jueves, 18 de noviembre de 2010

Jakov Lind/Oriol Maspons

Hay que ver qué impacto toparse con este Vienés atroz. Las pintas que se gastaba Jakov son de esas que me tienen tres minutos ante el espejo imaginándome en sus carnes. Con la pelambrera bien electrizada y el mostacho campante. Qué maravilla, dando miedo por la calle, atizando prejuicios y asustando a despistados. Austríaco, nacido en 1927, y de familia judía, fue incapaz de abstraerse al destino fatal compartido por tantos. Outra vaca no millo. Su visión escrita del obcecante asunto no es la habitual. Macabra, feroz y burlona/humorística, en vez de los más habituales tonos salmón o pastel. Hace poco me topé con su “Paisaje de cemento”. Y cómo pesa. Cuerpo a tierra. Nada de violines, por momentos guitarras distorsionadas a válvulas, a un paso del acople…

El primer trallazo es la impagable edición. De entre las muchas virguerías que en Seix Barral se sacaron de la manga durante años, una de las mejores fue la decisión de adornar con fotografías de Oriol Maspons las cubiertas de varios títulos de su “Biblioteca breve”. Entre ese grupo de privilegiados está este paisaje de Lind. Las portadas que a Seix Barral les brindó el mentado Maspons son para entrar por la puerta grande en el parnaso. Cuando, a mayores, el título agraciado era el vencedor del premio “Biblioteca breve”, las preciosas fotos de Oriol lucían una faja azul en la parte inferior que no hay más que verlas. De matrícula. Un diez y fetiche total.

A lo largo de las tres partes en que se divide "Paisaje de cemento" Jakov da muestras tanto de su tono de humor negro como de su machete famélico y bien afilado. El tonillo irónico humorístico no tiene mucha gracia. Cosa bastante frecuente entre quienes se dedican a ello. La habrá tenido en su momento, que tampoco lo creo, pero a mí me chirrió de mala manera. A pesar de ello, algo pero que muy feo se intuye en el ambiente, y resulta inevitable continuar con la lectura. Mucha humorada sin xeito, sí, pero aquí va a pasar algo… Y ese algo llega, impregnado de un espectacular e inesperado espíritu gore. Carallo. Estas cosas de buenos samaritanos, cívicos y generosos, que acaban en manos de verdaderos desalmados, destripados en canal. La segunda parte viene siendo un verdadero paisaje, pero no de cemento, sino de atrocidades. Vaya un crimen, vaya la mala suerte que tuvo una familia que vivía bastante al norte, vaya un rato que nos hace pasar el Jakov. Espeluznante. Hay muertos, y hay sangre en abundancia. A Jakov Lind le voy a seguir la pista porque le creo muy capaz de haber escrito más de un libro de los de verdad, ojo con él.
…pero volvamos sobre nuestros pasos y disfrutemos de Maspons y Barral, porque la cosa es mucho, vaya nivel:


















































































2 comentarios:

nick dijo...

a ver, que ya te rescato yo de esa tendencia tuya al entusiasmo estético:
la mejor portada es la de El Buque, seguida de opoponax, albañiles y juventud. La de los perros es fea y la de Carpentier, risible.
Y las demás, aunque me gustan las letras, son perfectamente rutinarias,Venturitiña, por Dios…

venturitiña dijo...

Coño Nick, lo del "rescate", perdido como ando, me ha emocionado... lo de calificar la patología como de "entusiasmo estético" ha sido como una revelación de cirujano. Impresionado me dejas. Debes estar leyendo a Sloterdijk a escondidas. Le voy a pedir a los de Barral, que me deben un par de ellas, que te publiquen de inmediato.
Volviendo al mal de males, te anuncio que habrá próximas recaídas estéticolibreras en el Páramo... la enfermedad es terminal.

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