miércoles, 20 de abril de 2011

Mamotretos Siglo XXI (V.)



Tracemos la línea que va desde A) leer placenteramente en la sala de casa, a B) irse de viaje a, no sé, Praga, Venecia, Gante. Dicha línea A - B podría ser el radio de una circunferencia. Dibujémosla. Dicha circunferencia, al igual que la que podríamos trazar con otro radio, por ejemplo: el que va de A) mañana lo hago, a B) un gélido chapuzón en el mar, abarcará y contendrá en su interior un sinfín de anhelos, expectativas y frustraciones. Será todo lo grande o pequeña que queramos, todo lo estética o desagradable que pretendamos. Pero, sobre todo, será todo lo concreta o abstracta que nos dé la gana. Y dependiendo de ello, de las características de la circunferencia, de su tendencia a lo concreto o a lo virtual, serán también nuestros desvelos, alegrías o preferencias de una manera o de la otra. Para que luego vayamos echando las culpas por ahí, a todos y a todo, pero nunca a nosotros mismos.

Seguimos instalados en la desmesura. Cachalote 518. Una vida de extremos estos Iñakis, digo Yankis. Nada más nacer, a Thomas P, para ver si se comía algo en eso de las letras, no se le ocurre mejor cosa que estrenarse con semejantes extensiones: 518 paginazas. Año 1963, y Pynchon ya tenía entre ceja y ceja el siglo siguiente. Qué adelanto horario. ¿Librajo incomprensible? pues sí. ¿Estilo escabroso y abrupto? pues también. ¿Temática gaseosa y huidiza? Qué duda tenéis. ¿Desmesura métrica? eso ya ni se pregunta ¿Enormidad esteparia o detallismo tropical? Eso tampoco deberíais preguntarlo, carajo, que la duda ofende. ¿Piedra, papel o tijera?… En resumen, cada loco con su tema, pero Thomas Pynchon, espectacular. Que uno se estrene, a ver qué pasa, con tal zarpazo: V., así de radicalmente, está pero que muy bien. Para qué el cuento afectado y virtuoso, para qué el cuento sobrio, para qué el novelón generacional, para qué la crítica político/social, para qué el bruñido biográfico, de todo eso hay de sobra. De esto otro, mucho menos.

Volvamos al comienzo y vayamos de viaje a Praga, Venecia o Gante: Elijo la que esté más lejos. Elijo tardar lo máximo en llegar, lo máximo que me sea posible. Elijo que una vez llegado, la ciudad, realmente, me trae sin cuidado. Elijo más ruta, y, si no me decido pronto, me pongo nervioso. Elijo que detesto eso de que lo mejor en un camino es la gente que vas conociendo. Elijo que a mí me molestan estas gentes que te vas encontrando, los odio: buen camino, te dicen al pasar; tu padre, anormal, les contestas. Elijo que lo mejor de un camino es que sea largo y que no haya gente.

Leída la primeriza V., decido agenciarme dentro de poco la desmesura total: El arco iris de la gravedad. Cachalote mil y pico… Es posible que Pynchon haya descubierto uno de los caminos más largos y menos transitados que pueda alguien imaginar. ¿Para dormirse? Pues posiblemente. ¿Como James Benning, pero por escrito? Pues…

http://www.youtube.com/watch?v=XK-ZqWZukz4

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