no deleitarse con el torbellino cirílico en imágenes. Uno de esos tíos con los que uno siente la imperiosa necesidad de confraternizar, comulgar. Viendo cómo ve el amigo Vladimir, mejor dicho, cómo mira el amigo Vladimir. Viendo cómo se sienta en una esmirriada silla cualquiera… quién le discute nada al camarada. También sabía escribir, y tenía corazoncito, y narices para suicidarse. Además en cirílico, además con sombrero o rapado al cero, qué más da. Para qué romperse la cabeza con himnos y demás absurdities. De pegarse el tiro en la cabeza nada, mejor en el corazón. Y hablando a gritos…
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