sábado, 29 de diciembre de 2018

Manuel Seixas/Viñeron do espacio interior


Del mismo año que A velocidade do frío. 1996. Bingo, pleno al quince… A velocidade do frío es mucho, ya lo he contado, tiene cosas de las que se meten dentro de uno, en el interior de uno, y luego no salen del interior de uno al exterior de uno. Quedan ahí, latexando, digo latiendo. Cosas, a veces, poco sanas. Que como no salen del interior de uno, puede pasar que uno acabe en el interior de un sanatorio.

Despegue vuelo y aterrizaje. Hasta ahí se entiende. Salgo por la pista a milporhora, luego estoy planeando en el aire y, cuando me peta, vuelvo a tierra… sencillo. Lo demás es asunto de Herr Seixas. Nada fácil lo suyo, vaya relatos venidos del espacio interior.

Por poner algunos ejemplos: A historia en arrotos da vella muller morcego, en la que aparece o parvo doente home notario. Por no hablar de Ferro, bágoa o de Wáter, o de Meteorito. Mejor al revés: de todos los relatos del libro sólo hay uno que no cuaja del todo… los demás, miñanai. Lo que cuenta el Gachó Seixas en este libre libro libre sobre la oscuridad y el frío y el calor y la locura y la familia y el sol y los trenes y la pareja… fuera de serie. Seixas Muller morcego.

Soy muy limitado. Cuando leo un libro así de así de así: como grabado en estudio pero que suena a directo memorable lleno de pura improvisación de la buena, flipo en mi mundo interior. Dentro de la limitación de que os hablo, cuando leo un libre libro libre como éste, me acuerdo de Foumán y O camiño de Middelharnis de Cid Cabido… y de Motorman de Ohle y de esa canción increíble de Dinosaur Jr. Siempre igual, también lo he contado… voy a acabar en el interior del sanatorio.

No sé cuál es el espacio interior del que vinieron, pero me gustaría conocerlo. Me lo imagino muy adentro, la última puerta al final del pasillo, donde a uno le entran las dudas.

Otras simplezas: Viñeron do espacio interior suena y se lee como si fuera el mejor libro que te puedas imaginar de los años ochenta, que no es poco… hay que dejarse llevar por los tópicos de esa década, todos positivos, que los otros me sobran ahora: tremenda música y demás alegrías, pues eso… pero es de 1996, el librajo… qué lío, meu… encima, lo lees hoy y parece un libro del año que viene, fresco, distinto, nunca escrito y todas esas tonterías con que sobamos y reducimos a nomenclatura y desecho los libros que nos meten en el fotomatón, nos dan una tunda y sacan nuestro retrato nunca visto. Bravo Seixas, 1996.

Viñeron do frío o A velocidade do espacio interior o A velocidade interior do espacio do frio o…también habrían funcionado, que lo de dentro anda solo: despegue vuelo aterrizaje, no necesita motor, planea… fluye, que se dice ahora hace quince años.

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